Otras voces, otros ámbitos [Los poetas leen a los poetas] – Rafael Guardiola Iranzo lee un poema de Antonio Sánchez Millán

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Solatz

Sigues con la mirada de tu cuerpo
el sol que rueda lentamente por la ladera.
Va trazando una frontera limpia de luz y sombra,
su tiralíneas impasible y cierto,
al que no parece importarle si hay arbustos o hay praderas,
si hay cultivos o hay barbechos,
si sube o baja el terreno, las rocas y las yerbas secas.
Pero es un láser compasivo que no se ceba con ninguno,
que no quema ni marchita
ni siquiera las hojas más tiernas,
que más bien parece regalarles la ocasión de crecer un poco más.
Llegar más lejos. Subir más alto.

Para mí quisiera yo ser el sol que me calienta.

La luz que irradia este sol primerizo trasparece
las sombras que ahora son contraluces en fotografía.
Los árboles desnudos de hojas verdes,
hace poco amarillas y casi nada eran ocres,
van recortando su silueta oscura sobre lo azul
con unas tijeras maestras de afilador.
La filigrana de un orfebre perfecto.

Ya quisiera yo ver la mano artista de este sol sin miopía.

El viento de anoche zarandeó las agujas afiladas del otoño,
trazando estelas en el aire con la rabia fuerte de sus rachas.
Esta mañana no queda ya el rastro de heridas ni de golpes,
todo resplandece mágicamente vivo y luminoso.
Sobresaltó el viento la savia de los árboles,
volteando las ramas y así fortalecer sus raíces.
Una sala de triaje para los rayos de este sol de la mañana,
que pudieran penetrar fecundos.
El saber no es una lechuza, se sabe mientras descubres,
cuando lo necesario está todavía caliente y vivo.

Quiero revitalizarme cada día al calor de la verdad.

Será que hoy tengo las manos frías.

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Poema de Antonio Sánchez Millán leído por Rafael Guardiola Iranzo

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Nota

Antonio Sánchez Millán. Solatz. Marbella-Málaga, Ediciones Algorfa, 2019. ISBN: 978-84-9495-375-0.