Mise en abyme – On devient poète dadaïste / Un «objet trouvé» chez Immanuel Kant [Las aporías del λóγος – I] – Tomás García Mojonero

Mise en abyme – On devient poète dadaïste / Un «objet trouvé» chez Immanuel Kant [Las aporías del λóγος – I] – Tomás García Mojonero

Mise en abyme – Un «objet trouvé» chez Immanuel Kant [Las aporías del λóγος – I]

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Paul Cézanne – Nature morte au tiroir ouvert [1877 – 1879 / Donation Philippe Meyer, 2000 Musée d’Orsay, Paris. France]

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Sendas perdidas

El título de la sección, y de la serie de apuntes, observaciones y reflexiones con que se inicia y se abren camino, podría recordar inmediatamente, indudablemente, a aquél elegido para la primera traducción al español de los Holzwege de Martin Heidegger, y, aunque detrás de él no están precisamente esos ‟caminos de bosque”, no deja de ser cierto que alguna huella de mi temprana andadura por ellos podría hallarse en estas sendas que no llevan a ninguna parte. En realidad, no obstante su distancia y aparente alejamiento, son los Oku no Hosomichi de Matsuo Bashô su auténtica referencia. Descubrí ese libro, siendo apenas un adolescente, gracias a la preciosa edición de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya, primera traducción al español del michi no nikki de Bashô, y editada por Barral Editores en su espléndida Breve Biblioteca de Respuesta. Lo descubrí, por esos gratos azares, al mismo tiempo que los Four Quartets de T. S. Eliot, en una edición muy querida, publicada por Barral también en su colección Libros de Enlace, con la versión y anotaciones de Vicente Gaos y la Introducción de F. O. Matthiessen.

Tanto las Sendas de Oku [o Senda hacia tierras hondas, en la versión de Antonio Cabezas para Hiperión, o, también, The Narrow Road to The Deep North, como se suele traducir con frecuencia al inglés] como los Four Quartets de Eliot, obra que en otra parte definí como una ‟exploración poética de la música callada del tiempo”, son viajes de exploración en los que sus autores salen de sí mismos para llegar a sí mismos a través de sí mismos, siguiendo unos determinados itinerarios y, ligados a ciertos paisajes, permitiendo que éstos adquieran una categoría espiritual. Y todo ello, naturalmente, a través de sus propias y respectivas lenguas; a través de la poesía, en definitiva.

El ejercicio que podríamos denominar reflexión o meditación filosófica, sin embargo, es otra cosa y tiene otro tono. No obstante, dicho ejercicio es, debe ser también, un viaje de exploración. Una experiencia, si atendemos a lo que las etimologías griega y latina de nuestra palabra manifiestan claramente: ya que el πειρ de ἐμπειρίᾱ y el per de experientia son índices de la efectividad o virtualidad de un viaje. Pero también un experimento, en el sentido en que Kant le da cuando habla, en el Prólogo a la segunda edición de la Crítica de la Razón pura [B XIX – B XXI], de realizar un Experiment der reinen Vernunft. La razón ensaya, realiza tentativas, experimenta.

Mi guía en este viaje [que no se adentra con la profundidad de una κατάβασις, ni alcanza la dignidad de una ἐπιστροφή] será, precisamente, Immanuel Kant. No conozco, en eso que cómoda y convencionalmente se suele denominar historia de la filosofía o historia del pensamiento occidental, mejor pathfinder, geógrafo, topógrafo [¿topólogo?], cazador, trampero y detective, al mismo tiempo, que él. Si hay alguien que haya pensado más, más lejos, con mayor profundidad, con mayor inteligencia [en el sentido literal de leer el interior de las cosas], con la mayor sutileza, con la mayor atención al detalle y a los matices… y, además, del modo más humilde y generoso, me gustaría conocerlo, la verdad.

De la mano de este fino y astuto explorador, sin moverse de su Yukón particular, trataremos de atender la llamada de lo salvaje.

