La nostalgia de Joaquín Juan Penalva en «Todas las batallas perdidas» – Una reseña crítica de Pedro García Cueto

La nostalgia de Joaquín Juan Penalva en «Todas las batallas perdidas»
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Llega Todas las batallas perdidas, un libro de poemas que viene a engrosar un paso más en la mirada de Joaquín Juan Penalva a la vida. Juan es profesor en la Universidad de Elche y además ya había publicado varios libros con la editorial Huerga y Fierro. Fue premio de la Crítica Valenciana con su libro Anfitriones de una derrota infinita. Es muy destacable su Cronología de Tarkovski, un homenaje al gran director ruso. Hay que decir también que Juan es un gran aficionado al cine.
Con estos mimbres construye Penalva un libro sentimental, donde respira el pasado, dividido en cuatro partes, en la primera destacan poemas como “Llega el circo a la ciudad” o “Carta de Tolouse”, este último refleja ya la nostalgia del pasado cuando dice:
“Destruimos cuanto amamos, / he ahí el fruto / de nuestra desdicha, / de mi descontento: / pintor de litografías, / dibujante de carteles, / propagandistas de cabarets, / artistas por horas, / alcohólico a tiempo completo”.
El verso que dice: “Destruimos cuanto amamos” me parece significativo de esta mirada al tiempo, somos seres en derrota, que vamos acumulando pérdidas vitales, pero que a veces sienten el fulgor que les devuelve a la vida.
En el poema titulado “El libro blanco” asoma otra vez la derrota cuando acabe el poema y dice:
“Hay también muchos fracasos, / todas las batallas perdidas / y pequeñas alegrías comunes…/ hay casi quinientos años de mi vida, / ¡y se leen tan rápido!”.
Nos hallamos ante esa luz cenital que va desgastando el tiempo, vivimos en la penumbra y a veces llega un fulgor que nos ilumina, por ello esta parte del libro se titula “La soledad”. Con “El invierno” llega una segunda parte que alumbra poemas muy descriptivos como el primero “El invierno de nuestro descontento”, aquella célebre frase que dice Ricardo III, en este poema nos habla de 1183, con personajes como Juan sin Tierra, Enrique II, me quedo con los verso que dicen:
“En este invierno / aciago, / portador de nuestra desdicha, / las hienas acechan / al león / en su guarida”.
Clara metáfora de la vida, donde vamos contemplando a los buitres que nos siguen agazapados en la rutina y la costumbre pero que quieren derribarnos.
En “Madrid periferia” una lluvia persistente nos persigue, quizá son las lágrima del tiempo que nos envuelven, la desoladora mirada de los perdedores que son seres que resisten al paso de la vida, seres que saben que en toda derrota hay una victoria, la de sobrevivir a su impacto.
En la tercera parte, “La caída”, me gusta especialmente el poema “Estrella sur” porque sobrevuela el cine de Erice, uno de los más personales e interesantes de nuestra cinematografía, aquel personaje triste enamorado de Dolores Ríos, aquella hija que mira la hondura soledad del padre, que nada puede remediar:
“Mi padre siempre / fue un hombre triste, / pero nunca tanto / como aquellas tardes / en que se refugiaba / en el cine Arcadia / y veía todas las películas / de Dolores Ríos, / a quien él amó / como Laura / antes de la guerra, / en otra tierra, / en otro tiempo…”.
Ese hombre triste que mira a su amada es también el poeta que pasa por las cosas acariciándolas con la nostalgia del niño que ya no es, del hombre que se sabe adulto pero ya no pertenece al mundo, herido en lo más hondo de su nostalgia.
En la cuarta parte hay un sentido homenaje a Kundera y a La insoportable levedad del ser pero también un recuerdo a la muerte de Tyrone Power, pero he elegido el poema titulado “El último libro” donde el libro que permanece para siempre es mirado por el lector que sabe que no permanecerá porque la vida lo borra todo, cuando llega la muerte:
“Y él espera, agazapado, / paciente, / el momento en que / sus páginas / me verán / morir”.
Poema dedicado a su pediatra, refleja el sentido de esa parte titulada “El viaje”, toda vida es viaje que tiene un final, donde los libros y los amores nos acompañan para dejarnos una llama, un fulgor que se apaga al acabar nuestro tiempo vital.
Termina Penalva su hermoso libro con el homenaje a Raíces profundas, la película titulada en inglés Shane, interpretada por Alan Ladd, que tanto gustaba a su padre. Se cumple el ciclo del libro, desde el niño que fue al hombre que ya poco a poco se convierte en su padre y en su memoria.
Todo un hermoso libro donde fluye un lenguaje que nos habla del amor y sus pérdidas, otro paso más en la mirada de Joaquín Juan Penalva a la vida.
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Pedro García Cueto
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Nota
Todas las batallas perdidas. Joaquín Juan Penalva. Huerga & Fierro Editores, Madrid, 2019. ISBN: 978-84-1202-125-7.
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