El influjo de Goethe en la literatura finisecular española. Las resonancias de «Die Leiden des jungen Werthers» y las huellas del Romanticismo en los relatos de las colecciones de novela corta del primer tercio del siglo XX – I – Gloria Jimeno Castro

El influjo de Goethe en la literatura finisecular española. Las resonancias de «Die Leiden des jungen Werthers» y las huellas del Romanticismo en los relatos de las colecciones de novela corta del primer tercio del siglo XX – I – Gloria Jimeno Castro

El influjo de Goethe en la literatura finisecular española. Las resonancias de Die Leiden des jungen Werthers y las huellas del Romanticismo en los relatos de las colecciones de novela corta del primer tercio del siglo XX – I

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El influjo de Goethe en la literatura finisecular española. Las resonancias de Die Leiden des jungen Werthers y las huellas del Romanticismo en los relatos de las colecciones de novela corta del primer tercio del siglo XX – I

En 2024 tendrá lugar un hecho literario de gran relevancia, se celebrará el 250º aniversario de la publicación de una de las grandes obras de la literatura universal, Die Leiden des jungen Werthers de Goethe, que salió a la luz en el año 1774.

Con motivo de esta fecha, los museos municipales de Wetzlar, la Casa Goethe de Frankfurt y el Museo Goethe de Düsseldorf celebran una exposición sobre dicha obra, a fin de conmemorar tan destacada celebración literaria.

Es perentorio, por ello, mostrar cómo esta obra gozó de modo inmediato de una excelente recepción en Europa, y también, claro es, en España, donde la huella de Goethe y de este título, se puede observar en variados aspectos.

Como es bien sabido, Las penas del joven Werther es una novela de carácter epistolar, en que su protagonista muestra su pesar por un amor no correspondido hacia la joven Charlotte.  Como consecuencia de no poder vivir su amor, debido al matrimonio de la enamorada con otro hombre, Werther toma la radical determinación de suicidarse.

Está documentado profusamente que tras la publicación de esta obra, se sucedieron numerosos suicidios de jóvenes, no solo en Alemania, sino en otras ciudades europeas, hasta el punto de que a este fenómeno se le conoce como “el efecto Werther”, al producirse por imitación tantos suicidios, llegando en algunos casos los jóvenes suicidas a desear morir, incluso, con la misma vestimenta con que Werther decidió abandonar este mundo: chaqueta azul, chaleco amarillo. [1]

Entre las primeras traducciones que de Las penas del joven Werther aparecen en España, cabe destacarse la publicada en el año 1835, y firmada por José Mor de Fuentes, periodista, escritor y militar, cuya obra, además, quedó impregnada del espíritu de Goethe y de la del romántico protagonista de la citada obra. Es, por tanto, uno de los primeros escritores españoles, en quien la huella de Werther quedó patente. [2]

En el caso de Goethe, se afirma que su personaje nace inspirado en el suicidio por amor de uno de sus amigos, Carl Wilhelm Jerusalén, que dejó huella indeleble en su espíritu.

En España, al  hablar de literatura y de suicidios es obligado remitir directamente al Romanticismo y a Larra, éste es el primer nombre que asociamos en nuestra literatura con este tipo de muerte, y que no deja de impresionar vivamente, dada la valía y la mente tan brillante de este polifacético autor, envidiado y admirado en su época. [3]

El papel de Goethe como fuente inspiradora de escritores españoles es asunto que ha despertado numerosos estudios y vivas polémicas literarias. No es ocioso recordar cómo numerosos críticos literarios señalaron rápidamente la deuda explícita de José Cadalso y sus Noches lúgubres con Goethe. [4] Aunque muchas son las obras de nuestro panorama literario, que hunden sus raíces en Werther, y se hacen eco del pensamiento del autor alemán.

Yo recomendaría tener muy presente en este sentido, a Rafael Cansinos Asséns, uno de los escritores a los que más años de investigación dediqué, y que como crítico literario y lector intuitivo me parece de enorme valía, un talento al que aún no se le ha hecho toda la justicia que se merece. Como digo, resultan interesantes las matizaciones de Cansinos en el prólogo que redactó para las Obras literarias de Goethe, donde certeramente apunta algunas claves que nos muestran a las claras que Goethe era seguido por nuestros autores. [5]

No es extraño, por otra parte,  rastrear la influencia de este espíritu romántico de la obra de Goethe en ciertas novelas por entregas y folletines, que gozaron de gran predicamento en la época finisecular. Es por ello, que nuestra atención en este artículo  se enfocará en un asunto poco estudiado, el influjo de la obra Werther en nuestra literatura del primer tercio del siglo XX, y, especialmente, en las colecciones de novela corta.