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Mise en abyme – Un objet trouvé chez Immanuel Kant

… il m`est apparu inopinément, comme un objet trouvé… Cherchant à porter le regard sur le détail, je l´ai trouvé d’une autre écriture, appartenant à un autre λóγος, peut-être plus intérieur encore, comme s´il aurait été plié à l’envers. Si cela n’attire pas l’attention c’est qu’il semble sans valeur, ordinaire

Immanuel Kant devient poète dadaïste

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Le livre intérieur de ces signes inconnus (de signes en relief, semblait-il, que mon attention explorant mon inconscient allait chercher, heurtait, contournait, comme un plongeur qui sonde), pour sa lecture personne ne pouvait m’aider d’aucune règle, cette lecture consistant en un acte de création où nul ne peut nous suppléer, ni même collaborer avec nous.

Ce livre, le plus pénible de tous à déchiffrer, est aussi le seul que nous ait dicté la réalité, le seul dont « l’impression » ait été faite en nous par la réalité même. De quelque idée laissée en nous par la vie qu’il s’agisse, sa figure matérielle, trace de l’impression qu’elle nous a faite, est encore le gage de sa vérité nécessaire. Les idées formées par l’intelligence pure n’ont qu’une vérité logique, une vérité possible, leur élection est arbitraire. Le livre aux caractères figurés, non tracés par nous, est notre seul livre. Non que les idées que nous formons ne puissent être justes logiquement, mais nous ne savons pas si elles sont vraies. Seule l’impression, si chétive qu’en semble la matière, si invraisemblable la trace, est un critérium de vérité et à cause de cela mérite seule d’être appréhendée par l’esprit, car elle est seule capable, s’il sait en dégager cette vérité, de l’amener à une plus grande perfection et de lui donner une pure joie.

Marcel Proust, À la recherche du temps perdu, 7. Le Temps retrouvé

Il n`y a pas de Logos, il n`y a que des hiéroglyphes.

Gilles Deleuze, Proust et les signes [1]

Veamos algunos de esos jeroglíficos.

Es könnte nichts merkwürdiger sein, als einen Menschen bei irgend einer ganz einfacher alltäglichen Tätigkeit, wenn er sich unbeobachtet glaubt, zu sehen. Denken wir uns ein Theater, der Vorhang ginge auf und wir sähen einen Menschen allein in seinem Zimmer auf und ab gehen, sich eine Zigarette anzünden, sich niedersetzen, u.s.f., so, daß wir plötzlich von außen einen Menschen sähen, wie man sich sonst nie sehen kann; wenn wir quasi ein Kapitel einer Biographie mit eigenen Augen sähen, – das müßte unheimlich und wunderbar zugleich sein. Wunderbarer als irgend etwas, was ein Dichter auf der Bühne spielen oder sprechen lassen könnte, wir würden das Leben selbst sehen. – Aber das sehen wir ja alle Tage, und es macht uns nicht den mindesten Eindruck! Ja, aber wir sehen es nicht in der Perspektive.

Ludwig Wittgenstein, Vermischte Bemerkungen [1930, 27]

‟Pensemos en un teatro – dice Wittgenstein -, el telón se alza y vemos a un hombre solo que va y viene por su habitación, enciende un cigarro, se sienta, etc., de tal modo que de pronto vemos a un hombre como nunca podemos verlo, casi como si viéramos un capítulo de una biografía con los propios ojos; esto debería ser a la vez inquietante y maravilloso. Más maravilloso que cualquier cosa que un escritor hiciera representar o leer en la escena: veríamos la vida misma. Pero esto lo vemos todos los días y no nos impresiona lo más mínimo.” [2]

 ‟Sí, pero no lo vemos en la perspectiva” – Y de eso se trata, de la perspectiva, del punto de vista. Más adelante, en este mismo apunte, Wittgenstein dice que ‟Por así decirlo, la obra de arte nos obliga a adoptar la perspectiva correcta, pero sin el arte el objeto es un trozo de naturaleza como cualquier otro y el que nosotros podamos elevarlo por el entusiasmo no da a nadie derecho a proponérnoslo.” [3]  ¿O sí? ‟Pero ahora me parece que, aparte de la tarea del artista, hay otra manera de apresar el mundo sub specie aeterni. Creo que es el camino del pensamiento que, por así decirlo, vuela sobre el mundo y lo deja tal cual es – contemplándolo desde arriba, en el vuelo.” [4]

