Benjamin Constant y sus Diarios
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Benjamin Constant
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Hay diarios escritos para ser publicados, pero la mayoría suelen ser dirigidos a uno mismo, abriendo nuestra alma y desvelando nuestros pensamientos más privados. Es este el caso de estos diarios, que son fragmentarios, incluso sin fecha, a veces rebosantes de emoción y a veces lacónicos. Afortunadamente, además de los diarios desarrolló una actividad epistolar importante, que ha podido servir para completar datos; además, en sus novelas, altamente autobiográficas, leemos entre líneas lo que el autor quiere transmitir y lo que piensa. La actividad literaria de este autor suizo osciló en campos diversos: entre la filosofía de la religión, la novela autobiográfica, los escritos políticos y sus diarios.
Benjamin Constant (Lausana, 1767 – París, 1830) fue un personaje muy peculiar y controvertido: ilustrado y a la vez romántico, además poseía un carácter oscilante, inseguro, dubitativo («si supiese lo que quiero, sabría mejor lo que hago») y con una mezcla de debilidad y de tozudez. Emile Faguet le retrata así: «un liberal que no es optimista, un escéptico dogmático, un hombre sin ningún sentimiento religioso que se pasa la vida escribiendo sobre la religión; un hombre de moralidad muy laxa que basa todo su sistema político en el respeto a la ley moral; y además, un hombre de una maravillosa rectitud de pensamiento y una conducta más que dudosa (…) nunca supo lo que quería, pero siempre supo lo que pensaba.»
El Cuaderno Rojo y Cécile son dos textos autobiográficos, escritos ambos, curiosamente, cuando su autor tenía cuarenta y cuatro años, en 1811. Al momento de escribirlos, ya había tenido unas cuantas amantes y se había casado dos veces, primero con Wilhelmine von Cramm (1789–1795), de la que se divorció, y posteriormente con Charlotte von Hardenberg (1808–1830). El primer texto está escrito literalmente como memorias y el narrador y protagonista es el propio autor, mientras que el segundo, Cécile, está novelado, sustituyendo los nombres originales por otros ficticios. El Diario Íntimo, que abarca doce años (de 1804 a 1816), en una gran parte se ocupa del tiempo que pasó en Alemania mientras escribía su tratado sobre las religiones. Había comenzado su actividad política en 1795, basada en la defensa de los derechos civiles y del modelo liberal británico. Aunque en un primer momento defendió la Revolución Francesa, más tarde se opuso a Napoleón y hubo de exiliarse, junto a su amante Madame de Staël, que era una firme opositora a Napoleón. Sin embargo, ante la convocatoria de Bonaparte en su retorno de los cien días, Constant acudirá y se mostrará favorable a él. Pero eso lo veremos después.
El Cuaderno Rojo es un libro de memorias muy especial. Divertido, políticamente incorrecto y muy espontáneo, aunque, como lo retocó posteriormente, no podemos saber exactamente los cambios que realizó. Comprende los primeros veinte años de la vida del incontinente escritor. En realidad, lo tituló Ma vie, pero el cuaderno donde lo escribió tenía las tapas rojas, lo que al final pareció un título más original que el otro, ya muy usado en anteriores memorias por otros autores. Actualmente también este título ha sido repetido por diversos escritores, por ejemplo, Paul Auster. Pero Auster, en los años que pasó en Francia, seguramente habría leído a Constant.
Los primeros veinte años en la vida de cualquiera suelen ser, salvo excepciones, aquellos en los que se cometen las mayores trastadas e imprudencias. La iniciación a la vida conlleva experimentos, pruebas y errores, como todo aprendizaje que se precie. Constant se llamaba a sí mismo en broma «el inconstante»; más bien parecería que debiera llamarse «el contradictorio» aunque ello no haga juego con su apellido. De ese comportamiento contradictorio tenemos una amplia muestra en estas breves páginas, donde el saltarín y travieso Benjamin da veinte tumbos a diestro y siniestro, siempre huyendo de su padre, figura lejana y alejada, distante y distinta, que le produce temor y temblor. Las damas también le producen cierto temblor, pero ellas parecen verle demasiado joven e inmaduro, a falta de un hervor, como suele decirse. Sin embargo, se lee como si lo hubiera escrito pocos años después de las aventuras relatadas. Se describe a sí mismo como si fuera otro, con la distancia que da la edad.
