En época de rosas – «El sueño de la Primavera» [Primera antología breve de poesía] – XV – Heliodoro Fuente Moral

En época de rosas – «El sueño de la Primavera» [Primera antología breve de poesía] – XV – Heliodoro Fuente Moral

El sueño de la Primavera – Primera antología breve de poesía – XV

 

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Tocata y Fuga

Luego, desperté, 

horrorizado de haber dormido.

¡Ella, otra vez!

                                                                                   Luis González López

 

 

Cómo agobia el aliento de las cosas sin vida,

de los perdidos sueños que despierto se trenzan,

tal vez con la esperanza soterraña

de dar cuerpo al deseo,

o de variar el suelo que nuestros pies allanan.

 

Cómo agobia ese aliento,

que es aguijón de oscuras perennes ansiedades

en que se enquista el hombre,

más allá de sí mismo,

frente al incierto piélago del tiempo por venir.

 

Y a sí mismo una, mil veces se sorprende

huidor de profesión, fantasmal trashumante,

al que revuelca al suelo la horrorosa evidencia

de haber, nuevamente, dormido despierto.

 

¡Cómo agobia ese aliento de las cosas sin vida,

pero que no están muertas!

 

*

 

Alfred Sisley – Été à Moret [1888 – Private Collection]

*

 

Y seré un árbol

Variación sobre Apolo y Dafne.

 

Adónde vas, di,

adónde te encaminas que no puedes

volver la vista atrás y ver que dejas

mi corazón en grito,

como un nudo de voces que se cruzan,

desesperadamente,

en un punto común de dirección perderse.

 

Adónde…,

o es que incluso saberlo me es negado,

o debo ser testigo indiferente

si el mundo se me cierra ya erizado

en cruel caparazón sobre sí mismo.

 

No.

No puedo creer en más amaneceres.

No puedo esperar ladinas alboradas.

No puedo,

y no lo haré.

 

Desde hoy no seré ya más que un árbol,

un injerto reciente al tronco de la noche.

Desde hoy

mi mañana y mi ayer serán ya uno.

De día y al sol mis pies pisarán sombra,

-de noche todo es sombra-,

sombra será mi luz,

sombra sin pausa.

 

Y amanecerá despacio,

como todos los días,

todo exacto.

Y yo seguiré sobre el asfalto,

mudo al sentir,

ciego a la luz,

como un extraño fijo en cualquier lado.

 

Pasarás a mi vera,

y seré un árbol.

Volverás la cabeza acaso inquieta,

y seré solo un árbol.

Quizá pienses en mí de refilón,

y sin saber por qué.

Yo seguiré de pie,

tan solo un árbol,

mirándote pasar sin que tú sepas

que te miro y te observo,

-¿dónde tiene los ojos cualquier árbol?-,

y te veo huidiza y sin sosiego.

Y por ser árbol

no podré ni decirte “por qué corres”,

“qué haces”, “dónde vives”, “de qué huyes”;

de nada ha de servir el ruido de mis ramas.

 

Y quizá alguna tarde,

pasados ya los años al olvido,

haya a mis pies un banco,

donde mi sombra densa

atempere de ardores el camino.

 

Allí vendrán ancianos con sus cofres

de pasados gloriosos cuando niños;

oiré los secretos de mil enamorados por la noche;

y puede que hasta tú misma

un momento algún día te detengas

a pensar sobre el tiempo, por ejemplo.

 

E inopinadamente

te tendré otra vez cerca sin que sepas

que yo estoy allí,

que te he esperado,

que se me han calcinado las raíces

del tiempo que esperé sobre el asfalto,

cautivo como un árbol.

 

 

[Y seré un árbol – Recitado por Abel Vitón]

 

***

Heliodoro Fuente Moral

 

 

 

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