Dentro de mil inviernos – Una semblanza de Vittoria Guerrini, detta Cristina Campo – Virginia Fernández Collado & Poesie di Cristina Campo lette da Manuel Grant / Poemas de Cristina Campo leídos por Manuel Grant

Dentro de mil inviernos – Una semblanza de Vittoria Guerrini, detta Cristina Campo – Virginia Fernández Collado & Poesie di Cristina Campo lette da Manuel Grant / Poemas de Cristina Campo leídos por Manuel Grant

Dentro de mil inviernos – Una semblanza de Vittoria Guerrini, detta Cristina Campo

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Vittoria Maria Angelica Marcella Cristina Guerrini, detta Cristina Campo – [Bologna, 29 de Abril de 1923 – Roma, 10 de Enero de 1977]

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Dentro de mil inviernos – Una semblanza de Vittoria Guerrini, detta Cristina Campo

«La poesia non aiuta a vivere se non in virtù della pura bellezza, cioè della natura» [1]

I. Vida

Vittoria Guerrini nació en Bolonia en el año 1923 y murió en Roma en 1977. A lo largo de su vida utilizó varios pseudónimos como Pisana, Puccio Quaratesi, Bernardo Trevisano, Giusto Cabianca, Benedetto P. D´Angelo, Massimiliano Putti. Fue sobre todo conocida como Cristina Campo.

Campo fue hija de un maestro y compositor musical, Guido Guerrini, y de Emilia Putti, hermana de un reconocido traumatólogo, Vittorio Putti. Tuvo desde niña una naturaleza frágil, debido a una enfermedad de corazón que marcó su vida solitaria. Esa enfermad fue una de las principales razones por las que creció entre libros, pues su dolencia le impidió llevar una vida similar al del resto de niños. Sus primeros años de infancia los pasó en el parque del hospital Rizzoli de Bolonia. Vive en Parma desde 1925 hasta 1928, año en el que trasladan a su padre a Florencia como director del conservatorio Cherubini, donde pasa la mitad de su vida. Posteriormente se traslada definitivamente a Roma. En su adolescencia forja una amistad con Anna Cavalletti, con la que compartía la pasión por los libros, pero la pierde inesperadamente en un bombardeo en septiembre de 1943. Diez años más tarde de este suceso publicó una antología de sus diarios “Diario di Anna”, en el número dos de la Posta letteraria del Corriere dell´Ada e del Ticino. Tras la muerte de su amiga conoce al traductor de latín, griego y alemán, Leone Traverso, que le presenta a los principales escritores y críticos que viven en Florencia, ligados al movimiento de la Escuela hermética. Aquí entabló amistad con Mario Luzi; éste escribió de ella: “La fábula y el misterio son las palabras recurrentes, las palabras claves del mundo de Cristina Campo. Misterio como depósito, como recipiente de fábula: lo que quiere decir un misterio que se manifiesta a través de la fábula; la fábula que es la garantía del misterio” Mantuvo correspondencia y amistad con la crítica Margherita Pieracci Harwell (Mita). En 1947 Luzi le regaló un libro de Simone Weil, La gravedad y la gracia, libro que le fue tan revelador que le hizo sentir una afinidad y una idéntica visión de la vida, pues muestra que solo se puede estar en este mundo con la elevación espiritual y la coherencia con el espíritu. Weil trata de desentrañar el grado y los modos de participación de la gracia divina en el mundo, así como su punto de intersección, el encuentro entre la perfección divina y la desgracia de los hombres. Simone Weil falleció en el año 1943 con solo 34 años a causa de una tuberculosis, pero la influencia de su pensamiento en Europa fue enorme. Todas sus obras aparecieron después de su muerte, editadas por amigos. Desde entonces, ha atraído la atención creciente de todo tipo de escritores por su ética de la autenticidad y la rara combinación de lucidez, honestidad intelectual y desnudez espiritual de su escritura. Fue sobretodo filósofa, activista y mística. Albert Camus, uno de sus editores y amigo, la describió en 1951 como «el único gran espíritu de nuestro tiempo». El descubrimiento de la obra de Weil fue como un arrobamiento para Cristina, que en su propia vida busca igualmente el equilibrio entre su propia enfermedad, el desamor, la belleza y la espiritualidad, entre lo efímero y lo eterno como se puede ver en su obra. Adquirió toda la obra de Simone Weil e hizo de ella su obra de cabecera. Campo planificó un viaje a Francia junto a Mita para conocer a la madre de ésta, pero este viaje finalmente no lo pudo realizar, aunque sí lo haría Mita.

