Del azar
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Del azar
Mientras el mundo anda consternado por el sars-cov-2, millones de personas esperan su oportunidad de una vida mejor. Seres humanos atrapados en fronteras que delimitaron otros seres humanos, mojados por la lluvia, ateridos de frío, niños llorando, adultos que rezan a un dios que los ha abandonado.
Tienes que saber que no eres si el otro no quiere que seas. Que el azar decide tu destino según dónde nazcas. No importa cuánto llores ni lo alto que suene tu voz. Como mucho tendrás unos segundos en la memoria colectiva de la humanidad.
No importa si yaces muerto en la orilla de los mares de Grecia o de España. Si tu patera vuelca y, en una descarnada lucha por la supervivencia, tratas de agarrarte a algún resto de madera aun a costa de empujar a los otros… no importa. Ya ni siquiera tendrás un hueco en las noticias de las 15:00.
En esta extraña y subvertida distopía, donde todos tratamos de esquivar la frontera entre la vida y la muerte del sars-cov-2, el azar ha desaparecido. Da igual dónde estés. El hombre del saco va a por ti. Y si solo te roza, no te confíes, puede intentarlo otra vez.
El ser humano occidental, encerrado ahora por zonas, atragantado entre sus fronteras, ha perdido su oportunidad de reflexionar. Y si ante una amenaza mundial no lo hace, no lo hará nunca. Siempre he tenido mis dudas acerca del «bien natural». Ya no me queda ninguna respecto a nuestra especie.
Pero tú, que me miras desde la prisión de tu frontera, desde el miedo, desde la soledad… Tú, con tus lágrimas quemando el mundo… tú a mí sí me importas.
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Ana García de Polavieja