Pero, ¿y si no fuese ni una cosa ni la otra, ni arte ni pensamiento, si no se tratara ni de la tarea del artista ni del camino del pensamiento… Sino, más bien, de un entredós, del Zwischen que encuentra hueco, que abre hueco – er-örtet – entre lo estético y lo lógico? A no ser que no se trate de lo estético bajo una consideración lógica, sino de una dimensión estética, patética mejor, tal vez, ante-predicativa, no gobernada ni por Κρόνος ni por el λόγος discursivo. Una dimensión, la auténtica di-mensión, en y desde la que u-tópicamente veríamos la vida misma, que vemos aparentemente todos los días, y nos sorprendería. Seríamos sorprendidos por ella.

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Pensemos en un teatro, el telón se alza y vemos a un hombre, Immanuel Kant, por ejemplo, que va y viene por la estancias de su casa, enciende su pipa, se sienta y de repente [ἐξαίφνης, en la apertura-abertura del instante] observa que en su mesa de trabajo, o tal vez en la de su cocina, por debajo de ellas, junto a ellas, cierto azar, cierta entropía, han dispuesto algunos objetos, que él podría usar cotidianamente – unas llaves, un tintero, una pluma, una cuchilla, unos libros, papeles, escritos, unas pantuflas, alguna bota, una gorra, servilletas, una botella de vino, vasos, tabaco, cachimbas, té, azúcar, un plato, cuchillo y tenedor, algún cepillo… – en un ‟orden” sorprendente, inesperado. Un orden sin sintaxis. ¿Extrañamente paratáctico?

Schlüssel. Schaff.

Tintenfaß. Feder und Messer. Papier. Schriften. Bücher.

Pantoffeln. Stiefel. Peltz. Mütze. Nachthosen.

Servietten. Tischtuch. Handttuch. Teller. Schüssel. Messer

und Gabel. Saltzfaß.

Bouteille. Wein und Biergläser. Bouteille Wein.

Tobak. Pfeifen. Theezeug. Thee. Zucker.

Bürste. [5]

Los puntos entre las palabras parecen coordinar, pero podrían ser imágenes de choques, la puntuación no cronológica de un extraño tempo, de un tiempo extranjero. Los restos de una Angetroffenheit.

Quizás no es para tanto. Hay que tener cuidado con las subrepciones. No es más que una lista, un listado de objetos de uso cotidiano. Algo que podríamos ver todos los días, como recuerda Wittgenstein, y no debería impresionarnos lo más mínimo.

No obstante, no deja de parecer una serie extraña. Y más extraño aún es el hecho de que Kant haya querido registrarla y anotarla.

Con el permiso de Wittgenstein, contemplándola desde arriba, en el vuelo, no sé si sub specie aeterni, pero sí con una mirada reflexionante, tiene todo el aspecto, como señala Tommaso Tuppini de ser un ‟vero e proprio discorso dell`objet trouvé, dove il carattere di être-trouvé o Angetroffenheit sembra aver inghiottito ogni residuo tratto di oggettualità sintatticamente e predicativamente costituita.” [6] Algo, sea ello lo que fuere, que parece contradecir a John Niemeyer Findlay, como recuerda Tuppini, cuando, lamentándose de la casi total ausencia en el pensamiento de Kant de una atención teorética adecuada ‟al fenomeno, di una sintesi di pensiero, per così dire, della pura coordinazione, di una sintesi selvaggia dell`esperienza, preliminare rispetto al dispiegamento dell`articolazione giudicativo-conoscitiva” [7], reprocha a Kant la falta de una modalidad enumerativa y catalogadora que se limitara a transcurrir de objeto en objeto: esto, aquello, aquello otro… en y por la cual ‟gli occhi e le menti vagano pigramente da un oggetto all`altro prima ancora che noi si proceda a ripartirli e ad esprimerci al loro riguardo.” [8]

¿Una ‟síntesis salvaje de la experiencia”? Pero, ¿no sería esto una contradicio in adiecto? Si hay experiencia, tiene que haber síntesis. ¿Qué tipo de hierro de madera sería una ‟síntesis salvaje”? ¿Algo próximo a ‟l`être de la vie comme être brut”, a la chair como ‟inconscient primordial”, en palabras de Merleau-Ponty?

