De la campaña al cielo sólo un poco, un poco que volar, lanzarse humano para coger estrellas como frutas maduras de calleja y sobresaltos. De la veleta al cielo existe menos, aun menos que volar del arbolado… – Visiones de Extremadura [Fotografías] – Javier del Olmo
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De la campaña al cielo sólo un poco, un poco que volar, lanzarse humano para coger estrellas como frutas maduras de calleja y sobresaltos. De la veleta al cielo existe menos, aun menos que volar del arbolado… – Visiones de Extremadura [Fotografías]
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De la campaña al cielo sólo un poco, un poco que volar, lanzarse humano para coger estrellas como frutas maduras de calleja y sobresaltos. De la veleta al cielo existe menos, aun menos que volar del arbolado… – Visiones de Extremadura [Fotografías]
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Extrema y dura
Ciudades extremeñas, de rincones y esquinas
de piedras y de cielos unidos codo a vientos,
de plazas y callejas, de luces sin espinas
de torres y murallas, de iglesias y conventos.
Ciudades que son sueños de siglos en la historia
que llevan nuestra vida entre su sangre clara
que tienen nuestras almas metidas en la gloria
de su paisaje limpio y de su limpia cara.
Desde la sierra al llano, desde el Tajo al Guadiana.
Desde Plasencia a Cáceres y desde Roma a Mérida.
Y desde Badajoz a Jerez y Orellana.
Y Medellín-Trujillo: casi en la mano América. [1]
Jesús Delgado Valhondo
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‟Nadie sabe qué nos tiene deparado el porvenir. No sabemos si Extremadura y lo que Extremadura es, en su apartamiento y en ese estoicismo suyo tan arraigado y romano para sobrellevar la adversidad de su destino, variará con los años. Quiero creer que siempre será así, como lo fue cuando nosotros nos vinimos a vivir a ella hace un cuarto de siglo, un lugar único donde podremos apartarnos de todo buscando la soledad y la poesía. En cierto modo apenas necesitamos otra cosa para un vivir sentimental. Más aún, podremos decir que con muy poco nos basta: con nuestra pobreza es suficiente. Le basta a Extremadura con su extremoxidad, o sea, con aquello gracias a lo cual ha llegado a nosotros como es. Pues si Extremadura se ha conservado tan radicalmente suya, original en inconfundible, ha sido gracias, no lo dudemos, a su extremosa manera de ser, al rigor de sus veranos y, en muchos casos, a la pobreza de una tierra que ha convertido en héroes a quienes han tenido que arrancarles un poco de sustento. Sin olvidarnos, claro, de la propiedad de esa misma tierra que ha condenado a un gran número de extremeños a formas extremas de la existencia: el hambre, la emigración, la servidumbre, contribuyendo, qué duda cabe, a la formación de su carácter como pueblo.” [2]
Andrés Trapiello
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Fotografías
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Gente
«Hablan las aguas y lloran
lloran las almas y cantan»
J.R.J.
Escuchad esas ramas
de sombra encaramadas
en la tarde del barrio.
Escuchad esas aguas
de miradas inciertas
que se asoman a veros.
Escuchad los latidos
del corazón del otro
que contigo amanece santuario.
(Escucha antes que nazca
la música en tu oído).
Dejad a las palabras
podrirse a su manera.
Despójate insensato
del niño de nubes que navega en ti,
de fantasmas, de velos,
del ayer, de la suerte.
Purifica intenciones,
para subir
locuras de quijotes,
pueblos de sanchopanza,
sueños que ascienden tramo a tramo
en escaleras de alas y de ramas,
abismándote en cumbres.
Somos la fe de la existencia,
la esencia de la vida
gente que se refleja
llenando tierras
hasta el más pequeño hueco,
que reserva el instante
hermoso en su fatiga.
(Un hombre solo no cabe
en el ancho y profundo
universal espacio).
Levantamos un polvo amarillo de aurora
que nos sigue y envuelve.
Quien salta la comba azul del horizonte
se da de cara con el cementerio de su aldea.
Lo mejor es seguir como hasta ahora.
Dios baja tanto, tanto, tanto,
que parece uno más;
gente entre la gente.
Uno cualquiera que se alegra
bebiendo vino con nosotros.
Nos fundimos en danzas
de la marcha común.
Dios late en medio de la multitud
y nos abre puertas de ciudades y campos.
Camino hacia la aurora.
Estrenamos trajes, cal y arena,
de domingo.
Hacemos avenidas
de imposibles mañanas,
de pasiones sorprendentes.
Y damos lo que sobra.
Y ya nos bastaría.
Repartimos misterios
en comunión de asombros,
ganadas aleluyas
en comunión de asombros.
Todo lo que tenemos,
lo mejor que tenemos
lo damos a los hombres
inéditos
del mundo.
Seguimos eternamente subiendo
juntos la montaña,
humana masa de pan que a Dios mantiene.
La cima está tan cerca
como esa soledad que mana de nosotros,
cuando pasamos la gente,
los que vamos andando tierras,
silencios, noches, días, tiempo,
sin regreso posible.
Los que vamos.
El destino es así.
Nuestro destino.
Y de nuevo a cantar en el coro.
Danzar en la armonía
de la arboleda de los pájaros.
Y un llorar hacia dentro
para que nadie sepa
que una espina pequeña
se nos clavó en el pie
y anoche no dormimos.
En medio del paisaje,
en la llanura,
trémulo de emoción,
un árbol solo. [3]
Jesús Delgado Valhondo
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Javier del Olmo
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Notas
[1] Jesús Delgado Valhondo, Ciudades [de Cantando a Extremadura, extenso poema que obtuvo la la Flor natural en los Juegos Florales de Badajoz de 1956].
[2] Andrés Trapiello. Capricho extremeño. Fotografías de Rafael Trapiello. 2ª ed. rev., Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2011. ISBN: 978-84-9852-281-5.
[3] Jesús Delgado Valhondo, Gente [de Un árbol solo. Institución Cultural Pedro de Valencia, Badajoz, 1979. ISBN: 8450034574.]