Es curioso que en numerosas colecciones de relatos cortos, sus autores expresen su devoción hacia Goethe, y, en concreto, hacia esta obra, cuando la trama argumental versa sobre amores tortuosos y no correspondidos, y con un estilo, cierto es también, de carácter folletinesco. Se registran, así pues, resonancias de dicho título en diferentes escritos de este tenor, incluidos en colecciones de novela corta.

El presente estudio se va a detener en las huellas de Werther en la colección de La Novela de Bolsillo, (1914-1916), donde, no por casualidad, hay una novela, cuyo título no disimula su deuda con el autor alemán y la obra que nos ocupa: La sombra del Werther, número 76 de La Novela de Bolsillo, publicada en el año 1916, y firmada por Miguel España.

Las  palabras que sirven de exégesis a la obra, condensan muy bien la esencia de qué supuso la lectura y éxito de Werther para la juventud de la época, así como para tantos espíritus románticos:

La sombra de Werther se proyecta eternamente sobre la faz de la tierra.  Goethe no hizo en su famoso libro sino encarnar en la persona del protagonista el ideal de la desesperación que, en lucha por amor, derrotado y deshecho, se entrega en brazos de la muerte.  El dolor de amar no tiene en la terapéutica del alma más que un solo remedio: la posesión egoísta, plena y absoluta de la mujer amada. Cuando lo imposible se presenta, cuando se pierde la esperanza de esta posesión, los amantes recurren siempre a la muerte (p. 5).

Se podría decir que es la frustración por no alcanzar el ideal perseguido, el hartazgo vital por no lograr la felicidad soñada y al ser amado, lo que, según, Miguel España, autor de esta novela corta, impulsa a tantos jóvenes a renunciar al futuro y a la vida, como en el caso de los protagonistas de esta obra, a los que “la ceguedad de aquellos dos corazones jóvenes, enamorados, hacíanle confundir el verdadero e intenso amor que uno por otro sentía, con el afecto dulce y tranquilo de los hermanos, y sus esfuerzos mismos por alejarse uno de otro, les fueron acercando a la infelicidad, que más tarde colocara en sus manos la pistola de Werther y de Larra” (p. 56).

Como se puede leer en esta cita, los nombres de Werther y Larra en España, tal como se ha apuntado en líneas precedentes, desde un primer momento se relacionaron, sin duda alguna, se hallaron ciertas concomitancias entre estos dos seres del mundo literario; uno un personaje inspirado en un caso real, cercano al escritor alemán, y el otro un autor español romántico, que parecía sacado de una de sus propias creaciones.

En esta novela, que analizaremos en páginas posteriores de modo detenido, se relaciona el  suicidio, no sólo con la imposibilidad del amor, sino también con la lectura de folletines, novelas cortas, y con la crónica negra española, reflejada en los diarios de la época:

Cuando El Heraldo traía algún crimen pasional los dos primos devoraban con verdadera ansia las crudas líneas del reportaje, y se extasiaban ante los truculentos  fotograbados representando a la víctima de ajenos celos o de su propios  desdenes,  con  los ojos entornados  y la cabeza ensangrentada (p. 43).

La literatura y la crónica negra, en este caso, llevan a imitar tal proceder desesperado, desencadenan estos hechos luctuosos, porque “lo que no puede subsanarse en la vida tiene su remedio en la muerte” (p. 62).

Andrés González Blanco, colaborador de La Novela de Bolsillo, autor erudito y crítico literario reconocido, declara también ser admirador de Johann Wolfgang Goethe en su novela Europa tiembla, número 35 de La Novela de Bolsillo, publicada en 1915. En estas páginas alude en reiteradas ocasiones, al poeta alemán y a su libro, Werther, a esta novela sobre el eterno y triste amor primero, que marca la trayectoria vital de todo ser humano. [6]

Este libro se menciona, en primer término,  al narrar la relación entre uno de los protagonistas de la obra, Weissmartz,  y su amante parisina; mas, la realidad es que con esta alusión, de modo velado, se adelanta el desenlace de la obra:

¡La tragedia de Weissmartz! […], el hecho es que tan cultivado y libresco era  su  espíritu, tan empapado de intelectualismo  deletéreo,  que , así como otros  enamorados  ponen  fin  a  su desventura suicidándose, este Werther de Belosticalle, en  vista  de  la  magnitud  de  su  dolor,  resolvió… estudiar griego (p. 28).

Con cierta ironía uno de los personajes, además, al traerse a colación esta obra, señala que “es menester ponerse en adversario frente al eterno femenino, que nos conduce, no al cielo, como decía Goethe, sino al infierno” (Pág. 30).

