Katsiaryna Rudenia entrevista a Jorge Ferrer – Interpretación y problemática de la traducción al español de «El fin del Homo sovieticus», una novela de voces, de Svetlana Aleksiévich

Katsiaryna Rudenia entrevista a Jorge Ferrer – Interpretación y problemática de la traducción al español de El fin del Homo sovieticus, una novela de voces, de Svetlana Aleksiévich
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Katsiaryna Rudenia entrevista a Jorge Ferrer – Interpretación y problemática de la traducción al español de El fin del Homo sovieticus, de Svetlana Aleksiévich
Osaré yo jurar —dijo don Quijote— que no es vuesa merced conocido en el mundo, enemigo siempre de premiar los floridos ingenios ni los loables trabajos. ¡Qué de habilidades hay perdidas por ahí! ¡Qué de ingenios arrinconados! ¡Qué de virtudes menospreciadas! Pero, con todo esto, me parece que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que, aunque se veen las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se veen con la lisura y tez de la haz; y el traducir de lenguas fáciles, ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel. Y no por esto quiero inferir que no sea loable este ejercicio del traducir; porque en otras cosas peores se podría ocupar el hombre, y que menos provecho le trujesen.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha
Introducción
Svetlana Aleksiévich es una escritora mundialmente conocida, gracias a sus originales obras y el género innovador de voces que utiliza, fue condecorada con el premio Nobel de Literatura el año 2015. Es la autora de un conjunto literario que consiste en una serie de cinco novelas llamadas Golosá Utopii (Las Voces de la Utopía): U voini ne zhenskoe lizo (1985)1; Poslednie svideteli (100 ne detskij golosov) (1985)2; Tsinkovye malchiki (1991)3; Chernóbylskaya molitva (Jrónica buduschego) (1997)4; Vremia second hand (2013)5.
Nació en la familia de un militar el 31 de mayo de 1948 en Ucrania, en una ciudad llamada Ivánovo-Frankovsk. En el año 1972 se graduó de la facultad del periodismo de la Universidad Estatal Bielorrusa. Trabajó en las revistas regional y republicana, y luego en el periódico “Neman”. Escribía con interés ensayos y noticias, sin embargo necesitaba seguir desarrollándose como escritora (1996: 204). Como describe en su página web, ella se buscaba a sí misma y a su voz en diferentes géneros literarios:
Me buscaba a mí misma durante mucho tiempo, yo quería encontrar algo que me acercase a la realidad, torturara, hipnotizara, que interesase realmente. Quería captar la autenticidad. Es un género de voces, la confesión, testimonios y documentos del alma humana. Este género literario lo asimilé inmediatamente. Sí, de esta manera veo y oigo al mundo: a través de las voces, a través de los detalles de la vida cotidiana y la existencia. (http://alexievich.info).
El escritor bielorruso Ales Adamóvich y sus famosas obras Soy de la aldea en llamas (con la co-autoría de I. Bryl U. Kalesnik, 1975) y El libro de la blocada (con la co-autoría de D. Granin, 1979) influyeron decisivamente en la elección del género literario en que trabaja Svetlana Aleksiévich. Alés Adamóvich lo llamaba de diferentes maneras, intentando buscar la definición más correcta: “novela colectiva”, “novela –oratorio”, “novela – evidencia”, “gente bailando con lobos”, “coro épico”. Svetlana siempre nombraba a Alés Adamóvich como su profesor principal que le ayudó a encontrar su camino.
La novelista no construye una realidad de los hechos, sino una imagen de su tiempo y la manera de imaginarlo. Ella nos presenta a su país a través de la gente que vive en su época. Sus libros se convirtieron en crónicas, en una enciclopedia de casi diez generaciones que ella conoció y con los cuales sigue su camino. Quiere responder a las preguntas: ¿Cómo vivían? ¿En que creían?
El ciclo de obras literarias sobre la gran Utopía empezó a crearse desde 1985, cuando se publicó la primera novela de voces La guerra no tiene rostro de mujer. Desde entonces se publicaron cuatro obras más y Svetlana Aleksiévich se convirtió en una escritora muy conocida, galardona con premios literarios prestigiosos tanto en Rusia, como en Europa o América, hasta alcanzar el Premio Nobel en Literatura en 2015. Pero el país qué intentó realizar el sueño de la Utopía ya no existía. El último trabajo que finalizó el ciclo de los cinco libros se intitula El fin del “Homo sovieticus”, y quiere ser una “despedida” de la época soviética. Pero, no sólo una despedida, sino más bien el valiente intento de esta escritora por entender que había sido del pueblo soviético después de la URSS. (Irgunova: 2013) Esta obra nos va a servir como objeto de nuestro estudio, y la entrevista que sigue gira alrededor de la traducción de Vremia second hand al castellano.
