«Conocerte a través del arte»: una investigación antropológica para combatir el aburrimiento y otras cosas – Rafael Guardiola Iranzo

«Conocerte a través del arte»: una investigación antropológica para combatir el aburrimiento y otras cosas – Rafael Guardiola Iranzo

Conocerte a través del arte: una investigación antropológica para combatir el aburrimiento y otras cosas [1]

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A las once de la mañana del pasado 13 de septiembre, Adrián Pino y Jet Brüll, se desnudaron por completo en la sala del Museo del Prado de Madrid donde se exhiben los cuadros que dedicó Alberto Durero a nuestros primeros padres, Adán y Eva. En un vídeo que distribuyeron en la red, los autores de este osado happening declaran que su acción tenía como objetivo destruir “toda una serie de ideas y constructos sociales” que consideraban ridículos. En este caso concreto, Adán y Eva simbolizan “la institución de la idea de género”. Adrián subraya, a continuación, que en su desnudo se mostraba como una mujer, con los genitales ocultos; Jet apostilló diciendo que aunque es biológicamente una mujer, es una mera apariencia. Como colofón, la pareja confesó que querían divertirse y pasárselo bien, “porque la sociedad les parece una parida” y “se aburrían”. Es más, para no pocos críticos y artistas consagrados, la acción de esta singular pareja de jóvenes se podría asimilar a una genuina obra de arte conceptual y ecológico. ¿Se trata de una obra de arte auténtica o es una mera provocación que ofende a las mentes sensatas? ¿Puede ser el aburrimiento uno de los padres de la creación artística, aunque lleve ocultos los genitales? ¿Tienen algo que ver con el fenómeno artístico el deseo de influir y persuadir al receptor?

Empezaré por lo más sencillo: el aburrimiento. Fue el pensador racionalista y brillante matemático francés Blaise Pascal, quien introdujo abiertamente el tema del aburrimiento en la filosofía del siglo XVII. Pascal está convencido de que si el ser humano “no tiene divertimento y si se le deja considerar y reflexionar acerca de lo que es, esta lánguida felicidad no le sostendrá ya, caerá necesariamente en la visión de lo que le amenaza, de las rebeliones que pueden acontecer, y finalmente, en la muerte y en las enfermedades que son evitables” (Pensamientos, aforismo 139). La distracción que proporciona el divertimento es una potente droga que no debe faltarnos, porque nuestro pensamiento debe distraerse de sí mismo y de su propia inutilidad.

Nuestra civilización del ocio ha convertido la diversión en un ídolo incontestable y por ello asumimos con naturalidad la condena de tener que divertirnos a todas horas, y el miedo al aburrimiento se muestra como uno de los más inquietantes. Se me antoja que no estaría mal recuperar el espíritu de Pascal, aunque sin pasarse, reconociendo que el aburrimiento nos puede devolver nuestra humanidad renovada, al hacernos tomar conciencia del tiempo. Es, pues, un auténtico catalizador del pensamiento y de la creación artística, y de las aspiraciones hedonistas del receptor.

Desde ahora mismo les animo, por tanto, a que se consagren a la lectura atenta del nuevo libro del profesor Sebastián Gámez Millán, una de las plumas malagueñas más inquietas del momento, que tengo el honor de comentar. El autor nos muestra en este libro, haciendo uso de la mirada del filósofo, que existe una íntima afección erótica, en el ámbito del arte, entre teoría y experiencia. El profesor Gámez nos habla de sus experiencias especulares con el arte y nos invita a asumir el papel citado de espectadores atentos de las imágenes pictóricas y las obras escultóricas. De este modo, al compartir su goce personal y las opiniones de los expertos, alcanzamos lo universal, acariciamos el viejo sueño del joven Hume de perfilar una teoría antropológica dotada de solidez newtoniana. Y es que el profesor Gámez parte del supuesto de la existencia de una condición humana inapelable que trasciende la singularidad. Nos habla de sus experiencias individuales, engarzándolas con el testimonio de artistas, filósofos, críticos, historiadores y científicos sociales, sin caer por ello en el onanismo intelectual. Lástima que las citas no se ofrezcan a pie de página, para facilitar la lectura y lograr un saludable maridaje con las ilustraciones. Sea como fuere y, a diferencia de lo que ocurre con frecuencia en este tipo de publicaciones –como las que ofrece, por ejemplo, la editorial alemana Taschen-, el discurso del profesor Gámez no es un vago complemento, sin personalidad propia, de ilustraciones en color y bien impresas de obras destacadas y hasta sacralizadas por nuestra tradición cultural. Tampoco se convierte en un estéril ejercicio de erudición narcisista.

Conocerte a través del arte es, esencialmente, una investigación antropológica, un libro interdisciplinar y un lúcido ejercicio de filosofía aplicada. El profesor Gámez sabe, como Kant, que las preguntas fundamentales de la filosofía mundana (¿qué puedo conocer? ¿qué debo hacer? y ¿qué me cabe esperar?) desembocan necesariamente en la pregunta antropológica central: ¿qué es el ser humano? A partir de las reflexiones existencialistas del siglo XX que proclamaban que la existencia precedía a la esencia, y para subrayar la especificidad de la elección en soledad que perfila nuestra existencia libre, el término ilustrado “naturaleza humana” dejó paso al de “condición humana”, pero no perdió por ello sus aspiraciones universalistas.