Uno de los protagonistas  de esta novela, por tanto, mantenía relaciones con una mujer casada de la buena sociedad de Bilbao, con Covadonga, y en una noche de borrachera, y ante los socios del casino al que pertenecía, revela detalles íntimos de esta relación, dejando en evidencia la reputación de la dama. Covadonga recrimina a su amante, Antoñuelo Beltrán, semejante indiscreción. El caballero, que, realmente, amaba a Covadonga desde siempre, toma una drástica resolución para aquella humillación y para limpiar el buen nombre de la amada: se suicida como prueba de amor inquebrantable, y, consciente de que aquella relación era imposible ya.

Mientras Europa tiembla por el cruento enfrentamiento bélico, y miles de jóvenes soldados morían en las trincheras, un joven español, educado en las más prestigiosas universidades europeas, y ávido lector de Goethe, vierte su sangre, como se registraba siglos atrás en las obras teatrales del Siglo de Oro, en  los dramas de honor de Calderón de la Barca y Lope de Vega [7], para limpiar el honor de la dama amada:

Mas en la edad de los ferrocarriles,

del automóvil y del aeroplano,

sí es cierto que no existen los Aquiles

en terreno y fecundo de secano,

para consuelo, ¡oh, Dios!, brotan a miles

caballeros rivales de Quijano, 

destinados para toda hazaña,

hijos invictos de la eterna España (p. 56).

En otra de las novelas de la colección, Espinas, número 12 de La Novela de Bolsillo, que publica Luis Fernández Ardavín en el año 1914, el influjo de Werther, es también patente. [8]

La protagonista del relato, Soledad, se casó por presiones económicas con Daniel, quien la trataba indignamente. El esposo cae gravemente enfermo, determinando que su hermano venga en su auxilio. A diferencia de Daniel, su hermano Carlos, era un joven educado y noble, que se enamora de Soledad y la trata con exquisitez inusitada. Ella también se enamora, por lo que el esposo, en  cuya biblioteca se hallaba Las penas del joven Werther, se suicida, sintiéndose incapaz de asumir semejante situación, y recordando aquellas páginas literarias célebres.

Sin embargo, el suicidio frustra el amor de Soledad y Carlos, se sienten culpables por su amor prohibido, y el asunto empeora, cuando una noche ambos experimentan un hecho sobrenatural, el fantasma de Daniel se les aparece. Tras semejante conmoción, se separan, aunque el narrador del relato subraya que hay algo que les unirá por siempre, la lectura del libro que repasaban juntos en sus noches de amor y desvelo: Werther.

            Rebuscando en la biblioteca, Soledad, que ahora vive sola en el palacio,         

            ha encontrado abierto aún el último libro que leyera Carlos. Es Werther.               

           En una página subrayadas están estas palabras: <<Pero lo que ni la

           misma eternidad podrá destruir es la ardiente vida que gocé ayer en tus

           labios” (Pág. 62)

En la novela La casa en ruinas, número 99 de La Novela de Bolsillo, creación de Rogelio Buendía del año 1916, nos encontramos con otro joven pergeñado a imagen y semejanza de Werther, romántico, un “Werther”, que se queda “solo con las estrellas” (pág. 30), y ve frustrada su historia de amor por una parálisis, por una grave enfermedad que acaba con su vida en plena juventud.

Pese a todo, la novela más significativa a este respecto es, sin duda alguna, la de Miguel España: La sombra de Werther.

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Gloria Jimeno Castro

Doctora en Lengua Española y sus Literaturas

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Notas

[1] A este respecto, conviene leer el ya conocido artículo de David P. Phillips: “The influence of Suggestion on Suicide substantive and Theoretical Implications of Werther Effect”, en American Sociological Review, nº 3, vol. 39, Jun 1974, pp. 340-384.

[2] Jesús Caseda Teresa: Vida y obra de José Mor de fuentes. CE: HI.MO. 1994. Monzón. Huesca.

[3] Sobre ello es interesante la reflexión y análisis de José Bergamín en “Larra, peregrino en su Patria (1837-1937): el antifaz, el espejo y el tiro”, en Rubén Benítez (coord.). Mariano José de Larra. Taurus. 1979.

[4] De gran relevancia en este sentido resulta el estudio de Robert Pageard: Goethe en España. Madrid. CSIC. 1958.

[5] Rafael Cansinos Asséns: Obras literarias. Madrid. Aguilar. 1944.

[6] Consúltese mi tesis: Gloria Jimeno Castro: La Novela de Bolsillo (1914-1916). Una colección literaria de transición. Leída en la Universidad Complutense de Madrid en 2020, págs. 1496-1517.

[7] Sobre este particular ver A.R. Lauer: “Revaloración del concepto del honor en el teatro español del Siglo de Oro”, en Hipógrifo: Revista de Literatura y cultura del Siglo de Oro”, vol. V, número 1, 2017, págs. 293-304.

[8] Gloria Jimeno Castro: La Novela de Bolsillo (1914-1916). Una colección literaria de transición. Leída en la Universidad Complutense de Madrid en 2020, págs. 1302-1314.

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