Carmen Escalona Vega: entrañable barro
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Carmen Escalona Vega
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Imagino sus pequeñas manos hundidas en el barro, amasándolo, acariciándolo pacientemente, moldeándolo y modelándolo hasta que poco a poco revela sus secretos. Secretos de la vida. Porque lo que moldea Carmen son sus vivencias, que por la gracia de su arte y el barro se transforman en experiencias. De ahí el título que he escogido: “entrañable barro”. La “entraña”, según el Diccionario María Moliner, es el “nombre vulgar de las vísceras”, pero también es el “interior o parte más oculta de un lugar”; el “núcleo, centro o parte sustancial de una cosa”. Y, asimismo, en plural apunta a la “capacidad de sentir” y, de manera particular, a la “capacidad de sentir compasión”, que significa saber ponernos en el lugar del otro, sentir junto a él.
Como el chillido de las aves batiendo el espacio, el barro es su vocabulario elemental, su gramática primitiva, y a medida que lo moldea va cobrando por medio de sus manos la forma que obtiene guiado por unos sentimientos, por unos recuerdos. De esta manera se pasa de la materia amorfa a la forma, de lo ininteligible a lo inteligible, de lo ilegible a lo legible: es la luz del reconocimiento. Pero, curiosamente, sus obras no solo nos hablan de su vida y de ella, sino también de nosotros, los seres humanos, de nuestras costumbres, valores y de la paradójica condición que nos constituye, tejida a partes iguales de alegría y llanto.
A continuación quisiera desentrañar brevemente siete conceptos que nos permitan ahondar en estas creaciones de barro y contemplar de modo más enriquecedor la obra y el mundo de Carmen Escalona.
- Detalles y símbolos. Uno de los aspectos que primero nos llama la atención es la cantidad de detalles que contienen sus obras. El arte de Carmen está preñado de detalles y de símbolos. Es como si quisiera recrearlo todo. Imposible. E imposible enumerar cada fenómeno que hay ido moldeando con el barro. Este detallismo nos incita a mirar, buscar, indagar… y sorprendernos por lo que encontramos. A veces deja en un rincón unas palabras que nos hacen sonreír, en otros inesperados lugares un dolorido retazo de su vida. Se atribuye a Flaubert la frase, ya popular, según la cual “Dios está en los detalles”. ¿Dónde si no? Estos detalles y símbolos despiertan nuestra curiosidad y agudizan la mirada y la atención.
- Figuraciones costumbristas. El arte es un lenguaje para expresar lo que siente, piensa y cree alguien, pero por medio del cual se pueden reconocer otros seres humanos. Es el tránsito de lo individual a lo comunitario, si es que lo individual no está compuesto de pedazos de la comunidad. En el caso de Carmen ese lenguaje es el de la escultura de barro narrativa en dimensiones por lo general pequeñas y cuyo estilo calificaría de figuración costumbrista. Costumbres de las labores del campo, costumbres artesanales, costumbres de juegos, pueblan sus obras. Esto la aproxima aún más a lo popular, a lo que brota del pueblo. Las costumbres, por lo demás, constituyen nuestra segunda naturaleza. Reflejan los valores y el tiempo histórico de las culturas.
- Dimensión biográfica. Todo arte es de una forma o de otra biográfico. El de Carmen Escalona lo es de un modo muy evidente: surge de sus entrañas, de momentos especiales de su vida, ya fueran desgarradores o bien alegres. Y aparece de manera recurrente ella, o un alter ego de ella, la niña que fue y tal vez no ha dejado de ser, al menos mientras crea o está rodeada de sus seres queridos, con los que puede mostrarse tal como es.
- Carácter elegíaco. Antonio Machado decía: “Se canta a lo perdido”. ¿Crearíamos si no supiéramos que vamos a perder el instante que pasa y no vuelve, lo vivido? La creación quizá sea inseparable de la conciencia de la mortalidad y, por lo tanto, de la conciencia de temporalidad: somos tiempo, somos lo que hacemos con el tiempo, somos la figura que vamos esculpiendo a medida que vivimos. La obra de Carmen Escalona está impregnada de este carácter elegíaco, que se encuentra vinculado con la dimensión biográfica y las costumbres. En el fondo late una vieja aspiración del arte: detener el tiempo. Así lo manifiesta en el último verso de este poema, el epifonema, que es una conclusión válida para otras obras suyas, como veremos:
“Pueblos blancos andaluces
que parecen sábanas blancas tendidas al sol
Torrente de frescura, alegría,
luz y canto.
No hay prisas,
quisiera en esta calles
atar el tiempo con una soga de esparto”.
Pero donde acaso se palpa más claramente esta dimensión elegíaca de su obra sea en uno de sus dibujos más estremecedores, aquel en el que un tronco pequeño aparece abrazado a un tronco firme y grande, símbolo de ella junto a su madre, tal como inferimos por este testimonio suyo: “Estos palos de la linde los tuve que dibujar para conservar el recuerdo. Tú eras el tronco grande y yo el pequeño, abrazándote desde niña. Así lo sentía. Lloré cuando lo arrancaron. Sólo me quedaba este abrazo. Tú ya te habías marchado”.