Educado por tutores que eran sistemáticamente despedidos, ausente el padre por su trabajo y fallecida la madre al parirle, sin hermanos, el asimismo primogénito y benjamín de la familia desarrolló un carácter compulsivo, hiperactivo y absolutamente atolondrado. Lo mismo perdía el dinero a raudales en el juego, que se enamoraba locamente de una mujer para olvidarla al día siguiente cuando encontraba otra más atractiva. Viajaba continuamente, siempre corto de dinero, pedía prestado, viviendo siempre a costa ajena. En suma, una vida de locura, esos primeros años juveniles.
Gran parte de estas memorias cuentan el tiempo que pasó en Inglaterra, cuando se escapó de la tutela paterna y trató de vivir por su cuenta, visitando antiguos amigos, y requiriendo ser ayudado por todos, lo que al final le condujo a una situación verdaderamente lastimosa, obligándole a volver con su padre con la cabeza gacha. Tiene momentos que son hilarantes, y en otros él mismo muestra cuán ingenuo y simple era. En suma, una lectura breve, entretenida y fresca. Una introducción a la obra posterior de este personaje que, como la mayoría de los ilustrados, cuando menos es sumamente atractiva por su variedad y por las referencias a su vida, que rebasaba en mucho la propia ficción.
Por lo que comenta el prologuista y traductor, los siguientes años no fueron muy diferentes, como veremos en Cécile; algo más calmado, aun así continuó siendo un viajero impenitente, un amante inconstante que volvía una y otra vez a los amores pasados, (véase, si no, el caso de la Staël, o la Recamier ), un hombre inquieto y cambiante. La descripción que da Manuel Arranz de Constant corrobora lo dicho: “prototipo de ilustrado, fue un hombre de una actividad incesante y casi compulsiva, tanto pública como privada. Viajó por toda Europa, ocupó cargos públicos en distintos gobiernos, habló cuatro o cinco idiomas, fue amigo de los hombres y mujeres más célebres e influyentes de su tiempo. Jugador empedernido y amante obsesivo, se batió en duelo más de veinte veces y se granjeó con sus panfletos políticos y discursos tantas amistades como enemistades.” Y el propio Constant afirma en estas memorias algo que dice mucho de su carácter: “mis reflexiones en aquel estado de ebriedad eran mucho más sensatas y razonables que las que me había hecho cuando gozaba del pleno dominio de mi razón.” [Pág. 87]
El texto, unas cien páginas, conforma un librito al que se le añaden un jugoso prólogo y una cronología realizados por el traductor, Manuel Arranz.
Cécile se divide en siete capítulos o “épocas”. Comprende quince años de su vida, desde 1793 hasta 1808, es decir, desde que conoce a Cécile (Charlotte de Hardenberg, en la vida real) hasta que se desposa en secreto con ella, aunque esto no llega a figurar en el texto. A la vez describe el encuentro y enamoramiento desmesurado con Madame de Malbée (Madame de Staël, en la vida real). La distribución del tiempo real en las distintas épocas es irregular, como pasaba también en El Cuaderno Rojo. Tiene, como destaca el traductor en el postfacio, un carácter más novelesco que memorialista, y por tanto la interacción de elementos imaginados o tergiversados es mayor. Constant, según el traductor, “jamás afirmó haber escrito una autobiografía con Cécile, un texto que no dio a leer a nadie, y del que no se tenía más noticia de su existencia salvo por alusiones de otros autores, hasta que en 1948 salió a la luz y fue publicado ¡por primera vez! en 1951.
La vida amorosa de Constant oscila entre ambas damas. Con Cécile tiene una relación especial, de ida y vuelta, y es Cécile la que aguanta el vendaval de la vida de su amante hasta que consigue que la despose. Pero el amor más turbulento de Constant fue con la Staël, mujer de armas tomar que exigía sumisión absoluta. A pesar de todo, consiguió romper con ella y amar a otras mujeres, como Madame de Recamier (si bien esto no se cuenta en el texto, porque aún no la había conocido). Pero Cécile continuó siendo su esposa fiel, la mujer que le aceptó tal y como era, sin pretender cambiarle. Le amaba y eso era todo.
