Dos poemas
***
No sin ti
No sin ti
pienso vivir…
como hasta ahora
que todavía me mezo
en el arrullo de la danza
de tus palabras.
No sin ti cuando no sea
en el salón la canción aquella,
la mañana del médico,
el teléfono de la noche.
No sin todo lo tuyo
será que viva igual
tal vez sin ti sí
pero contigo siempre serás
la diosa infinita de mis mañanas.
Hoy mientras
aún me recreo
en la suerte de ti
sé que entonces
me limpiaré yo sola
los zapatos
pero como tú decías y así
en lo que seré cuando te vayas
por cada batalla tuya, yo, contigo,
seguiré luchándonos.
*
Un hombre cualquiera
Arrojadas al mundo
sin carril y sin destino,
una silla y una mesa
en la deshabitada terraza
de aquella tasca de pueblo
sostenían aquel bulto
como recogiendo un rato su caminar errante.
Temblorosas las patas de plástico
buscaban equilibrio en la mano que,
apoyada sobre el poso de agua,
encogida y sonrosada
anunciaba el rostro marcado donde,
buscando la salida,
unos ojos nublados y secos
me miraban sin verme
bajo un corte de pelo trasquilado
del que despuntaban
pequeñas gotas
deshecho el hielo
del vaso que agarraba
la mano enjuta que lo sostenía.
Aquellas sierpes y recovecos,
canales y surcos
proyectan sombras
en el rosa enfermizo de su cara.
Nadie parece advertir su alma
desperdigada por los años,
su talento arrastrado,
las ilusiones empeñadas,
embebido todo en simple debilidad,
engullido todo por los fangos del tiempo.
… Nadie se detiene ante un rostro así.
Pero si por un momento una brillo
enciende en la sequedad de su mirada
o una comisura levanta
entre sus labios amoratados
tal vez alguien lograra ver
un consejo de padre,
una pasión desatada de amante,
una joven promesa,
un amigo, un hermano,
un hombre.
Y, sin embargo, la mano apoyada
sobre el poso de agua,
abandonado el vaso vacío,
levanta la pesadez que sostenía
la silla que temblona
en la terraza de un pueblo lo acogía.
… Y se aleja, con paso indeciso,
como un espectro bajo la luz de una farola,
perdida la mirada,
con el corte de pelo
mordido y trasquilado,
sin que nadie sospeche
del hombre que escondido
habita en la aguas turbulentas
encerrado en la charca del olvido.
***
Nuria Pizarro Sánchez