Tal vez Soñar [Fotografías] – Josefina Martos Peregrín

Tal vez Soñar [Fotografías] – Josefina Martos Peregrín

Tal vez Soñar [Fotografías]

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Tal vez Soñar

Introducción

En este mes de noviembre, otoñal e iniciado con el recuerdo a quienes ya se fueron, comienzo una nueva serie fotográfica: “Tal vez soñar”. Cementerios, con su despliegue de detalles de despedida, de amor, de olvido, de fe en una vida más allá de lo conocido, quizá meros paliativos a la desesperación.

Encuentro una gran belleza plástica en los espacios del definitivo reposo, además de mil detalles expresivos y sugerentes que reflejan la sociedad y el mundo de los vivos en culturas diversas y generaciones sucesivas.

Como animal mortal que soy y como mujer que ha perdido a unos cuantos seres amados, la muerte me afecta aun antes de llegar; he pensado intensa y largamente en ella, he leído y, aún más, he observado a mis semejantes y me he analizado a mí misma. A veces creo acercarme a la aceptación, me digo que no tengo miedo; sin embargo, me basta ver el cuidado con que evito poner mis iniciales sobre las tumbas de las fotografías para comprender que me encuentro lejos de la conformidad.

Me he permitido unas cuantas licencias en este inicio de serie: alterar el color, añadir algún efecto lumínico, si bien, de un modo leve, huyendo del abuso. Matices imaginados con el rabillo del ojo, en su mayoría.

En cuanto a los dos poemas, forman parte de Mortalmente vivo, poemario de amor y muerte que escribí cuando el dolor me permitió volver a escribir. Todo es vida, incluso la muerte.

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Josefina Martos Peregrín – 1

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Josefina Martos Peregrín – 2

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Josefina Martos Peregrín – 3

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Josefina Martos Peregrín – 4

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Josefina Martos Peregrín – 5

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Josefina Martos Peregrín – 6

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Josefina Martos Peregrín – 7

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Josefina Martos Peregrín – 8

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Dos poemas

Tu nombre

Tú eres el corazón que late
en el lirio azul de mi ventana.
Pero también el lívido jazmín oculto
entre las pesadas hojas de mis libros.
Una dalia dormida,
una rosa quemada,
un clavel que, robado entre las tumbas,
se estremece en el cuenco de mis manos.

Me acerco a ti
esquivando incontables mármoles escritos,
queriendo ahondar en el misterio de tu nombre
ya por siempre subrayado por dos fechas.
Tu nombre amado,
tu nombre libre,
tu nombre vivo.
Y me repito,
clavándome las uñas en el alma,
que lo que fue, será,
que el milagro, una vez nacido,
ha de vivir para siempre.

Y regreso confusa al latido de los lirios luminosos
y al silencio de los jazmines escondidos.

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Como América

Lo sé, tú eres el rey de lo desconocido,
tú eres el bosque donde quiero perderme,
el árbol al que abrazo y beso
para sentir el fluido misterioso de la savia.

Amado, tú eres el nido y las alas,
las noches del invierno, viejas,
y el cénit del verano joven y desnudo.

Como tantas cosas que existen
sin que nadie las vea ni las sepa,
como América antes de que la descubrieran,
como galaxia remota no observada,
así vives tú,
en la luz de un día inaccesible
que nadie acierta a imaginar.

[de Mortalmente vivo]

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Josefina Martos Peregrín

Categories: Pasadizos secretos

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