Elena
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Elena
Crecer a tu lado ha sido una batalla de necesidad con mayúsculas. Me has querido tanto que, cada vez que me vestías para ir al colegio, te obedecía más que a mi madre. Aún mandas así de bien.
Como no me gustaba la leche, con toda la paciencia del mundo, te sentabas a mi lado y mientras chupaba con una pajita mi nescafé, contabas largas historias de aventuras.
A los ocho años, compraste tu primera colección de libros de Michael Ende de la Editorial Alfaguara con el dinero de tu comunión. Los cuales heredaba tras tu primera lectura. De entre ellos, no pude leer a esa edad La Historia Interminable porque me pareció muy largo. Sin embargo, me leía dos, tres, cuatro veces, Cuando Hitler robó el conejo rosa, historia que me fascinó. Ahí, ya sentenciaste que me iban más las lecturas biográficas y de gente aburrida. ¿Qué interés podía tener para una niña la posguerra y la recuperación de una familia cerca de Francia?
También te debo, por tanto, el amor por la lectura.
Aún hoy, cuando me llamas, me pongo firme y empiezo a recordar qué he hecho y qué no, por si me preguntas la lección antes de ir a darte los mil besos que te guardo.
Recuerdo una vez que nos pilló la tarea desprevenidas.
Nos tiramos toda la noche, por no se qué apuntes que había que copiar de nuevo y tareas. De escribir nos dolían las manos. Pero así fue cómo lo conseguimos. Llevabas tu tarea, y yo un examen de sociales que no me había preparado bien, y el cual, casi suspendo.
Pero entera y feliz volví a casa.
Como cada cosa que se hace con amor vuelve, echando la vista atrás, descubro tu intensa forma de querer, de dar un inmenso ejemplo de cariño, excepto cuando te enfadas, que también tienes perejiles. Pero esa es otra historia.
Te quiero, por saber decirme cuánto me equivoco,
por no faltarte la razón cuando me aconsejas, por saber que siendo torpe y testaruda, actúo desde el corazón.
Me sorprende que, aún siendo tan pobre para devolverte todo lo que me das, me quieres tal y como soy.
Abrazada hoy al hilo irrompible que nos une, te mando un beso.
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Gema Córdoba
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