Entre la realidad y el deseo – Acerca de la poesía de Jaime Gil de Biedma – Pedro García Cueto

Entre la realidad y el deseo – Acerca de la poesía de Jaime Gil de Biedma
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Entre la realidad y el deseo – Acerca de la poesía de Jaime Gil de Biedma
De Jaime Gil de Biedma se han dicho muchas cosas: gran poeta, verdadero creador de una época de la poesía en Barcelona, el verdadero maldito de su generación… Una generación, la de los cincuenta del pasado siglo, que dio lugar, entre otras cosas, a la Escuela de Barcelona, entre cuyos miembros más destacados estaban Barral, imprescindible editor, además, Costafreda o Ferrater, entre otros.
Gil de Biedma ha sido contemporáneo de poetas tales como Ángel González, Francisco Brines y Claudio Rodríguez, siendo el diferente tono poético lo que les ha distinguido, un tono articulado en un diálogo continuo consigo mismo, en el caso de Gil de Biedma, en el que se siente un desengaño vital y una cierta amargura ante la vida y se atiende a su búsqueda del placer ‟prohibido”, en lo que parece un camino de autodestrucción.
En su libro Moralidades (1966) vemos la influencia de Eliot, Spender o Auden. Buen lector de los poetas en lengua inglesa, al igual que Luis Cernuda, sus poemas inician un interesante coloquio del hombre poeta con el hombre que se considera uno más del especie, a través de un cierto desdoblamiento que merece ser comentado en este artículo.
He elegido para ello un poema muy conocido Barcelona ja no es bona, o mi paseo solitario en primavera, dedicado a Fabián Estapé, donde podemos encontrar los verdaderos temas de su obra, el paganismo, el pesimismo, la nostalgia, la soledad y el paso del tiempo.
Recuerda a sus padres y los retrata en ese tiempo de blanco y negro, cuando dice:
“Entonces, los dos eran muy jóvenes / y tenían el Chrysler amarillo y negro. / Los imagino al mediodía, por la avenida de los tilos / la capota del coche salpicada de sol,…/”.
El recuerdo va avanzando, la mirada a los seres que viven ya en las fotografías, lo que lleva a los mismos lugares que sus padres, deambula por aquellos espacios que ya el tiempo ha dejado atrás, queriendo recuperar un eco, una sombra, una luz que destelle en ese olvido que es el tiempo:
“Así, yo estuve aquí /dentro del vientre de mi madre, / y es verdad que algo oscuro, que algo anterior me trae / por esos sitios destartalados”.
Y como si quisiese ser testigo del momento de la cópula en que fue engendrado, como una sombra en su interior que pesa, una desolación que hiere, indaga, entonces, por esos rincones donde estuvieron sus padres:
“Yo busco en mis paseos los tristes edificios, / las estatuas manchadas de lápiz de labios, / los rincones del parque pasados de moda / en donde, por la noche, se hacen el amor”.
Vive entonces un tiempo ido, parece como si fuera un exiliado del mundo que persiguiera el eco de sus seres queridos, errante de todo nacer, olvidado, increado en realidad.
Luego habla de la época de la burguesía, de aquellos tiempos donde todo era dinero y poder:
“Oh mundo de mi infancia, cuya mitología / se asocia –bien lo ves-/ con el capitalismo de empresa familiar”.
Vuelve en otro poema de este libro ese deseo de recordar el pasado, en ese afán de ver desnudo un cuerpo, porque solo así se puede unir el deseo a la memoria, al contemplar un cuerpo por la noche sin ser tocado – como un día contó Vicente Aleixandre de una experiencia que vivió – todo se vuelve pureza, el tiempo, eterno y la vida, algo bello.
El poema se llama Mañana de ayer, de hoy, refleja una imagen, como si el poeta mirara un cuadro, donde los colores inundan la vista y todo produce un destello impresionante:
“Es la lluvia sobre el mar. / En la abierta ventana, / contemplándola, descansas / tu sien en el cristal”.
La reflexión del hombre que medita la vida, como en los Cuatro Cuartetos de Eliot o en Le Penseur de Rodin, el acto de mirar, en la senda de Brines que mira el paisaje desde el interior, la aparición del mar, que refleja el sentido de la vida y ese cristal donde se refleja, como un Narciso que se mira en las aguas del río.
