Otras voces, otros ámbitos [Los críticos teatrales leen a los poetas] – Manuel Grant lee tres poemas de Claudio Rodríguez

Otras voces, otros ámbitos [Los críticos teatrales leen a los poetas] – Manuel Grant lee tres poemas de Claudio Rodríguez

Otras voces, otros ámbitos [Los críticos teatrales leen a los poetas] – Manuel Grant lee tres poemas de Claudio Rodríguez

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Albert Ranney Chewett [1877 – 1965] – A Young Man Reading [Bushey Museum, Reveley Lodge – Hertfordshire – UK]

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A Heliodoro Fuente Moral y Tomás Gago Blanco, con afecto

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Manuel Grant lee Arena, de Claudio Rodríguez

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Arena

La arena, tan desnuda y tan desamparada,
tan acosada,
nunca embustera, ágil,
con su sumisa libertad sin luto,
me está lavando ahora.

La vanagloria oscura de la piedra
hela aquí: entre la yema
de mis dedos,
con el susurro de su despedida
y con su olor a ala tempranera.

Vuela tú, vuela,
pequeña arena mía,
canta en mi cuerpo, en cada poro, entra
en mi vida, por favor, ahora que necesito
tu cadencia, ya muy latiendo en luz,
con el misterio de la melodía
de tu serenidad,
de tu honda ternura.

[de El vuelo de la celebración, I]

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Manuel Grant lee Gorrión, de Claudio Rodríguez

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Gorrión

No olvida. No se aleja
este granuja astuto
de nuestra vida. Siempre
de prestado, sin rumbo,
como cualquiera, aquí anda,
se lava aquí, tozudo,
entre nuestros zapatos.
¿Qué busca en nuestro oscuro
vivir ¿Qué amor encuentra
en nuestro pan tan duro?
Ya dio el aire a los muertos
este gorrión, que pudo
volar, pero aquí sigue,
aquí abajo, seguro,
metiendo en su pechuga
todo el polvo del mundo.

[de Alianza y condena, Libro segundo]

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Manuel Grant lee Alto jornal, de Claudio Rodríguez

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Alto jornal

Dichoso el que un buen día sale humilde
y se va por la calle, como tantos
días más de su vida, y no lo espera
y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto
y ve, pone el oído al mundo y oye,
anda, y siente subirle entre los pasos
el amor de la tierra, y sigue, y abre
su taller verdadero, y en sus manos
brilla limpio su oficio, y nos lo entrega
de corazón porque ama, y va al trabajo
temblando como un niño que comulga
mas sin caber en el pellejo, y cuando
se ha dado cuenta al fin de lo sencillo
que ha sido todo, ya el jornal ganado,
vuelve a su casa alegre y siente que alguien
empuña su aldabón, y no es en vano.

[de Conjuros, Libro segundo]

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Tres poemas de Claudio Rodríguez, leídos por

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