Viaje a Pistoia [Los 100 lenguajes y la filosofía de «Reggio Emilia»]: un apunte pedagógico – Lorena Gayubo Romojaro

Viaje a Pistoia [Los 100 lenguajes y la filosofía de «Reggio Emilia»]: un apunte pedagógico –  Lorena Gayubo Romojaro

Viaje a Pistoia [Los 100 lenguajes y la filosofía de Reggio Emilia]: un apunte pedagógico

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 Todo viaje es una forma de aprendizaje que nos hace evolucionar, y así el viaje a Pistoia, en la región de la Toscana, que realicé recientemente, sin duda ha sido una experiencia de las mejores y más extraordinarias, para mí, por la  importancia de lo aprendido y lo destacable entre lo hecho en ese período. Tuve la oportunidad de ver en la práctica y asistir en vivo a todo lo conocido y trabajado teóricamente a lo largo de un año, partiendo de la filosofía de Reggio Emilia.

El enfoque Reggio Emilia nace en la ciudad italiana del mismo nombre después de la II Guerra Mundial. El pedagogo Loris Malaguzzi (1920-1994) fue la figura central de este movimiento que logró aunar a administradores locales, ciudadanos y profesionales de la educación para desarrollar óptimamente los centros y escuelas infantiles, siendo su modelo a la vez una inspiración para centros en todo el mundo.

 Los pilares sobre los que se sustenta esta corriente son:

  • El niño: Para la pedagogía reggiana el niño es principal protagonista de su desarrollo. Esta idea de infancia es fundamental para Malaguzzi como queda recogido en su poema “Los 100 lenguajes” que es un manifiesto de esta filosofía, pues comprende al niño como lleno de potencialidades, creatividad y miradas diferentes.
  • El maestro: Actuará como guía, facilitador de actividades que promuevan la creatividad y la libertad para la interacción con los materiales, así como la motivación para el  aprendizaje.
  • El espacio: Es denominado “el tercer maestro” ya que se considera que interactúa, promueve y motiva para el aprendizaje. Siempre han de estar muy cuidados, tanto en el sentido estético como de seguridad. Son lugares de convivencia además de llamar al niño a la investigación, la exploración y  la autonomía.
  • La familia: Forma parte de la escuela, participando en el proyecto, proponiendo mejoras y estanto presente y atenta.
  • La observación y la documentación: Todo lo que ocurre en el espacio de aprendizaje se observa y se documenta, de manera escrita y a través de imágenes que interesa que se expongan en el centro, lo que permite al niño recordar determinados momentos de aprendizaje, a la familia estar al tanto de lo ocurrido en el aula y al maestro evaluar lo ocurrido.

Reproduzco estrofas significativas del poema emblemático de Malaguzzi, inspirador de las mejores experiencias en la educación infantil y de su filosofía -en los lugares emblemáticos de la poesía reside la filosofía, pensaba así mismo María Zambrano:

POEMA DE LOS 100 LENGUAJES: “El niño tiene/ cien lenguas/cien manos/cien pensamientos/cien maneras de pensar/de jugar y de hablar/cien, siempre cien/maneras de escuchar/de sorprenderse, de amar/cien alegrías/para cantar y entender/cien mundos/que descubrir/cien mundos/que inventar/cien mundos/que soñar (…) La escuela y la cultura/le separan la cabeza del cuerpo./Le hablan:/de pensar sin manos/de actuar sin cabez/de escuchar y no hablar/de entender sin alegría/de amar y sorprenderse/sólo en Pascua y en Navidad./Le hablan:/de descubrir el  mundo que ya existe/y de cien/le roban noventa y nueve./ Le dicen:/ que el juego y el trabajo/,/la realidad y la fantasía,/la ciencia y la imaginación,/el cielo y la tierra,/la razón y el sueño,/son cosas/que no van juntas./Le dicen en suma/que el cien no existe./Y el niño dice:/En cambio el cien existe.