¿Estarían retornando, en esa escena imaginaria, una perplejidad y un gesto antiguos? ¿Algo que, como aporía cosida en filigrana al λóγος, como su necesaria sombra, le acompañan siempre en su articulación discursiva y en su discurrir κατὰ τὴν τοῦ χρόνου τάξιν?

…‟νῦν δὲ  λόγος ἔοικεν εἰσαναγκάζειν χαλεπὸν καὶ ἀμυδρὸν εἶδος ἐπιχειρεῖν λόγοις ἐμφανίσαι.” – ‟Ahora, sin embargo, – dice Platón en Timeo 49a 3 – el discurso parece obligarnos a intentar aclarar con palabras una especie difícil y oscura.” Platón está tratando ahí de ‟definir”, de hacer entrar en el dominio del discurso la χώρα. Sin embargo, lo que sea χώρα parece no dejarse dominar por el pensamiento discursivo, de un modo similar a lo que ocurre en el Parménides cuando el movimiento mismo del λόγος exige considerar ‟esa extraña naturaleza del instante – τὸ ἐξαίφνης – situada en el intermedio entre el movimiento y el reposo, [y que no está en tiempo alguno]…”. [9]

La χώρα, τὸ ἐξαίφνης, la ὕλη en Aristóteles [a través de la cual repiensa la χώρα platónica], la materia… no serían más que nombres distintos para [intentar] decir lo que no puede se dicho. Intentos, tal vez, de dominar y gobernar [de asimilar, de integrar] lo que siempre resta por pensar, el resto del pensamiento. De ello solo puede haber huellas, trazas, en forma de escisiones: la irreductibilidad materia / forma, la irreductibilidad fenómeno / noúmeno, la irreductibilidad de lo empírico a lo lógico… Instancias aporéticas que pujan y urgen al pensamiento, que lo sacuden. Indecidibles. Problemas en el sentido originario de la palabra πρόβλημᾰ: lo que nos es lanzado; lo que nos es puesto ahí delante como un obstáculo, como algún tipo de barrera; lo que es propuesto como una tarea.

Tal vez se trate de una insurgencia, del desafío frente a la [presunta] autoridad del λóγος discursivo de ese incontenible manantial – surgencia – de elementos conflictivos, tensos, atópicos, ucrónicos, aporéticos. Indominables. Que sólo un pensamiento trágico como el de Heráclito, Hölderlin y Nietzsche, principalmente, dejarían ser en su propia tensión, como signos, como los signos propios de un κόσμος en tanto que espacio de encuentro entre lo Unförmliche y lo Allzuförmliche [10], constituyendo la ‟y” entre ambos el umbral al que hemos convenido en denominar ‟ser humano”. ‟Ein Zeichen sind wir, deutungslos.” [11]

Una ‟síntesis salvaje de la experiencia”, intentábamos pensar con Findlay y Tuppini. Una síntesis anterior a la síntesis, asintética. Asintáctica. A punto de ser síntesis, no pudiendo serlo. Entre la imposibilidad de la síntesis y la construcción del tejido fenoménico. Escapando a la τάξις de Κρόνος, a su disposición, a su dispensación de acuerdo con su disposición pre-disponente.