En suma, este es un texto que nos dibuja la personalidad de este diletante, un hombre que vive al día, a pesar de ser un ilustrado, un político y un hombre culto y religioso (a su manera). Además, vive en una época muy conflictiva, en la que los vientos políticos cambiaban de dirección tan a menudo que nunca se podía saber bien en qué lado se hallaba cada uno. Leer estos dos textos seguidos es recomendable para comprender esta vida tan agitada. Y como apenas superan las cien páginas, es sencilla y atractiva lectura.
En el Diario Íntimo, por un lado refleja el gozo que le produce la vida contemplativa, pausada, las charlas y veladas con poetas, escritores o pensadores alemanes, como Goethe, Schlegel, Schelling, Wieland, Schiller…llenan su espíritu y le animan en su trabajo. Son altamente jugosos sus comentarios sobre estos otros autores con los que se relaciona, tanto sobre ellos como su obra. Pero a la vez manifiesta una soterrada inquietud, guarda sentimientos políticos encontrados, un deseo impaciente de participar en la política francesa, a pesar de que le indigna el camino que toman las cosas y los vaivenes entre monarquía y convención, entre Napoleón y Luis Felipe.
En la época en que empieza este diario, (como se ha dicho antes, ya había escrito El cuaderno rojo) su relación con Germaine de Staël empieza a resquebrajarse y mostrar cierto enfriamiento. Constant se da cuenta de que necesita una relación menos conflictiva y tensa, sobre todo, una relación donde el dominio lo ejerza él y no ella. En algún punto del diario se dice a sí mismo que lo que necesita es una mujer que cumpla como mujer, ya que con la Staël los papeles estaban cambiados: ella era la que llevaba los pantalones, como diríamos hoy en día. La personalidad de Germaine era tan arrolladora que no dejaba espacio para nadie. Constant intenta trabajar en paz, dedicarse a su investigación histórico-filosófica, pero los continuos movimientos a los que le obliga su amante y los problemas políticos derivados, le crean situaciones perturbadoras. Por ello, finalmente se casa con Charlotte, aunque lo hace de manera confusa y problemática. Todo ello está contado en su novela Cécile, completamente autobiográfica. Charlotte le deparará momentos felices, pero nunca pasión.
En la segunda parte del diario inicia un movimiento de retorno, pasando temporadas en Suiza, y temporadas en París, según Napoleón iba y venía. Finalmente fue elegido diputado y miembro del Consejo de Estado, y refleja su estado de ánimo en sus conversaciones con el emperador, en su retorno de los cien días, y las tensiones que le supone su reintegro a la política, a la vez que (no puede evitarlo) mantiene una turbulenta vida amorosa, guardando buenas relaciones -pero a distancia- con su esposa, Charlotte, aún discutiendo con la Staël, y finalmente, loco de deseo por Mme. Recamier, que por un lado le provoca y por otro le rechaza. Continuamente acudiendo a almuerzos, cenas, veladas de teatro o literarias, donde alterna con muchas mujeres que le perturban y le seducen, hombres con los que departe y comenta sus teorías políticas (Fouché, Tayllerand,…) otros con los que se reta a duelo, (por causa de las féminas), veladas que pasa jugando y perdiendo….en suma, una agitada vida y un permanente deseo de soledad, contrastando con el continuo movimiento viajero y de relación social.
Resumiendo, para aquellos que siguen la obra del escritor suizo, es este un texto interesante, que sumado a los otros dos anteriores, nos sumerge en sus pensamientos y sentimientos, mostrándonos un poco más su vida y el momento histórico que le tocó vivir.
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Fuensanta Niñirola
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Notas
- Benjamin Constant. El cuaderno rojo. Prólogo, postfacio y traducción de Manuel Arranz. Editorial Periférica, Cáceres, 2008. ISBN: 9788493549299.
- Benjamin Constant. Cécile. Prólogo, postfacio y traducción de Wenceslao Carlos Lozano. Editorial Periférica, Cáceres, 2009. ISBN: 9788493692612.
- Benjamin Constant. Diario íntimo. Traducción de Jorge Salvetti. Editorial Alfama, Málaga, 2008. ISBN: 9788493624927.
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