Río que vuelve [Presencia] – I – Poemas de Juan Malpartida
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A María
Río que vuelve
Presencia
UNA PUERTA
Pensé que estaba bien
cerrar con mar
lo que había iniciado entre las olas.
Asistir a la puerta que se cierra
como si solo fuera
otra presencia.
Pero no cesa el viento
de remover los nombres y sus sombras,
la antigua reciedumbre de las aguas
que conducen los ciclos de la luna.
Lecho somos de tiempo que no vuelve,
sedimento de historias disipadas
y esta ciega constancia de las horas.
No hay forma, sólo puertas que son nubes,
una mano que gira en la madeja oscura de los sueños,
un deseo sin rostro:
el no de los espejos, inclinado
sobre el huidizo horizonte de las cosas.
Nada puede cerrarse, todo vuelve,
es distinta la hora y es la misma,
va labrando mi cara, que es olvido;
y la nostalgia, sin melancolía,
de todo lo que fue y me ha vivido.
*
JARDÍN
El tiempo de una tarde ya vencida,
en la vieja niñez, hace mucho,
tanto que es ya del otro mi recuerdo,
en un pueblo del Sur
frente a la tibia costa de Marruecos;
el tiempo de una hoja,
de una piedra que asciende en la caída,
la terraza del mar
en las cambiantes luces del otoño,
y las palabras muertas de los míos:
el triste abecedario de la historia
que pierde la sustancia en la rutina;
qué lentas las orillas de aquel río
ajeno al curso tenso de mis pasos;
junto al muro de cal roído por los veranos,
el pequeño jardín y su pretérito,
la ceremonia estática del limonero
y la perseverante buganvilla.
Sin haberlo pensado, lo supo mi cuerpo:
unos ojos apenas presentidos,
un calor de frontera
y el rumor de los pasos en el laberinto.
*

*
RETRATO, HACIA 1970
En la verde marea o en las palabras,
en la palabra mar
o en su reguero de algas.
Un horizonte azul
y los días aciagos de la infancia,
un rebaño de nubes y el silencio
quemado por la luz de agosto.
No había nadie en casa,
las sombras y las horas ya crecidas.
Arriba, los giros de los vencejos
y sus galimatías.
No había nadie.
En la proa invisible de la tarde,
dentro de ti, los mundos oscilaban
sin mostrar el camino.
Y para conjurar
el sabor de la distancia,
mezclaste los sonidos
bajo la sombra próvida de los árboles.
Los sonidos, las cosas, el mar entrando a puerto,
el dique roto de la noche
en la joven vigilia de las armas.
Aquel deseo, erguido
sobre un alba dudosa, merecía,
algo más que la vida.
*

*
VENTADOUR INTERPELA A LA MUSA
Cómo me cansas a veces con tu lírica,
constructora de puentes, memoria de los pueblos,
pastorcilla del Ser, putón sin cuento.
Me subleva tu permanencia,
y esa manera tan cínica de retirarte,
como si no me conocieras.
Al cabo tú y yo somos materia
de galaxias errantes y tardes de bostezos.
No lo olvides, y vuelve,
aunque sea tan sólo para pasar la noche.
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Juan Malpartida
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Nota
Juan Malpartida. Río que vuelve. Editorial Pre – Textos, Valencia, 2020. ISBN: 978-8418178078.