Dos poemas y una pintura: el Otro
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El Otro – Pastel sobre papel – 45 x 32 cm. – Málaga, 2007.
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Insomnio
Dicen que nuestras horas están contadas.
Todo se cuenta y ha de ser contado.
Es más, creo firmemente que alguien
nos suma, nos resta, divide y multiplica,
que algunos son capaces de contarnos.
De poco serviré a nuestros grises contables,
tocados de una cuadriculada fuerza,
que infinitas cifras tabulan
con los segundos que nos restan,
suman, dividen y multiplican.
Confieso que nunca he sabido contar,
que me aturden los números del desprecio,
que me estrangulan los registros numéricos
que enmudecen la respiración de la tierra,
que la vida se me escapa entre los dedos
cuando las voces sólo son sombras de números
agitándose, mezclándose rítmicamente con la dinamita
y los certeros martillazos de Nietzsche en el crepúsculo.
Y comiendo a sentir un repentino cansancio.
Voy a dormir, aunque siempre quise estar despierto
-por lo que pudiera ocurrir-, y así ganar a la vida,
sin números, en calma, en silencio,
ese mágico tercio que nos arrebata el sueño.
¡Quién sabe! Tal vez nuestras horas
estén contadas cuando yo duermo.
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Apenas, sin embargo
Me llama el otro y su blanca acústica
gravita, y acaricia el aire fresco de la mañana
con cinco dedos alargados y gélidos
más cinco dedos alargados y gélidos.
Voy diciendo, tragando palabras, vomitando versos,
amasándolos con harina y levadura de misterios secantes.
Al otro entono cantando dos sílabas y está pronto conmigo.
Porque dos segundos contigo son suficientes,
bastan para llevarte en mi bolsillo y alejar la ausencia.
Nada está en mí, ni siquiera el humo que habito
sin la presencia del otro, sin caminar a tu lado,
rozando el perfume de los almendros
y apartando la hojarasca con paso firme,
lejos del calor de los corazones helados.
Nada está en mí, y sin embargo amo al otro
como al oxígeno y a las rojizas nubes del otoño.
Voy diciendo, tragando palabras, vomitando versos,
amasándolos con harina y levadura de misterios secantes.
Al otro entono cantando dos sílabas y está pronto conmigo.
Porque dos segundos contigo son suficientes,
bastan para llevarte en mi bolsillo y alejar la ausencia.
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Rafael Guardiola Iranzo