Tríptico de los dolientes – Tres poemas de Juan Luis Calbarro

Tríptico de los dolientes – Tres poemas de Juan Luis Calbarro

Tríptico de los dolientes [Poemas]

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Tríptico de los dolientes

VI

La infección

La enfermedad se arrima a los dolientes
como el agua a la esponja o al desagüe.
Los dolientes reclaman el contagio
como un callo en el pie la piedra pómez.
Los dolientes requieren de castigo,
dolor que dé sentido a su lamento.

Y el momento es alguno:
siempre hay algún dolor del que quejarse.
Siempre lo hay, no cabe dar excusas
ni lanzar desafíos.
Solo cabe callar, por si el dolor
pasaba despistado, por si escampa
la peste o la gangrena o el catarro
y aún no es el momento.

Por el camino, las penalidades
acosan a los tristes mutilados.
Algunos son esponjas de miseria
que desean la muerte.
Otros gastan sus fuerzas en bravatas
y se caen, rendidos, bajo el cuervo.
Unos pocos padecen en silencio,
no pregonan el duelo, disimulan,
acogen el recuerdo de otros días
como bálsamo absurdo y legendario,
recogen los zapatos del caído,
aprietan bien los dientes, dan más pasos,
el mar, la patria, el pan, la piel, el vino,
soy ese animalillo malherido
que lucha por instinto y sobrevive,
soy todo un hombre, y nada más que un hombre
con su memoria triste,

y el infierno me espera en forma de ave
colgado de la percha de esa rama,
midiendo de reojo, mientras roe
el hueso de un hermano,
la longitud exacta de mi sombra.

*

VII

El hambre

Muchas millas atrás.
Con todo y nuestros años
pocos hemos sufrido esta miseria.
El lujo de guardar un pan mohoso.
El lujo de encontrarlo y no perderlo
cuando hay quien con un ojo y sin escrúpulo
puede matar su hambre.

El tráfico cerval de los mendrugos.

Elegir entre el pan, la cuchillada
o el hambre de los ciegos,
y poder recordarlo.

*

VIII

La muerte

Algunos no soportan la penuria
y el camino feraz cosecha muertos.
La sangre que se espesa,
el jadeo anheloso,
la tortura vital de los repechos:
se sientan en el medio del camino,
yacen en la cuneta,
acechan el descanso, no lo encuentran,
renuncian al recuerdo

(la sombra densa y alma de la madre
una tarde de otoño, el aroma
prístino y seminal
de la leña que arde en el hogar,
el queso aún en su molde, el pan, el suero,
el cuero y su curtido, las axilas
de esa prima cercana en el granero,
el tacto de los muebles,
una biblia,

la nada)

y mueren.

[poemas inéditos que forman parte del libro inacabado La ceguera del soldado búlgaro]

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Juan Luis Calbarro

Categories: El tiempo airado

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