Cristina Campo, por otra parte, forjó una relación de amistad con Piero Bigongiari, Oreste Macrí, Carlo Bo, Tommaso Landolfi, entre otros, del grupo hermético. A pesar de pertenecer a este movimiento, siente cada vez más cierta distancia, pues anhela otro tipo de escritura que vaya más allá, ciertamente más espiritual. También mantuvo correspondencia y amistad con María Zambrano, a la que había conocido en casa de Elena Croce, hija de Benedetto Croce, en el barrio de Parioli, calle Tre Madonne, 16. En el año 1959 conoció a Elémire Zolla con el que mantendrá una relación hasta su muerte. Éste, muy interesado por lo espiritual, lo místico y las literaturas orientales, influye a Campo en estas materias. Cuenta entre sus amistades también al español Rafael Lasso de la Vega, marqués de Villanova, Ramón Gaya, Rafael Guillén, entre otros. En 1964 muere la madre de Cristina Campo. Le manda condolencias Jorge Guillén, entre otros. Un año después muere su padre. Fueron años de duelo en un tiempo agitado por los movimientos antifascistas que se abrían paso frente a la cultura oficial fascista. Cristina se va alejando de este ambiente cada vez más, tanto por su distanciamiento de la literatura social como por motivos personales, pues su padre había sido director de conservatorio en los años fascistas. Prefiere la literatura con un carácter más intimista y espiritual. Así su obra avanza fuera de grupos o corrientes literarias. Quizás Cristina Campo ha sido menos traducida que otros autores por seguir este camino solitario. Al final de su vida, prácticamente sola, se dedica a leer y visitar la iglesia, símbolo, para ella, de belleza y elevación. En aquellos tiempos de misticismo la relación con Zolla estaba prácticamente acabada, aunque él estuvo con ella hasta el final. Se puede leer al respecto en una entrevista a Grazia Marchianò: “Zolla me pidió que compartiera su vida pocos días después de la muerte de Cristina Campo, en el último período se habían distanciado notablemente. Me lo dijo con claridad, explicándome que estaba libre afectivamente desde hacía mucho tiempo”.Y también, se puede leer en una carta escrita por Campo a su amiga Mita: “Él está en Roma, en mi casa, con Gilda y cuatro gatitos y me repite, con un énfasis un tanto excesivo, que está maravillosamente. Hace un tiempo estas afirmaciones me habrían herido; pero crecer significa desgraciadamente (o por fortuna) sobre todo “see through” (ver a través de): el final de aquellas relaciones absolutas, literales, indiscutibles con las que se adorna y se hiere la loca, caballeresca juventud. Ahora, incluso he aprendido a desear de verdad, objetivamente, que él esté bien -me concierna la cosa o no me concierna”.

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Vittoria Maria Angelica Marcella Cristina Guerrini, detta Cristina Campo

