Una excursión – Una visita a Santa María la Mayor, en la fortaleza de La Mota [Alcalá la Real, Jaén][Fotografías] – I – Josefina Martos Peregrín

Una excursión – Una visita a Santa María la Mayor, en la fortaleza de La Mota [Alcalá la Real, Jaén][Fotografías] – I – Josefina Martos Peregrín

Una excursión – Una visita a Santa María la Mayor, en la fortaleza de La Mota [Alcalá la Real, Jaén][Fotografías] – I

***

***

Una excursión – Una visita a Santa María la Mayor, en la fortaleza de La Mota [Alcalá la Real, Jaén][Fotografías] – I

Merece esta iglesia de la fortaleza de La Mota, en Alcalá la Real, exposición más erudita, pero no caeré en la tontería de copiar la Wikipedia ni ninguna otra página que cualquiera puede encontrar en Google, de manera que, en primer lugar, trataré de las sensaciones y sugestión que me producen sus ruinas, dejando para el final una historia muy resumida resumen del lugar.

De forma análoga, las fotografías no responden al afán de documentar exhaustivamente el monumento, sino a mis gustos y obsesiones.

Adoradora de ruinas y cementerios, ¿cómo no habría de gustarme esta iglesia? Reconstruida y restaurada –de otro modo, no se sostendría-, y a pesar de ello mágica; se siente la mezquita previa, y la probable basílica paleocristiana que la precedió: según el aplastante simbolismo de la sucesión: un templo pisa al anterior, el dios vencedor ocupa el lugar del dios vencido, pues “si ha triunfado será porque es más poderoso”.

Santa María la Mayor, la que fue opulenta iglesia abacial, es hoy un hermoso cascarón que alberga vestigios y recuerdos, tras siglos de servir a los vivos y guardar a los muertos. Como una caracola, ofrece solidez y galas externas -en portadas, torre, gárgolas- en contraste con un vacío interno, organizado en niveles y huellas –el coro, las sepulturas, los nervios cruzados, una capilla… Arcos, espirales, caminos interiores y un laberinto subterráneo de tumbas que ha quedado parcialmente al descubierto.

La anaranjada piedra caliza, calcarenita cálida y vibrante al sol, se enfría cuando entramos en el templo, aunque todo, los muros desnudos, los pilares desmochados del altar, la techumbre extemporánea… nos invita a imaginar el incendio definitivo (1812), la rabia metódica de los invasores, quienes, movidos por la temible lógica de la guerra, se esfuerzan en no dejar tras de sí nada que pueda servir de sustento o de consuelo al invadido.

Para colmo, en el caso de la Guerra de la Independencia española, a la inmensa destrucción causada por los enemigos (ejércitos napoleónicos), se sumó la causada por los aliados (británicos de Wellington), interesados en eliminar cualquier posible competencia económica. En fin, entre guerras y desastres naturales, resulta milagroso que hayan pervivido monumentos de siglos pasados, que esos rostros de las gárgolas aún nos miren y la torre se alce. Milagro y estímulo, puesto que nos empujan a averiguar las circunstancias de quienes los transitaron en vida; y si se trata de ruinas, a mí, incurable romántica, me incitan a charlar con sus fantasmas.

*

Fotografías

*

Josefina Martos Peregrín – Santa María la Mayor: contracielo, contraluz.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Gárgola, sin duda, sabia.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Juegos de nubes.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Pináculos coronando los contrafuertes.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – La naturaleza de la sombra.

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Ojos cerrados (1)

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Ojos cerrados (2)

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Los rostros perdidos

*

*

*

Josefina Martos Peregrín – Ojo abierto

*

***

Josefina Martos Peregrín

About Author