A la caza de instantes a su vuelo – «El cazador de ángeles», de Antón Castro – Una reseña de Celia Carrasco Gil

A la caza de instantes a su vuelo – «El cazador de ángeles», de Antón Castro – Una reseña de Celia Carrasco Gil

A la caza de instantes a su vuelo – El cazador de ángeles, de Antón Castro [Reseña]

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A la caza de instantes a su vuelo – El cazador de ángeles, de Antón Castro

Un instante angelical titila en el paisaje. Es la luz de la belleza que ha logrado trascender más allá de cualquier atisbo de rutina. Dos astros furtivos resplandecen en la noche junto a ese instante y lo contemplan. Son los ojos de Antón Castro (Santa Mariña de Lañas-Arteixo, A Coruña, 1959), que han salido a cazar estrellas, a capturar momentos detenidos, a «mirar el mundo –su estampa intemporal» (Castro, 2021: 12) mientras la escritura germina, «el bosque se arracima en cuadernos» (Castro, 2021: 65) y el yo lírico entabla constantes diálogos con el fulgor originario, siempre desde la cercanía del poeta, que, como el dibujante al que se alude en el poemario, es un «hombre de ida y vuelta» (Castro, 2021: 49) que rompe la distancia hasta el pasado desde la escritura que prolonga hacia el futuro su recuerdo.

A lo largo de las páginas de este último poemario, El cazador de ángeles (Olifante, 2021), Antón Castro se entrega al «tiempo de las confidencias» (Castro, 2021: 20) con una voz lírica que se presenta sigilosa en unas ocasiones, como un arrullo, y en otras, sensual y hasta íntimamente provocadora, mientras sigue buscando la luz con que la colmar otro de sus textos. La caza de los ángeles y de las estrellas sin «rifle ni siquiera puñal» (Castro, 2021: 24) se convierte así en un homenaje en el que el poeta canta a literatos, pintores, músicos, escultores, cineastas, fotógrafos, artistas en general, pero también a los amigos, la familia y el amor, en una captura dulcemente incesante de la lírica candente del goce, de la genealogía, de la naturaleza bucólica de bosques y jardines, de las conversaciones con el más allá, de las evocaciones de la mitología de la infancia en esa «Arcadia ideal» (Castro, 2021: 17) ya abandonada, y, sobre todo, de los intercambios de momentos con fantasmas de luz, con ausencias que iluminan, porque «a veces la mejor compañía no necesita palabras» (Castro, 2021: 21) sino tan solo presentarse con apariencia de vacío y esencia de estrella que todo llena y lo alumbra.

Consciente de que «todo, todo está en la imaginación del que mira» (Castro, 2021: 58), el poeta solidifica sus evocaciones del pasado en palabras porque sabe que la memoria «esculpe la arcilla de los sueños» (Castro, 2021: 94) para poder dilatarlos en el tiempo, porque «es un arsenal de palabras y rostros, el cuento que se renueva a diario de fantasmas y secuencias» (Castro, 2021: 31). Es así como nuestro poeta fecunda con imágenes el paisaje lírico del libro, el suelo fértil en el que anida «su tesoro más íntimo, la escritura pintada de la vida» (Castro, 2021: 47), el instante de luz cazado al vuelo del ángel, capturado con la mirada y trasladado a la voz viva de la escritura, a ese firme «alarido de la creación» (Castro, 2021: 45) que Antón Castro nos dirige, en el que su yo lírico protagoniza verdaderas «metamorfosis de la pasión y el deseo» (Castro, 2021: 55), porque «los instantes pasan y el amor se queda» (Castro, 2021: 87), es energía que se transforma y se transfiere, es lo que perdura y se recuerda, como un «abrazo carnal que nos anuda para siempre» (Castro, 2021: 90).

Con inicio en el paraíso mítico de una infancia a la que siempre se regresa, Antón Castro recorre en este poemario los lugares de la memoria, descubre la importancia de la imagen en el taller del artista, entona un canto corporal a la pasión, evoca el coronavirus en «estos días en los que el tiempo se ha parado y todos intentamos reanimarlo» (Castro, 2021: 108), y, finalmente, hace que todo ello desemboque en un desvelo permanente «mientras la luz engulle los abismos» (Castro, 2021: 117), porque se remonta nuevamente a A Coruña, ante el albor que actúa como guía en el aparente fin del mundo, el faro de Finisterre, que alumbra sus propias imágenes mientras contempla la luminosa soledad de los ángeles y de las estrellas. Y vemos cómo en estos versos Antón Castro titila y pone de manifiesto que existir no es sino una manera de iluminar la oscuridad, «una forma de centellear, de apresar sensaciones, / de distinguir rostros y caricias y voces que conjuran / todos los miedos o el espanto más cruel e inesperado» (Castro, 2021: 38).

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Celia Carrasco Gil

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Nota

Antón Castro. El cazador de ángeles. Olifante Ediciones de Poesía, Zaragoza, 2021. ISBN: 978-8412253566.

Categories: Crítica Literaria

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