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II. Obra

Cristina Campo entre 1943 y 1944 traduce Conversaciones con Sibelius de Begnt von Törne (1943) y Una taza de té y otros relatos de Katherine Mansfield (1944). En 1953 comienza el ensayo “Atención y poesía” que posteriormente se recogería en Fábula y misterio. Ese mismo año, Cristina Campo traduce y prepara la publicación en la editorial Casini de Roma de una antología escrita por mujeres, Libro de las ochenta poetisas. El manuscrito a pesar de estar terminado se perdió. Sigue hoy en día inédito. En 1948 traduce para la editorial Cederna, Poesías de Eduard Mörike. En esa traducción firma curiosamente con su verdadero nombre, Vittoria Guerrini. En 1954 aparecen unas notas sobre el diario de Virginia Woolf que estaba traduciendo y que se publicaría en 1959 con la colaboración de Giuliana de Carlo.
En el año 1956 publica su primer libro de poesía, Paso de adiós, además de multitud de artículos, ensayos y traducciones, especialmente de autores de habla inglesa, como Katherine Mansfield, Virginia Woolf, William Carlos Wiliams, John Donne o de Simone Weil cuya obra hizo en ella una honda mella, convirtiéndose junto a Hofmannsthal en sus autores de cabecera. En 1959 traduce Venecia Salvada de Simone Weil que se verá publicada en 1963. A pesar de esa profusión de ediciones, Cristina Campo no tenía mucho interés en la publicación de textos propios y, de hecho, a algunos amigos solicitó la correspondencia para destruirla. quería destruir todo lo que había escrito antes de 1957. En 1957 conoce la poesía de William Carlos Wiliams al que empieza a traducir y con el que intercambiará correspondencia. Estas cartas se publicaron posteriormente en el año 2001. En 1958 se publicó La flor es nuestra señal, se trataba de quince poemas de Williams traducidos por Cristina, libro posteriormente ampliado y publicado bajo el título Poesías. En 1960 publica en la revista Paragone un ensayo sobre Borges y Chéjov, además de algunas traducciones de Donne y Murena. En 1963 realiza la introducción a la traducción al árabe de Alessandro Spina de Historia de la ciudad de Bronce. En 1962 se publica el volumen de ensayos Fábula y misterio. En 1964 publica “Homenaje a Borges”. Desde el año 1969 hasta 1977, año de su muerte, sigue publicando en la revista Conoscenza religiosa fundada por su compañero Elémire Zolla. Su interés por el misticismo se hace cada vez más grande, a la vez que se merma su interés por el mundo literario y cultural de su entorno inmediato. En 1971 publica La flauta y la alfombra y sigue realizando introducciones sobre textos religiosos de Oriente y Occidente. Ese mismo año también se publica su introducción y traducción de John Donne, Poesías amorosas y teológicas. Póstumamente, un alumno de Zolla, escritor y alma de la editorial Adelphi ha publicado Los imperdonables (1987), donde se recogen sus ensayos publicados, y a cargo de su amiga Margherita Pieracci Harwell, La tigre assenza (1991) que reúne treinta poemas, más los inéditos, así como las traducciones de poesía. También bajo el mismo sello, se ha publicado su diversa correspondencia.

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[…]

Cosa proibita
scura la primavera.

Io vado sotto le nubi, tra ciliegi
così leggeri che già sono quasi assenti.
Che cosa non è quasi assente tranne me,
da così poco morta, fiamma libera?

[…]

Elegia di Portland Road [2]

III. Poesía

Cristina Campo se introducía ella misma en tercera persona en uno de sus libros, diciendo: Scrisse poco, e vorrebbe aver scritto meno. De hecho, ha publicado poco. He encontrado en diversas páginas algunos poemas de Cristina Campo que he considerado interesante traer hasta aquí en su versión original para hacer ver al lector el intento de encontrar la palabra justa en la belleza y eliminar todo lo superfluo como fue la inquietud de esta poeta desconocida, al menos en nuestra lengua, inédita hasta hoy. En busca siempre del misticismo y lo espiritual, escribe desde el corazón con el corazón. En palabras de ella misma en la que define la poesía como “Poesía también es atención, esto es, lectura en múltiples planos de la realidad que hay en torno a nosotros, que es verdad en figuras. Y el poeta, que diluye y recompone esas figuras, es también un mediador: entre el hombre y el dios, entre un hombre y otro hombre, entre el hombre y las reglas secretas de la naturaleza”.

Aquí dejo una pequeña muestra de su poesía, sin olvidar que una gran parte de la obra de Cristina Campo está dedicada a la traducción. Mariano de Vedia y Mitre dice en la Apología del traductor: «Traducir es interpretar. Hasta el lector que afronta la lectura de las grandes obras que ha producido el pensamiento humano en su original no hace sino una traducción, es decir, una interpretación a través de su temperamento y de su entendimiento mismo. Aun el autor originario no ha hecho al realizar su obra sino una traducción de su pensar y su sentir.» La propia Cristina Campo, a colación de la traducción en la que estaba trabajando, sobre el poeta John Donne, en una carta que le envió a la editorial Einaudi, el 14 de octubre de 1968, haciendo referencia al proceso de traducción, después de atravesar tiempos difíciles, con el fallecimiento de su madre, después su padre, posteriormente cayendo ella misma enferma, dice: “He hecho lo posible y lo imposible (que cuando es espontáneo es fácil) por traducir otras diez o doce. Se niegan, rotundamente. Y yo no puedo forzarlas. No saldría nada” y en otra carta fechada el 12 de junio de 1954 había dicho al mismo respecto “…como si tuviera que explicar a alguien la exacta posición y el peso de cada palabra”
Cristina Campo habita en la palabra; fuera de ella, está sola, no se siente pertenecer al mundo en el que vive, se refugia en Dios, no se siente pertenecer al amor, se encuentra sola con su poesía, despojada primero, en una primera adolescencia por la muerte de su amiga y después, más adelante por la muerte de sus padres. Hizo de la literatura su última morada, más bien, la literatura fue su vida y todas las relaciones que forjó a lo largo de su existencia estuvieron relacionadas con ésta de alguna manera.

