Flying Whale (2014): fuera del mundo – Infografías de Fernando Ramos Cordero – Sebastián Gámez Millán

Flying Whale (2014): fuera del mundo – Infografías de Fernando Ramos Cordero
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Flying Whale (2014): fuera del mundo – Infografías de Fernando Ramos Cordero
Flying Whale (2014) se compone de dieciséis imágenes en las que aparecen una serie de elementos comunes: ballenas, cachalotes u orcas, grandes animales marinos surcando el espacio de los bosques, entre árboles traspasados por una luz espiritual.
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Por un lado, estas imágenes nos suscitan extrañeza, la extrañeza que sentimos al contemplar un animal fuera de su hábitat: el agua de los océanos y de los mares. Pero, por otro lado, transmiten serenidad, la serenidad de la naturaleza.
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Estamos, pues, ante dos asuntos recurrentes en la obra de Fernando Ramos Cordero: el ser fuera de su mundo y la naturaleza. Estos dos asuntos hay que relacionarlos con las palabras entre escépticas e irónicas que abren esta serie: “No sé si Dios existe, pero la naturaleza me parece un sitio acogedor”.
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En otros términos, ¿sólo nos sentimos como en casa bajo el amparo de Dios o la presencia de la naturaleza es suficiente? Para los que puedan mantener la fe entre dudas, apostar la vida en espera de algo que no se sabe si llegará puede conducirnos al tormento de la esperanza, puesto que no hay esperanza sin temor ni temor sin esperanza. En cambio, a la naturaleza no hay que esperarla: es aquí y ahora, lo que nos rodea, la inmanencia.
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Por último, es curioso observar el parentesco entre las creencias de este artista y la religión cósmica según Albert Einstein, una religión que descansa en el intento de comprensión del Universo y en la admiración e identificación emocional con el Universo: “Este conocimiento y esta emoción constituyen la verdadera religiosidad; en este sentido, y sólo en este sentido, yo soy un hombre profundamente religioso. No puedo concebir a un Dios que premie o castigue a sus criaturas o que posea una voluntad como la nuestra. Tampoco puedo concebir a un individuo que sobreviva a su muerte física. (…) El individuo siente la futilidad de los deseos y fines humanos y el orden sublime y maravilloso que se revelan en la naturaleza y en el mundo del pensamiento. (…) Y quiere experimentar el Universo como un todo único y lleno de sentido”.
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Sebastián Gámez Millán