- Arte como cura. Se aprecia en la anterior confesión que Carmen Escalona, como tantos otros artistas, concibe el arte como una forma de cura. Los traumas se caracterizan por ser irrepresentables para el sujeto que padece la enfermedad. Comenzar a balbucearlo, a darle forma y color, a representarlo, a transformarlo, es ir liberándose, curándose. Según Orhan Pamuk, “la mayor parte de las veces, la razón de nuestra felicidad o nuestra infelicidad es, más que la vida que llevamos, el significado de lo que le damos”. ¿Y de qué dependen esos significados sino de las artes y de lo que cada uno puede elaborar con esas vivencias, los relatos, ya sean verbales, pictóricos, escultóricos… que construimos y con los que construimos nuestra identidad? La escritora Isak Dinesen solía recordar unas palabras sin las cuales no se comprende bien no solo cómo afrontaba su vida sino cómo afrontamos la vida los seres humanos: “Se puede soportar todo el dolor si se lo pone en una historia o se cuenta una historia de él”. Contar una historia es dotar de cierto sentido el sin sentido que nos rodea. Y esto es lo que hace Carmen con sus esculturas de barro, sus dibujos, sus poemas, sus creaciones. El arte para ella es la telaraña que segrega para habitar el mundo, su forma de responder a las innumerables heridas y cicatrices de lo que fue y no fue y pudo haber sido la vida.
- Diálogo entre artes. Si bien sus creaciones más reconocidas son sus esculturas, como hemos visto, el arte de Carmen Escalona no se reduce a esta manifestación: también escribe, dibuja, pinta. Se diría que es su manera de respirar lo que lleva dentro, en las entrañas. Cada expresión artística es una puerta de acceso al mundo. Y a veces ha puesto a la poesía a conversar e iluminar a la escultura. Pero a su vez en sus esculturas ha dialogado con otras artes. Por ejemplo, en su homenaje a Las Meninas de Velázquez, donde aparece ella, o su alter ego, agarrada al tronco de una parra. Ha mudado el palacio por el campo. Como es propio de cualquier artista, todo lo transfigura a su manera, con su sello.
- Además, ha dialogado con escritores, sobre todo con Federico García Lorca y Antonio Gala, escritores con cuyos mundos mantiene un aire de familia en común, quizá por el anhelo de amor y sinceridad, así como por la solidaridad que hay en ellos hacia los seres marginados y excluidos. Merece resaltarse aquí su obra Sobreviviremos, en la que observamos cómo una madre y su hija con un muñeco se mantienen a flote gracias a un madero. Es una de las tragedias de nuestro tiempo en el Mediterráneo, a unos cuantos kilómetros de donde vive Carmen. Nuestros silencios nos hacen cómplices de cuanto sucede; ella no ha querido permanecer indiferente a esos gritos. Y le ha dado forma de barro para que se escuche. Crítica social.
- Entrañable mundo. Todo artista que merezca llamarse así tiene un mundo, una constelación de símbolos por los que reconocemos su obra. La obra de Carmen posee una atmósfera, un clima, un estilo particular por el que se distingue. Una de las obras que refleja mejor su mundo y que posee un sentido del humor y crítico más lúcido es Se cambiaron las tornas, en la que, paradójicamente, se muestra el mundo de la tauromaquia al revés: un toro torea a un torero en una plaza llena, no de público, sino de otros toros que asisten a la corrida, algunos de ellos dormidos ante el espectáculo. A su padre le gustaban las corridas de toros; a ella no. El arte de Carmen brota de sus entrañas y desemboca en las entrañas del público que se demora en sus obras. Al igual que ella su mundo es de una inocencia y de una humanidad que no parecen de este mundo.
16 de Marzo de 2018
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Sebastián Gámez Millán
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Tita Isabel
Tita Isabel, enséñame a que entre en mi pecho el sentir de la guitarra, igual que siento la lluvia cuando me cae en la cara.
Tita Isabel, enseñame el sonido de las palmas, igual que rompe el viento los pámpanos de la parra.
Por eso tita Isabel, profesora de mi alma yo aprenderé a tocar, a cantar y a hacer palmas, porque como ya te digo todo es posible hoy, aquí, bajo la parra.
Carmen Escalona Vega
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Los Títeres
Qué contento estoy, prima Aurelia, de ver titeres y cachiporritas. Cuando lleguemos a casa yo seré el guionista de historias de mariposas encantadas, de flores y señoritas. Pero qué pena me da estos pobrecitos niños descalzos y faltos de pan. ¿La gente no se para al ver tanta injusticia? Sí, Federico, se paran, miran y se van. Tienen pan de sobra y calzan botas para montar.
Carmen Escalona Vega
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El tren de Coín
Tenía seis años cuando vi por primera vez el tren de Coín.
Era una mañana fresca de Otoño de 1949. Veníamos muy temprano con el borrico cargado de la costa de Mijas, con las uvas moscatel y las pasas jugosas y dulces como la miel.
Mi padre hacía trueques, con frutas, plantas, o todo lo que se terciara. De él aprendí esta forma de negociar que tan buen resultado me ha dado. ¡Siempre hay buena gente!
Me llevó a la estación a ver el tren de cerca y monté en un vagón. Para mí fue toda una fiesta. Por eso hice este cuadro. Por el recuerdo que en mí se quedó de aquel precioso día.
La obra está hecha con mucho cariño y los materiales más nobles de esta tierra.
Carmen Escalona Vega
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Así era la vida
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Nota del Editor
Las imágenes y los textos que, en su caso, las acompañan y glosan han sido extraídas con la autorización de Carmen Escalona Vega, a quien Café Montaigne agradece la gentileza y completa disponibilidad, de su sitio web http://carmenescalona.es/inicio/
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