Gracias a las manifestaciones artísticas podemos lograr, como en el oráculo de Delfos, conocernos a nosotros mismos, reconstruir las señas de identidad de nuestra “condición”, o lo que es lo mismo, en palabras del autor de este libro: comprendernos, interpretarnos y comunicarnos. Por consiguiente, no debemos perder de vista que la perspectiva elegida es cognitiva, dado que reivindica una concepción del arte “como forma de conocimiento simbólico de la condición humana”, en la línea del neokantiano alemán Ernst Cassirer. No obstante, para el profesor Gámez, el conocimiento humano es un conjunto de operaciones que no se pueden reducir a un gris y aséptico procesamiento de información, salvo que ampliemos la intensión y la extensión habituales de este último concepto, como modo de representación. El arte es un producto de la “inteligencia sentiente”, en expresión de Xabier Zubiri, y en él habita el concepto con tanto derecho como las emociones y sentimientos, y nuestra dimensión moral y política. Esta última vertiente es voluntaria y es fiel reflejo de la capacidad de las artes para lograr que nos comuniquemos y transformemos. El arte es, pues, como la caja de herramientas o el cuchillo multiusos del boy-scout, con los que Wittgenstein asimilaba el lenguaje, agente privilegiado de la comunicación y la transformación de nuestra humana condición. Porque con él podemos influir sobre otras mentes y persuadir gracias a su capacidad de simulación. Con el arte podemos también retener los hitos de la memoria, valorar acciones morales, sociales, políticas y creencias tan abigarradas como las que nacen del vientre de la religión.

Haciendo un uso eficaz de la metáfora del espejo, Sebastián Gámez sostiene que podemos reconstruir nuestro perfil antropológico gracias a las pistas que proporciona el arte, incluso sin la aquiescencia del artista. Los protagonistas de los doce capítulos de su libro son Goya, Brueguel el Viejo, Leonardo, Caravaggio, Rembrandt, Van der Weyden, Gericáult, Delacroix, Turner, Velázquez y Miguel Ángel. No sé si se atreverá con los nudistas aburridos que jugaron a ser Adán y Eva en el Museo del Prado. ¿Argumentará, tal vez, el profesor Gámez que el happening citado no es realmente arte? ¿Coincidirá con los artífices del acto, afirmando que la presunta obra revela el anacronismo patriarcal de la institución de la idea de género?

Encuentro cierta sintonía del enfoque de este libro con las viejas tesis de la Sociología del Arte de Arnold Hauser, dado que para el profesor Gámez la totalidad que implica el arte es de naturaleza intensiva. El fenómeno estético es, en palabras de Hauser, “la vivencia plena que el hombre completo obtiene de la totalidad de la vida; es el proceso dinámico en el que el sujeto creador o el receptor se identifican con el mundo, con la vida real y vivida.” El fenómeno estético únicamente adquiere sentido en conexión con la totalidad vital, con esa conexión inmediata entre la idea y el ser en la que se inscribe el ser humano y que abarca tanto la voluntad como la representación. Para Hauser –y me aventuro a pensar que también para Sebastián Gámez- el arte penetra en el mundo de lo profundo y denso debido a la “limitación enamorada de lo real” que caracteriza a las totalidades intensivas. Su totalidad no es la mera suma de partes, ni se dirige a lo extenso y amplio: es inherente a cada una de esas partes, consideradas de manera autónoma, y está dotada de una perfección en sí misma. Tiene por bandera la búsqueda hegeliana de lo universal en lo particular, como ya hiciera en su anterior libro, 100 filósofos y pensadores españoles y latinoamericanos, obra que se inscribe en la noble y necesaria salvaguarda de la tradición enciclopédica de nuestra totalidad culturalmente vivida.

Les confieso que siento una especial debilidad por el capítulo que Sebastián Gámez dedica a la escultura (11. De la verdad de la piedra), pues en él se aborda la fascinante relación entre la belleza y la verdad, y la peculiar idiosincrasia de los “Esclavos” de Miguel Ángel y de sus interpretaciones platónicas y aristotélicas. Me seduce la idea de la liberación de la belleza de las constricciones de la materia amorfa provocada por la mano del artista y su acción transformadora, me cautiva la idea de la obra inacabada y del placer que suscita el descubrimiento de un significado que tan sólo estaba en potencia en el bloque de mármol, como diría El Estagirita. Y no tengo ninguna duda de que es el dios Eros el que sostiene el discurso de Sebastián Gámez, pues es la pasión por Esther, su mujer, la que lo alimenta, mostrándonos sin rubor en Conocerte a través del arte, ese diálogo cómplice, en pareja, que nace al contemplar en museos y publicaciones esas obras de arte que, como decía el autor de “El grito”, logran diseccionar el alma.

 

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Rafael Guardiola Iranzo

 

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Acto de presentación del libro «Conocerte a través del arte» de Sebastián Gámez Millán en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga [20 de Septiembre de 2018]

 

 

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Nota

  1. Sebastián Gámez Millán. Conocerte a través del arte. Editorial Ilus Books, Madrid, 2018. ISBN: 9788416574520