El fin del “Homo sovieticus” trata sobre la caída del Imperio socialista, donde los protagonistas son los testigos de aquellos tiempos. Cada uno de los personajes lo sobrevivió de una u otra manera y relata al lector sobre su experiencia. La obra nos habla del mundo en el cual se encontraba, al cual amaba y en el cual soñaba un hombre rojo, además: lo qué había acontecido en él. Según Naumchik, Aleksiévich, junto con los protagonistas de su obra, intenta analizar y encontrar respuestas sobre lo ocurrido, intenta meditar sobre el pasado y hablar sobre ese mundo en voz alta, para no dejarlo escapar, para conservarlo en la historia (2016: 218-219).
En su página web, Svetlana explica que en El fin del “Homo sovieticus” ella no marca una idea como tal, sino describe la tragedia metafísica de la vida humana, que se encontró en el epicentro de la catástrofe durante la caída del imperio soviético, describe qué y cómo sucedió. Según su opinión, la URSS fue una civilización única: millones de personas en un territorio enorme fueron fascinados por el sueño de construir el Reino de los Cielos en la tierra, el Paraíso, La Cuidad del sol, el Comunismo. Era una sociedad que vivió según las leyes de igualdad y fraternidad. El estado fue fundado a base de los principios de la justicia y tenía la educación gratuita común; la asistencia médica gratuita; oportunidades para los jóvenes; respeto a los ancianos; el trabajo de carácter estatal con un salario proporcional al trabajo prestado y un futuro próspero en una sociedad donde se cubren todas las necesidades del individuo. Esta idea utópica fascinaba y absorbía a los mejores, que se lanzaron hacia una nueva vida con la esperanza de hacer feliz a la humanidad y construir esta vida correctamente (http://alexievich.info). Estas personas están presentes en la obra literaria de Aleksiévich.
En El fin del “Homo sovieticus” los testigos de la época describen lo ocurrido en los años 90 y como cambió su vida, ellos cuentan sobre sus esperanzas fracasadas y bruscos cambios a los cuales no pudieron adaptarse. La caída de la URSS fue un golpe tan fuerte para ellos, que no lo habían esperado y para el cual no se habían preparado. El pueblo fue empujado cruelmente hacia la nueva realidad.
Svetlana no juzga, no culpa, ni justifica a nadie en su novela documental, ella intenta estructurar ese caos de sentimientos que está representado en el libro por las voces de los testigos. Los monólogos están compuestos por los protagonistas sin intervención de la escritora, aunque es un paso muy severo respecto al lector, que está acostumbrado asimilar el punto de vista del autor del libro, de tener unas ideas y opiniones indicadas por el escritor y estar de acuerdo o no con ellas. Según Morozova, Aleksiévich deja al lector a solas con esta espantosa verdad, para que él compare lo que tiene guardado en su conciencia y memoria, con lo que sabe sobre la vida, y que deduzca él mismo sobre la información recibida de los protagonistas del libro (2014).
Los testigos del acontecimiento pueden tener una sensación de existencia de naciones diferentes, pero Aleksiévich no la tiene. Ella posibilita la existencia de diferentes puntos de vista, los oye y los comprende. El punto de vista diverso a lo acostumbrado no es necesario comprenderlo, pero sí se ha de aceptar y entender. Es el mensaje principal de El fin del “Homo sovieticus”. Ella nos da las claves para escuchar al pueblo tal y como es.
La novela de voces consta de personas de diferentes generaciones, diferente educación, posición social, puntos de vista políticos y religiosos y diferentes nacionalidades. Todos ellos relatan sobre sus experiencias, expresan su opinión sobre el asunto, desnudando su naturaleza, donde se ve la verdad sobre el hombre. Anotando sus relatos, la escritora nos da la posibilidad de mirar a lo oculto de la persona lo que siempre tratamos de evitar como nos lo subraya Morozova (2014).