Cristina Campo escribió poco, publicó más traducciones y artículos que poemas, pero lo poco que escribió y publicó en poesía puede durar mil inviernos entre los amantes de la belleza.

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Vittoria Maria Angelica Marcella Cristina Guerrini, detta Cristina Campo

*

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1

[…È rimasta laggiù, calda, la vita…]

È rimasta laggiù, calda, la vita,
l’aria colore dei miei occhi, il tempo
che bruciavano in fondo ad ogni vento
mani vive, cercandomi…

Rimasta è la carezza che non trovo
più se non tra due sonni, l’infinita
mia sapienza in frantumi. E tu, parola
che tramutavi il sangue in lacrime.

Nemmeno porto un viso
con me, già trapassato in altro viso
come spera nel vino e consumato
negli accesi silenzi…

Torno sola

tra due sonni laggiù, vedo l’ulivo
roseo sugli orci colmi d’acqua e luna
del lungo inverno. Torno a te che geli

nella mia lieve tunica di fuoco.

*

Manuel Grant lee É rimasta laggiù…, de Cristina Campo [sobre el fondo musical de Day V – Lost Song / Found Songs – Arnalds Ólafur]

*

2

[…Moriremo lontani…]

Moriremo lontani. Sarà molto
se poserò la guancia nel tuo palmo
a Capodanno; se nel mio la traccia
contemplerai di un’altra migrazione.

Dell’anima ben poco
sappiamo. Berrà forse dai bacini
delle concave notti senza passi,
poserà sotto aeree piantagioni
germinate di sassi…

O signore e fratello! Ma di noi
sopra una sola teca di cristallo
popoli studiosi scriveranno
forse, tra mille inverni:

“nessun vincolo univa questi morti
nella necropoli deserta”.

*

3

[…A volte dico: Tentiamo d´esser gioiosi…]

a m.c.

A volte dico: tentiamo d’esser gioiosi,
e mi appare discrezione la mia,
tanto scavata è ormai la deserta misura 
cui fu promesso il grano. 

A volte dico: tentiamo d’essere gravi,
non sia mai detto che zampilli per me
sangue di vitello grasso:
ed ancora mi appare discrezione la mia.

Ma senza fallo a chi così ricolma
d’ipotesi il deserto,
d’immagini l’oscura notte, anima mia,
a costui sarà detto: avesti la tua mercede. 

*

Manuel Grant lee A volte dico…, de Cristina Campo

*

4

[…Devota come un ramo…]

Devota come un ramo
curvato da molte nevi
allegra come falò
per colline d’oblio,

su acutissime lamine
in bianca maglia d’ortiche,
ti insegnerò, mia anima,
questo passo d’addio…

*

5

[… Ora tu passi…]

Ora tu passi lontano, lungo le croci del labirinto,
lungo le notti piovose che io m’accendo
nel buio delle pupille,
tu, senza più fanciulla che disperda le voci…

Strade che l’innocenza vuole ignorare e brucia
di offrire, chiusa e nuda, senza palpebre o labbra!

Poiché dove tu passi è Samarcanda,
e sciolgono i silenzi, tappeti di respiri,
consumano i grani dell’ansia –

e attento: fra pietra e pietra corre un filo di sangue,
là dove giunge il tuo piede.

