La poesía y el arte se transforman en canto y celebración – Entrevista a Sebastián Gámez Millán, con motivo de «Meditaciones de Ronda» – Joaquín Albarracín de la Rosa

La poesía y el arte se transforman en canto y celebración – Entrevista a Sebastián Gámez Millán, con motivo de  «Meditaciones de Ronda» – Joaquín Albarracín de la Rosa

La poesía y el arte se transforman en canto y celebración – Entrevista a Sebastián Gámez Millán, con motivo de Meditaciones de Ronda

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Joaquín Albarracín de la Rosa entrevista a Sebastián Gámez Millán con motivo de Meditaciones de Ronda

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Sebastián Gámez Millán (Málaga, 1981), Doctor en Filosofía, profesor de esta disciplina en Educación Secundaria y Bachillerato, ensayista y articulista en diferentes revistas de filosofía, literatura y arte, ha publicado este 2020 su primer poemario, Meditaciones de Ronda. Esta reciente publicación y la amistad que nos une han auspiciado el diálogo que hoy nos reúne aquí. Poemas de temas variados y caros al corazón humano, que van del amor al duelo, escritos a lo largo de un lustro, se compendian en este título dedicado a su padre, fallecido en 2018. La edición ha corrido a cargo de la editorial malagueña Anáfora, que ha realizado una delicada labor de composición y un óptimo trabajo de distribución para traer a las librerías este poemario que danza entre la palabra y la imagen, pues durante las cinco partes que lo componen nos encontramos con hermosas fotografías de parajes cardinales de Ronda, realizadas por el autor y que recorren todo el poemario con fragancia, frescura y lozanía. En la portada, negra y sobria, reina, casi secreta en la sombra de su ocaso, la cúpula del Mirador de los Viajeros Románticos. De los atributos de este mirador es reflejo este poemario: meditación, viajes y amor.

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JAdlR

Aunque tu poemario está compuesto, como si fuese un pentagrama lírico, por cinco partes o miradores simbólicos desde los que se proyectan y vislumbran cada una de las meditaciones en verso, queda claro que el impulso que los une y la semilla que ha deparado esta publicación ha sido la figura y el recuerdo de tu padre, Sebastián Gámez Villalobos, a quien está dedicado el libro y, como indicas, por quien conociste por vez primera los encantos de esta ciudad. Además de una anécdota conciliadora de todo el poemario, ¿visitar, caminar y meditar Ronda te ha llevado cada una de las veces al recuerdo de tu padre, a seguir sintiendo su mano en la travesía y, en definitiva, a tomar esta ciudad como nexo poético de la relación paterno-filial que se ve así sublimada más allá de la muerte?

SGM

Como recuerdo en el poemario, mi padre fue el primero en llevarme a Ronda cuando era un niño. Guardo en la memoria recuerdos de Ronda de historias suyas que me contó y que tuvieron lugar antes de yo haber nacido. Pero uno ha ido a Ronda no pocas veces antes de que mi padre falleciera, de modo que no siempre que he caminado por sus calles y miradores ha estado asociado al recuerdo de esta ciudad mi padre: el amor, la amistad, la belleza del paisaje, la música, el arte… También me han acompañado y me siguen acompañando. En cualquier caso estaremos de acuerdo que Ronda es una ciudad deslumbrante y cautivadora como para afirmarse por sí misma.

JAdlR

Es sugestivo el primer sustantivo del título que encabeza y acompaña a Ronda: Meditaciones. Filósofos los dos, la analogía con las Meditaciones del Quijote de Ortega y Gasset salta al recordar este título emblemático–que salió a la luz un año después de la estancia de Rilke en Ronda en 1913–, y de hecho se funde la labor del filósofo con el corazón del poeta en tu poemario: preguntar y afirmar. ¿El acto de preguntar desde el canto de la poesía–tus particulares Meditaciones– es una forma de afirmar más profunda, o acaso más libre, que el realizado desde el raciocinio filosófico, que tiende al juicio? ¿Cuál es para ti la distinción primordial entre estas dos formas literarias del acercamiento?

