Azorín (1873 – 1967): poeta de lo vulgar [Con motivo del centésimo quincuágesimo aniversario de su nacimiento – 8 de Junio de 2023] – Sebastián Gámez Millán

Azorín (1873 – 1967): poeta de lo vulgar [Con motivo del centésimo quincuágesimo aniversario de su nacimiento – 8 de Junio de 2023] – Sebastián Gámez Millán

Azorín (1873 – 1967): poeta de lo vulgar [Con motivo del centésimo quincuágesimo aniversario de su nacimiento – 8 de Junio de 2023]

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Joaquín Sorolla y Bastida – José Martínez Ruiz (Azorín) [1917 – Hispanic Society of America – New Yorc City – USA]

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Azorín (1873 – 1967): poeta de lo vulgar [Con motivo del centésimo quincuágesimo aniversario de su nacimiento – 8 de Junio de 2023]

A Marisol Jiménez, maestra de Lengua y Literatura en el Colegio Público La Campiña.

“El arte no puede consistir nunca en copiar una realidad”, según Ortega, sino en sorprenderla “mediante un acierto misterioso”. En el caso del arte de Azorín, descriptivo a la vez que reflexivo, consiste en “poetizar lo vulgar”, “petrificarlo estéticamente”, elevarlo mediante las lentes que nos ofrece el estilo, que es la verdadera firma de cada autor. El estilo de Azorín es lírico y preciso, claro y lento, de técnica miniaturista y atención al detalle, como si fuera una fenomenología de aquellos objetos donde se demora su mirada: un paisaje de castilla, una catedral, la calle de un pueblo.

Estudió derecho. Luego fue escritor, periodista y crítico. Como periodista trabajó en los más importantes periódicos de la época. Durante la guerra se fue a París; acabada esta regresa a España, donde se muestra partidario del régimen de Franco. Entre las influencias que recibe, además de los clásicos españoles, como Cervantes o santa Teresa, resaltan pensadores como Montaigne o Nietzsche.

En 1902 publica La voluntad, su primera novela, autobiográfica, y quizá la más lograda de las suyas. Trata sobre la formación y su lucha con el ambiente, del conflicto entre la acción y la contemplación. Dos años más tarde aparecen Las confesiones de un pequeño filósofo. En general sus novelas se caracterizan por el peso de las descripciones, la dimensión reflexiva y la naturaleza fragmentaria. Junto con sus compañeros de “la generación del 98”, término controvertido que él acuñó, rompe con los cánones de la novela española decimonónica.

Viajero infatigable por los pueblos de la península, donde destaca especialmente el arte de Azorín es en los ensayos y en los artículos, entre los que sobresalen El alma castellana (1900), Los pueblos (1905), La ruta de Don Quijote (1905) y la que acaso sea su obra maestra, Castilla (1912). Es un crítico notable, sobre todo como lector de los clásicos en obras como Lecturas españolas (1912) y Clásicos y modernos (1912). A su juicio, los clásicos reflejan “nuestra sensibilidad moderna. Nos vemos a nosotros mismos en los clásicos”. En Memorias inmemoriales (1947) se llama a sí mismo X, que no es Azorín, sino José Martínez Ruíz, como si pudiera ser cualquiera de nosotros. Quizá ahí reside uno de los misterios del arte: en ser un espejo que nos devuelve nuestra imagen particular al mismo tiempo que revela aspectos de la condición humana. 

“No hay más realidad que la imagen ni más vida que la conciencia”.

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Ignacio Zuloaga y Zabaleta – Azorín [Vista de Jadraque al fondo] [1941]

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Sebastián Gámez Millán

Categories: Crítica Literaria

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