 Con este prodigioso ideario visité tres centros de Educación Infantil, tres “nidos” con identidades y características diferentes en relación a su arquitectura y también a sus intereses concretos, pero con una misma filosofía de base que les subyace y lo impregna todo, es decir, la filosofía de la educación amable,  la que reflejan los pilares arriba expuestos, que entiendo hoy poseedores de la mayor fuerza educativa. Junto a ello, lo que más impacta es el tratamiento y el cuidado del espacio, hasta el punto de emocionarme cuando entré en el primero de los centros que vimos, Il Grillo, con lugares como la zona de descanso, especial por la tranquilidad y la paz que transmitía o la sala de música y  la de las mesas de luz.. Emoción sostenida al ver los escritos de los padres comentando el primer día que dejaron en el nido a sus pequeños; textos impresos en las paredes cuya función como espacios de comunicación suscitaba una gran convivencia. Lo que redundaba en que en todo momento estuviera presente la familia como componente fundamental de la escuela para  llevar a cabo una acción conjunta y de colaboración entre ambas.

Todo lo que no cabe en el poema citado, lo no dicho pero presente en su atmósfera, lo encontrábamos en estos espacios y en sus actividades; así, por ejemplo, la gestión del tiempo y en ello el obligado respeto por los tiempos del niño. Sin prisas, dando cabida a que puedan participar en las tareas cotidianas tales como ayudar en la tarea de llevar la comida, de poner la mesa o de servir a los demás compañeros, como se aprecia en las ilustraciones que incorporo abajo. Vivencias que encontré llenas de atractivo y que se encontraban ligadas a la libertad que disfrutaban los niños para explorar el medio, aunque naturalmente existiera la vigilancia invisible de las docentes.

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En las imágenes de abajo, en el nido Arco Iris, sin objeciones, podemos considerar ejemplares los rincones de los cuentos, donde siempre están presentes objetos alusivos a los relatos narrados, cuya finalidad es introducir al niño en mundos maravillosos, hechizados y de fantasía a través de las deseadas sesiones que se hacían de cuentacuentos. En este centro se mostraba muy visible por su importancia el espacio exterior, diseñado con la colaboración de los padres. Se trataba de un jardín musical con aprovechamiento para llevar a cabo múltiples actividades lúdicas para ese alumnado infantil y sus familias.

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Del último centro que tuve la oportunidad de visitar, Il sole, me interesa resaltar  los materiales empleados en la docencia y el aprendizaje: reciclados en su mayoría o recogidos de su uso cotidiano. La disposición de estos, el orden y la distribución en espacios invitaban, desde luego, a la acción y a la experimentación, según trasladamos con las ilustraciones siguientes:

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Los rincones de juegos simbólicos de todos estos centros refulgen por acompañar el sueño de cualquier niño, de cualquier niña. Y en esta línea de tratamiento de la educación infantil, a cuyo núcleo físico y geográfico viajé, una de las menciones más admirables, como he reseñado antes, resulta ser el tratamiento de las documentaciones, el cuidado con el que se realizan, recopilando momentos irrepetibles de cada uno de los niños como seres únicos. Documentos y fotografías que cobran relevancia también al dar la impresión de que la persona que ha recogido ese instante estaba ahí para ese niño, para esa niña, a la vez que se da la oportunidad a los padres de vivir también ese instante aunque no hayan estado presentes. Me pareció digno de elogio que toda esa recopilación, hasta los tres años, se entregara a la familia cuando el niño abandonaba el nido.  Es una valiosa manera de tener recogidos los años más importantes del desarrollo y, también, cada uno de los logros y los hitos alcanzados. Un bello recuerdo que sin duda acompañará a esa persona ya para siempre.  Una experiencia, pues, imborrable, en lo emocional y en mi formación como educadora y psicóloga, que ha resultado ser parte esencial de mi actitud en las tareas prácticas educativas y en las ideas que las sustentan, señalando desde sus raíces  el renovado humanismo que ha de presidir la escuela universal.

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Lorena Gayubo Romojaro

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