Y luego el cuerpo, verlo desnudo es saber que el deseo goza su ímpetu, vive en el poeta, el afán de acercarse a un cuerpo es también la ilusión de vivir, volver a ser después de la nada que es la vida:
“Imagen de unos segundos, / quieto en el contraluz, / tu cuerpo distinto, aún / de la noche desnudo”.
Se ve la imagen, que puede ser el ayer o el presente, que puede estar ahí o haberse alejado, pero al igual que el cristal es reflejo auroral, inicia el mundo. Para Gil de Biedma, la contemplación ya es suficiente, como cuando miramos con atención las estatuas griegas, en el deseo está también la conjunción amorosa, el mirar es tocar, el contemplar es acariciar.
Y el cuerpo le devuelve la mirada, como una sonriente Gioconda, como si hubiese estado allí o en la lejanía, entre un espejismo y un ser real:
“Y te vuelves hacia mí, / sonriéndome. Yo pienso / en cómo ha pasado el tiempo, / y te recuerdo así”.
Todo se hace evocación, cuerpo que es deseo, mirada que es evocación y un desnudo que sin tocar ya es acto de amor.
No hay que olvidar en Gil de Biedma la imagen desgarrada, esa herida abierta en esos lugares en los que busca sus encuentros homosexuales, que le hacen maldito en la vida y en la literatura, en esos lugares en los que se va destruyendo en actos de amor a desconocidos; amores de una noche, de ginebra y cama por doquier, como nos dice en su poema Loca:
“La noche, que es siempre ambigua, / te enfurece –color / de ginebra mala / son tus ojos unas bichas”.
La alusión a las “bichas” expresa el dolor, también el alcoholismo que persiguió para huir de la vida penetrando brutalmente en ella, como Baudelaire, Allan Poe y otros muchos que ahogaron su vida en el alcohol.
“En la cama, / luego te calmaré / con besos que me da pena / dártelos. Y al dormir / te apretarás contra mí / como una perra enferma”.
“Bichas”, “perra”, nos lleva a un vocabulario más violento, quién sabe si del mundo de la prostitución, ese deseo de calma en actos de amor feroz.
En este poema vemos el mundo del poeta, que a veces, cuando se deja llevar por el lirismo, escribe poemas de una gran ternura, pero que no elude la realidad de la vida, todo está en la poesía de Gil de Biedma: el sexo, el tiempo y la muerte.
Para concluir, recuerdo su célebre Contra Jaime Gil de Biedma, de sus Poemas póstumos (1968), donde se echa en cara el ser en que se ha convertido, el hombre envejecido prematuramente porque la vida no le da lo que busca y lo que encuentra no es más que el poso de un tiempo ido:
“Te acompañan las barras de los bares / últimos de la noche, los chulos, las floristas, / las calles muertas de la madrugada / y los ascensores de luz amarilla / cuando llegas borracho, / y te paras a verte en el espejo / la cara destruida, / con ojos todavía violentos /que no quieres cerrar. Y si te increpo, / te ríes, me recuerdas el pasado / y dices que envejeces”.
Ese otro yo que le recrimina en lo que se ha convertido es el espejo de un hombre que ha fracasado en la vida, el espejo de un perdedor.
Parece como si el poeta fuese intuyendo que ese mundo de noches locas, de sombras en las que se contempla desdoblado, le convierten en un ser que se va desdibujando, un hombre que se contempla a sí mismo en el pasado (la infancia) y en el presente (los lugares donde bebe o escribe).
Jaime Gil de Biedma nos queda como uno de los poetas más singulares e irrepetibles de su tiempo, y su legado aún permanece en una poesía en la que, por decirlo con palabras de Cernuda, la vida se abre entre la realidad y el deseo.
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Pedro García Cueto
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Nota
El presente texto es una versión corregida y modificada del artículo original, que, con el título ‟La nostalgia de Jaime Gil de Biedma en Moralidades y en Poemas póstumos”, fue publicado con anterioridad en:
El Coloquio de los Perros – Revista de Literatura [21 de Junio de 2018]: https://elcoloquiodelosperros.weebly.com/artiacuteculos/la-nostalgia-de-jaime-gil-de-biedma-en-moralidades-y-poemas-postumos
En Letralia – Tierra de Letras [26 de Noviembre de 2018]: https://letralia.com/sala-de-ensayo/2018/11/26/la-nostalgia-de-jaime-gil-de-biedma-en-moralidades-y-en-poemas-postumos/
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