SGM

Inconscientemente me vino el título sin reparar en el primer libro de Ortega, que leí, y que no fue el único de los suyos precedido por este sustantivo. Antes están Meditaciones metafísicas, de Descartes, y otras obras. Como indico en el prólogo, tres disciplinas muy presentes en mi vida, la poesía, el arte y la filosofía, pueden considerarse “meditaciones” en el sentido de que por medio de ellas procuramos acceder a otro modo de percibir, comprender y habitar el mundo. De ahí el título. Por lo demás, poesía y filosofía guardan un aire de familia más próximo del que pueda parecer a simple vista. La filosofía Occidental surge con el poema de Parménides; los diálogos de Platón carecerían de su encanto y belleza sin los mitos y la poesía; la obra de Nietzsche tampoco sería tan persuasiva sin el uso de los símbolos y la poesía del pensamiento. Quiero decir que en muchos momentos poesía y filosofía son sustancias indistintas. Ahora bien, María Zambrano, que reflexionó profundamente sobre estas cuestiones, decía que “la filosofía es pregunta; la poesía, respuesta”. Por lo general, mediante la filosofía interrogamos, criticamos y argumentamos sobre eso que llamamos “realidad”, mientras que la poesía, al igual que las artes, posee otras funciones, como dotar de sentido, celebrar y afirmar la vida. En algunos poemas, como “Meditación sobre las relaciones entre la poesía y la vida”, abordo estos asuntos.

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JAdlR

Tras leer tu poemario, no cabe duda que Ronda es un prisma donde se guardan y concitan sentimientos especiales y pasiones de tu vida, que también señalas en el prólogo: Ronda misma, que se vuelve así origen y meta de tu poesía; el arte y sus eximios creadores, a los que visitas en diálogo silencioso con sus biografías y sus obras para recabar y enriquecerte con otras formas de ser y de creación; el amor y el duelo. Mientras que los dos primeros ámbitos pueden deleitar al lector en una recreación estética, pues nos permiten ser espectadores instantáneos del cuadro que el poeta va haciéndonos, el amor y el duelo tienen además de ello un peso sentimental mayor y dejan un poso profundo más allá de su lectura, pues el lector recoge las experiencias –a un mismo tiempo personales y universales– de estos poemas y las hermana a las suyas; he aquí el diálogo y el abrazo más hermoso. ¿Has tenido en mente algún modelo poético que aunara tan variados temas en una sola obra, o se ha debido más bien a un aprovechar la forma de Meditaciones en que están escritos los poemas como motivo para compendiarlos? En todo caso, ¿qué puente simbólico y a la vez humano desearías que se crease entre los lectores y tú, poeta, con tu poemario?

SGM

No he tenido conscientemente ningún modelo poético para aunar diversos temas. Eso sí, me preocupaba la unidad del conjunto. Salvo contadas excepciones, la poesía es un monumento verbal al instante, se escribe cuando ella quiere y no tiene por qué guardar relación con los siguientes poemas, si no es por la memoria y la imaginación de quien lo escribe. Para evitar que se tratara de un conjunto de poemas deshilvanados, busqué cinco títulos y temáticas que podrían reunir todos estos poemas sin demasiadas disonancias, a su vez reunidos bajo el motivo de las “meditaciones”.

Por lo que se refiere a la segunda pregunta, es algo que apunto al final del prólogo también: aunque uno trate de formular con más o menos suerte sentimientos y pensamientos experimentados por uno mismo, la vocación de la palabra es transitar del “yo” al “nosotros”, reconocer en su voz nuestra voz. Se trata de “leernos”, pero al mismo tiempo “leer” a los otros. Sin ello la poesía carecería de uno de sus más elevados valores, la universalidad. Es, por tanto, una experiencia cognitiva, pues cualquier persona ha podido experimentar el amor y el desamor, la muerte de un ser querido, el duelo… Lo que distingue al poeta-poema es saber descubrir el orden preciso de las palabras para revelar lo que uno ha experimentado pero no acertaba a decir, a comprender, a comunicar.

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JAdlR

La cuarta parte, «Amor en vilo», es, pues, el núcleo donde se concentran tus poemas de amor. Recorren esta parte dos ideas principales, o, mejor dicho, dos bellas ansiedades: la necesidad de estar junto al ser amado, la fuente más pura y certera para conocerte a ti mismo, y la amarga dulzura de reconocer, aún más tras haber madurado y experimentado otras facetas de la vida, que solo el tiempo vivido con ella es tiempo salvado. Así se lamentan y cantan estos versos de tu poema escrito el 16 de mayo de 2015: “Perdóname si a veces me he desesperado / imaginando que podía hacer algo más importante. / Ahora sé que en toda mi vida no hubo tiempo / tan plenamente vivido como el compartido contigo, / quizá el único tiempo verdaderamente salvado”. Esta conciencia lúcida, y en un principio amarga, pues te despierta y aviva el sufrimiento de no sentirte en plenitud de vida siempre que no estás con ella, ¿podría transformarse encanto y alegría ulteriores al permitirte mediante ese dolor valorar mejor el tiempo y, aún más, el tiempo pasado junto al ser amado? ¿Habría otra forma de llegar a valorarlo justamente sin padecer ese contraste doloroso?