Como afirma Svetlana, toda la historia soviética y post soviética es una tumba fraternal enorme, donde hay sangre a mares, es un diálogo continuo y atormentador entre verdugos y víctimas, donde están presentes las preguntas eternas rusas: ¿Qué hacer? ¿Quién es el culpable? (http://alexievich.info). Entre los centenares de testimonios encontramos mucha gente que nos habla de la Revolución de 1917, del Gulag, de la Segunda Guerra Mundial, de la guerra en Afganistán (oculta del pueblo soviético) y de la caída del Gran Imperio Socialista: es la historia del socialismo y es el tema de sus libros. Su camino es un círculo que le lleva de una persona a otra. Sus libros, uniéndose uno con otro se convierten en una crónica de la historia del alma del hombre soviético y post-soviético. Ella sigue elaborando y probando las posibilidades de su género de voces interesante y original.
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Acerca del Jorge Ferrer, el traductor
Jorge Ferrer nació en La Habana y desde 1994 reside en Barcelona. Es traductor de literatura rusa clásica y contemporánea. Ha traducido a Alexandr Herzen, Mijaíl Kuráyev, Ilya Ehrenburg, Nikolai Leskóv e Iván Bunin, y a Svetlana Aleksiévich entre otros. A lo largo de su actividad ha recibido muchos premios, entre todos destacamos el Premio “La literatura rusa en España”, que otorga la Fundación Borís Yeltsin. En 2014, se integró a la shortlist del Premio Read Russia, concedido a la mejor traducción de literatura rusa a cualquier lengua (Editorial Acantilado).
Jorge Ferrer ha traducido la última obra de Svetlana Aleksiévich, Vremia second hand (El fin del “Homo sovieticus”, 2015).
La problemática de la interpretación y la traducción de la obra de Aleksiévich es el principal objeto de la entrevista a Jorge Ferrer.
II
Entrevista
KR: ¿Dónde aprendió ruso y si le costó mucho llegar a un buen nivel?
JF: Aprendí lengua rusa en Moscú, donde cursé el bachillerato, un año de lengua rusa en la Universidad estatal de Moscú (MGU) y cuatro años de la carrera de Comunicación social en el Instituto de relaciones internacionales (MGIMO).
KR: ¿Qué representa para usted la lengua rusa?
JF: Es la lengua en la que leo a Dostoyevski y Brodsky, a Ajmátova y Chéjov. Es además la lengua que utilicé regularmente entre los catorce y los veintidós años para comunicarme cuando vivía en Rusia. Es, por lo tanto, la lengua de mi formación literaria, la lengua en la que comencé a leer literatura adulta.
KR: ¿Cuándo hizo su primera traducción y qué otros autores rusos ha traducido?
JF: Traduje unas cartas de Dostoyevski hacia 1993. He traducido a Vasili Grossman, Nikolai Leskov, Alexander Herzen, Liudmila Petrushevskaya, Ilyá Ehrenburg, Iulia Latynina, Serguei Lukyanenko, Mijaíl Gorbachov, Guzel Yájina, Mijaíl Kurayev, Iván Bunin, Svetlana Aleksiévich y Vasili Rózanov, entre otros autores.
KR: ¿Quién es y qué representa Svetlana Aleksiévich?¿Cómo han llegado los libros de Svetlana Aleksiévich a sus manos?
JF: La leí inicialmente en francés hacia 2000. El libro sobre Chernobyl: “Voces de Chernóbil. Crónica del futuro”
KR: ¿Hay diferencia entre traducir a Svetlana Aleksiévich y otros escritores rusos? y ¿Qué dificultades ha tenido traduciendo “El fin del “Homo Sovieticus”?
JF: Cada escritor es distinto. A cada escritor hay que abordarlo con una mirada particular. Aleksiévich tiene, además, la particularidad de escribir haciendo uso de distintas voces, lo que obliga al traductor a moverse entre diferentes registros constantemente. Otra marca importante de su prosa es el uso de la primera persona, que requiere una atención especial que mantenga el ritmo de monólogo casi teatral.
KR: ¿Qué opina en general sobre la obra de Svetlana Aleksiévich en el conjunto de la literatura rusa actual?
JF: Ha construido el fresco más completo del poscomunismo en Rusia usando una técnica polifónica excepcional.
¿Quién es y qué representa Svetlana Aleksiévich?
KR: ¿Con qué parte del proceso de traducción disfruta más?
JF: Con la transferencia bancaria.
KR: ¿Cómo afronta la tarea de traducir una obra?
JF: La leo una primera vez de corrido. Después vuelvo a leerla haciendo anotaciones, buscando léxico, de haber alguno específico que presente dificultades.