*

Manuel Grant lee Ora tu passi…, de Cristina Campo [sobre el fondo musical de Loftiа Verаur Skyndilega Kalt / … And They Have Escaped The Weight Of Darkness – Arnalds Ólafur]

*

6

[…La Tigre Assenza…]

pro patre et matre

Ahi che la Tigre, 
la tigre Assenza, 
o amati, 
ha tutto divorato 
di questo volto rivolto 
a voi! La bocca sola 
pura 
prega ancora 
voi: di pregare ancora 
perché la Tigre, 
la Tigre Assenza, 
o amati, 
non divori la bocca 
e la preghiera…

*

Manuel Grant lee La Tigre Assenza, de Cristina Campo

*

7

[…La neve era sospesa…]

La neve era sospesa tra la notte e le strade 
come il destino tra la mano e il fiore. 

In un suono soave 
di campane diletto sei venuto… 
Come una verga è fiorita la vecchiezza di queste scale. 
O tenera tempesta 
notturna, volto umano! 

(Ora tutta la vita è nel mio sguardo, 
stella su te, sul mondo che il tuo passo richiude).

*

8

[…Amore, oggi il tuo nome…]

Amore, oggi il tuo nome 
al mio labbro è sfuggito 

come al piede l’ultimo gradino…

Ora è sparsa l’acqua della vita 
e tutta la lunga scala 
è da ricominciare.

T’ho barattato, amore, con parole.

Buio miele che odori 
dentro i diafani vasi 
sotto mille e seicento anni di lava – 

ti riconoscerò dall’immortale 
silenzio.

*

Manuel Grant lee Amore, oggi il tuo nome…, de Cristina Campo [sobre el fondo musical de Undan Hulu / … And They Have Escaped The Weight Of Darkness – Arnalds Ólafur]

*

9

[…Passo d´addio…]

For last year´s words belong to last year´s language
and next year´s words await another voice.

Si ripiegano i bianchi abiti estivi
e tu discendi sulla meridiana,
dolce Ottobre, e sui nidi.

Trema l´ultimo canto nelle altane
dove sole era l´ombra ed ombra il sole,
tra gli affanni sopiti.

E mentre indugia tiepida la rosa
l´amara bacca già stilla il sapore
dei sorridenti addii.

*

10

[…Ora che capovolta è la clessidra…]

Ora che capovolta è la clessidra,
che l´avvenire, questo caldo sole,
già mi sorge alle spalle, con gli uccelli
ritornerò senza dolore
a Bellosguardo: là posai la gola
su verdi ghigliottine di cancelli
e di un eterno rosa
vibravano le mani, denudate di fiori.

Oscillante tra il fuoco degli uliveti,
brillava Ottobre antico, nuovo amore.
Muta, affilavo il cuore
al taglio di impensabili aquiloni
(già prossimi, già nostri, già lontani):
aeree bare, tumuli nevosi
del mio domani giovane, del sole.

*

11

[…Nobilissimi ierei…]

Nobilissimi ierei
grazie per il silenzio,
l´astensione, la santa
gnosi della distanza,
il digiuno degli occhi, il veto dei veli,
la nera cordicella che annoda ai cieli
con centocinquanta volte sette nodi di seta
ogni tremito del polso,
l´augusto cànone dell´amore incommosso,
la danza divina del riserbo:
incendio imperiale che accende
come in Teofano il Greco e in Andrea Diacono,
di mille Tabor l´oro delle vostre cupole,
apre occhi del cuore negli azzurrissimi spalti,
riveste i torrioni di Sangue…

Che prossimità spegne
come pioggia di cenere.

***

Virginia Fernández Collado
Almería, 28 marzo 2021.

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Nota

[1] Cristina Campo, Gli imperdonabili, Adelphi, Milano, 1987, p. 147.

[2] 27 Portland Rd, Notting Hill, London W11 4LH, es la última dirección en la que vivió Simone Weil en Londres antes de fallecer en 1943.

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Giuseppe Giovanni Luigi Maria Enrico Lanza di Trabia-Branciforte, Lanza del Vasto, & Simone Adolphine Weil, Simone Weil, en la terraza de un Café de Marsella [1940]

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Bibliografía

Campo, Cristina, Los imperdonables, Ed. Siruela, Madrid, 2020.
Campo, Cristina, La Tigre Assenza, Adelphi, 239, edición a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán, 1991.
Campo, Cristina, Lettere a Mita, Adelphi, edición a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán, 1999.
De Stefano, Cristina, Vida Secreta de Cristina Campo, Ed. Trotta, Barcelona, 2020.
Weil, Simone, La gravedad y la gracia, Ed. Trotta, Madrid, 2007.


 

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