SGM

Cualquiera que se enamora quiere estar con la persona amada, pues siente que sólo está dando de sí en su presencia. De lo contrario padece la irrealidad de su ausencia. Borges lo expresó de manera memorable: “estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo”. Pero las diversas circunstancias de la vida te impiden estar en todo tiempo con esa persona. Ahí está el conflicto entre la realidad y el deseo, por expresarlo rememorando el acertado título de Luis Cernuda. La poesía surge con el fin de conciliar la realidad y el deseo, dualidad, por cierto, con resonancias freudianas.

Por volver a buscar diferencias, me atrevería a decir que el poeta posee por lo general una conciencia más acusada del paso del tiempo, de nuestra finitud y del horizonte común que a todos nos aguarda, la muerte. Por ello quizá se acentúa la conciencia elegíaca, la conciencia que procura anticipar lo que está por venir. Quizá si fuéramos inmortales no sólo no creeríamos, tampoco crearíamos ni amaríamos como amamos. Anticipar imaginariamente lo que puede estar por venir es un ejercicio de prudencia y una forma de valorar la presencia de alguien desde la probable ausencia que tarde o temprano sobrevendrá. Por lo demás, la poesía y el arte se transforman en canto y celebración, aunque sea serena. Como diría Nietzsche, “no hay arte pesimista”, el arte siempre afirma. Es salud, cura.

JAdlR

Finalmente, el duelo por la muerte de tu padre cierra tu poemario. Titulas esta quinta parte «Casa apagada y encendida», trasladando y remedando en forma y fondo el título de uno de los poemarios de Luis Rosales, La casa encendida. La polaridad de los participios indica una intermitencia entre la melancolía y el gozo producida por el recuerdo íntimo y la ausencia física. Él estuvo y ahora no está, pero lo amáis indistintamente. En el primer poema de esta parte, “Padre”, el huerto que él cultivó en Portugalete os convoca para esparcir sus cenizas, y en el último poema esta vez es en la casa familiar donde os reunís, y experimentas que todo en ella está vivo de él –el sofá, la cocina, de golpe las fotografías–. ¿Qué ha significado para ti la poesía como instrumento y arte para sublimar tu dolor, para desarmar al olvido, para que, en definitiva, la casa apagada siga encendida?

SGM

Tras su muerte sentía el deseo ingobernable de seguir hablando con él, y la realidad, implacable, lo impedía. Me resultaba insoportable. Lo más parecido a seguir hablando con él era escribir poesía. De manera que en los días posteriores a su muerte se escribió esta última parte que cierra el libro y otros poemas que por distintas razones decidí no incluir. Aunque con frecuencia pasa desapercibido, la poesía, al igual que el arte, posee un valor de ritual y de catarsis. Del mismo modo que la tecno-ciencia nos sirve para transformar y adaptar la naturaleza exterior a nosotros, el arte nos sirve para transformar y adaptar nuestro interior a las circunstancias. Eso también está presente de una forma mágica y conmovedora en La casa encendida de Luis Rosales. Con el participio que añado antes trato de reflejar la dualidad de la vida, las ambivalencias de los sentimientos –no estás ya en casa, pero sin embargo sigues estando porque continúas en nosotros–. Por suerte, no ignorando que padres e hijos no se eligen y que lo que justifica a los padres en tanto que progenitores es la digna felicidad de los hijos, yo le había manifestado en repetidas ocasiones a mi padre mientras vivíamos mi gratitud por existir y sentirme razonablemente feliz, lo que ayudó a que en la despedida estuviéramos reconciliados el uno con el otro y, por consiguiente, no fuera tan insoportablemente desgarradora su muerte. Pero, con todo, me he sentido y sigo sintiéndome en la necesidad de escribir poesía para que la casa apagada siga encendida.

JAdlR

Muchas gracias por tu atención y tus respuestas.

SGM

Gracias a ti.

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Entrevista de Joaquín Albarracín de la Rosa a Sebsatián Gámez Millán

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Nota

Sebastián Gámez Millán. Meditaciones de Ronda. Anáfora Editorial, Málaga, 2020. ISBN: 978-84-9496-868-6 .

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