Kant se ha topado con ello en algunas ocasiones más. ¿Marginales? ¿Se ha debido a un gesto no controlado por su parte, a una especie de lapsus semiconsciente, el hecho de que el registro de dichas ocasiones – y no quiero dejar de señalar, de paso, la importancia que en su pensamiento tiene la fórmula con ocasión de – se encuentre con cierta frecuencia en notas, apéndices o intersticios? No obstante, pienso que su inevitabilidad y su ineluctabilidad no se le han escapado a Kant.

Pero su prudencia, la prudencia de su pensamiento, le han hecho ver que la palabra filosófica, en tanto que discursiva, debe mantener una cierta inseguridad sobre su legitimidad. [12]

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Vincent van Gogh – Nature morte avec planche à dessin et oignons [1889 – Kröller-Müller Museum, Otterlo, Gelderland, Nederland]

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‟Aux vérités de la philosophie, il manque la nécessité, et la griffe de la nécessité. En fait, la vérité ne se livre pas, elle se trahit; elle ne se communique pas, elle s’interprète; elle n’est pas voulue, elle est involontaire.

Le grand thème du Temps retrouvé est celui-ci: la recherche de la vérité est l’aventure propre de l’involuntaire. La pensée n’est rien sans quelque chose qui force à penser, qui fait violence à la pensée. Plus important que la pensée, il y a ce qui « donne à penser» ; plus important que le philosophe, le poète.

[…]

Le leitmotiv du Temps retrouvé, c’est le mot forcer : des impressions qui nous forcent à regarder, des rencontres qui nous forcent à interpréter, des expressions qui nous forcent à penser.” [13]

Como decía al principio, ‟… il m`est apparu inopinément, comme un objet trouvé…” algo, un jeroglífico tal vez, que me ha forzado a pensar; involuntariamente he encontrado una representación con ocasión de la cual he sido empujado a ‟pensar más de lo que se puede expresar por palabras en un concepto determinado.” [14]

Seguiremos recorriendo estas sendas perdidas.

Por el momento, dos indicaciones tan sólo:

«Lire la nature, c`est la voir sous le voile de l`interprétation par taches colorées se succédant selon une loi d`harmonie.»

Paul Cézanne [Conversations avec Cézanne, p. 36]

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«Kunst gibt nicht das Sichtbare wieder, sondern macht sichtbar. »

Paul Klee [Schöpferische Konfession, 1920]

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Tomás García Mojonero

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Notas

[1] Gilles Deleuze. Proust et les signes. PUF [Quadrige], 1964, Paris. ISBN: 978-2-13-063027-2 , p. 124.

[2] Wittgenstein. Aforismos. Cultura y valor. Traducción de Elsa Cecilia Fröst. Prólogo y traducción del Addendum de Javier Sádaba Garay. Espasa – Calpe [Colección Austral], Madrid, 1995. ISBN: 84-239-7381-6 ,p. 35.

[3] Ibid.

[4] Ibid., p. 36

[5] Immanuel Kant. Nachlaß. Phase ρ, Ak. XVII, nr. 4675, p. 651.

[6] Tommaso Tuppini. Kant. Sensazione, realtà, intensità. Associazione Culturale Mimesis, Milano, 2005, p. 187.

[7] Ibid.

[8] Ibid.

[9] Platón. Parménides. Traducción, prólogo y notas de Guillermo R. de Echandía. Alianza Editorial [El libro de bolsillo – Clásicos de Grecia y Roma], Madrid, 1987. ISBN: 84-206-5953-3 . p. 144

[10] Friedrich Hölderlin. Übersetzungen und Philosophische Schriften. Anmerkungen zur Antigone. https://www.hoelderlin-gesellschaft.de/

[11] Mnemosyne Zweite Fassung Friedrich Hölderlin: Sämtliche Werke. 6 Bände, Band 2, Stuttgart 1953, S. 103-104, 122.

[12] Idea que tomo prestada a Jérôme Laurent, aunque en su caso se remite a la palabra de Plotino.

[13] Gilles Deleuze. Proust et les signes. PUF [Quadrige], 1964, Paris. ISBN: 978-2-13-063027-2 , p. 116 – 117.

[14] Immanuel Kant. Kritik der Urteilskraft, Ak. V, s. 315.

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