Bergamo, città alta [Fotografías] – I – Josefina Martos Peregrín

Bergamo, città alta [Fotografías] – I – Josefina Martos Peregrín

Bergamo, città alta [Fotografías] – I

***

***

Bergamo, città alta

No me gusta viajar en verano, pero se me hacen largas las estaciones, corta la vida y necesario cambiar de aires, paisajes y ciudad, de manera que a Italia me he ido, a pesar de la saturación turística y de los calores propios de julio. Más exactamente, a un par de lugares de Lombardía, las ciudades de Milán y Bérgamo.

De Milán ya hablaré, la he sentido antipática, sembrada de tesoros pero también de mosquitos, ruido y sacacuartos. En cambio, la «ciudad alta» de Bérgamo me ha resultado deliciosa: tranquila y bellísima. Un conjunto bien armonizado, con ese crecimiento que deposita un siglo sobre otro, dejando a la vista el pasado, y un dominio admirable de la estética en cada detalle, incluso en los más prácticos. Rincones, plazas, chimeneas, rótulos… Nada desentona. 

Quede claro que hay dos Bérgamo, la città alta y la città bassa; a la alta me refiero, a la alta corresponden todas las fotografías que ofrezco, en la idea de que merecen ser vistas. La baja no carece de atractivos, pero no encandila, no atrapa como su hermana, la amurallada. 

Su fisonomía actual se la dio Venecia en el siglo XVI, cuando se la apropió y la rodeó con unos seis kilómetros de recia muralla que se conserva paseable y casi intacta, dado que nunca sufrió un asedio. En el recinto interior, la estructura urbana mantiene importantes rasgos medievales, como las plazas de mercados varios (de los zapateros, del heno, de las verduras) y las torres de vigilancia. Pero no pretendo escribir un estudio erudito, baste lo dicho para situarnos en una ciudad que a la belleza del pasado añade una manera exquisita de entender el presente: apenas circulan automóviles, cuenta con bibliotecas, colegios, universidades, teatro; está viva, no es un mero decorado, como ocurre en tantas otras que se alimentan del turismo.

Ciertamente no me explico cómo consigue pervivir limpia, impoluta, sin pintadas, sin tráfico, aparentemente libre de pobreza, con un turismo importante sin llegar a ser abrumador… No lo sé, pero resulta ideal para pasar unos días; además se encuentra entre valles pre-alpinos, rodeada de verdor, frondosa y húmeda. 

*

Fotografías

*

Josefina Martos Peregrín – Cúpulas y torres en el preciso momento en que comienza, o va a comenzar, la  iluminación nocturna. Al fondo, la città bassa.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Relieves pre-alpinos más allá de las colinas que forman y rodean la Bérgamo amurallada.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Pre-Alpes y atardecer desde la fortaleza de San Vigilio.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Viviendas, iglesias, palacios… Y la hermosa fronda.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Casi de noche.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Pleno sol, negra sombra.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – De frente, en primer plano, el Palazzo delle Raggioni, ahora Ayuntamiento y sede de una magnífica biblioteca.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – «Ventanas animadas» de ayer y de hoy.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Una mezcla sorprendente de frescos pintados hace siglos, arcos que ya no lo son, reflejos vibrantes -como si la pared de piedra se moviera-, ¡y un ojo!

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – El pasado se asoma.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Donizetti -sí, el de El elixir del amor– nació en Bérgamo y, naturalmente, su ciudad le  venera. La imagen no representa a santo alguno, sino a la Caridad.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Uno de tantos rincones, especiales pero abundantes, en la città alta.

*

***

Josefina Martos Peregrín

Categories: Pasadizos secretos

About Author