KR: ¿Cómo afronta la traducción de los coloquialismos, insultos/groserías, frases hechas? ¿Los intenta traducir, para conservar el mismo ambiente en los diálogos, o los cambia por otras palabras?
JF: El traductor es un fantasma que habita el libro. Es el hombre invisible. Todas mis decisiones como traductor van en esa dirección. El lector ha de sentir que está leyendo un libro escrito en su lengua.
KR: ¿Cuándo hay algunas palabras rusas que no tienen correspondencia al español, ¿adopta unas soluciones “domesticantes” o “extranjerizantes”?
JF: Adopto siempre la mejor solución para el lector, según el autor y el caso.
KR: ¿Cuál es su actitud y su opinión sobre el uso de las palabras que no están en ruso, sino en bielorruso o ucraniano y además qué opina sobre la decisión de dejar los términos en lengua original? ¿Por qué según su opinión hay que dejar los términos en su versión original?
JF: Varía según el caso. Normalmente, si añaden color local, las dejo en el original y pongo nota a pie de página. A veces son muchas y conviene añadir un glosario, como sucede con las numerosas voces tártaras que aparecen en la novela Zuleija abre los ojos, de Guzel Yájina, que traduje recientemente.
KR: Con respecto a las notas explicativas a pie de página, ¿las considera de utilidad y qué opinan de ello sus editores?
JF: Incluyo notas cada vez que ello ayuda al lector. No soy proclive a incluir muchas, pero sí las necesarias para la correcta intelección del texto. El traductor no puede dejar al lector su propio trabajo, sobre todo porque rara vez el lector es capaz de hacerlo por sí mismo.
KR: ¿Qué opinión tiene sobre el resultado final de su traducción?
JF: Es excelente. Sin dudas, junto a mi traducción de Una familia venida a menos, de Leskov, y El libro negro, de Vasili Grossmann e Ilyá Ehrenburg, es la mejor traducción salida de mi mesa de trabajo.
Agradecemos personalmente a Jorge Ferrer su amable colaboración para la realización de esta entrevista.
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Katsiaryna Rudenia
Universidad de Málaga
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Bibliografía
Aleksiévich, S. (2013). Время секонд-хэнд (Vremia second-hand), Москва: Vremia.
Aleksiévich, S. (2015). El fin del “Homo sovieticus”, Barcelona: Acantilado.
Bek,T. (1996). Moia edinstvennaia zhizn. Voprosy literatury, №. 1, 204-223.
Naumchik, S, Bibliateca Svabody. XI Stagodzia, (2016). Svetlana Aleksiévich na Svabodze, Mинск: Radio Svaboda.
Sivakova.N.A. (2005). Osobennosti tekstualnoi organizatsii dokumentalnoi povesti Svetlany Aleksievich “Tsinkovyemalchiki”, Vestnik Grodzenskaga dziarzh. un-ta imia Y.Kupaly, (1), №2 (32), 186-194.
Sivakova, N.A. (2014). Tsikl Svetlany Aleksievich “Golosa Utopii”: osobennosti zhanrovoi modeli, Isvestie Gomelskogo gosudarstvennogo universiteta imeni F.Skorini, №1 (82).
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Recursos electrónicos consultados
Aleksiévich, S. http://www.alexievich.info/indexEN.html [consulta: 25 junio 2018].
Editorial Acantilado, (2018). http://www.acantilado.es/ [consulta: 01 julio 2018].
Irgunova N. (2013). Sotsialism konchilsia a my ostalis, Druzhba narodov, 10; http://magazines.russ.ru/druzhba/2013/10/12a.html [consulta: 09 junio 2018].
Morozova T. (2014). Liudi bedy I stradaniy. Znamia,http://magazines.russ.ru/znamia/2014/4/20m-pr.html [consulta: 20 junio 2018].
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Notas
- La guerra no tiene rostro de mujer, 2015, Debate; trad. Yulia Dobrovolskaia y Zahara García González.
- Los últimos testigos (Los niños de la Segunda Guerra Mundial), 2016, Debate; trad. Yulia Dobrovolskaia y Zahara García González.
- Los muchachos de zinc (Voces soviéticas de la guerra de Afganistán), 2016, Debate; trad. Yulia Dobrovolskaia y Zahara García González.
- Voces de Chernóbil. Crónica del futuro, 2015, Debolsillo; trad. Ricardo San Vicente.
- El fin del “Homo sovieticus”, 2015, Acantilado; trad. Jorge Ferrer.
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