En época de rosas – «El sueño de la Primavera» [Primera antología breve de poesía] – XXIX – Carmen Cebrián Bueno

En época de rosas – «El sueño de la Primavera» [Primera antología breve de poesía] – XXIX – Carmen Cebrián Bueno

El sueño de la Primavera – Primera antología breve de poesía – XXIX

 

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Marc Chagall – La femme et les roses [1929 – Museum of Fine Arts, Houston]

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Proclamación del invierno, en época de rosas

 

Cuando más frío hace, en abril,
recorto las esferas,
investigo la ciencia precisa de la flor impaciente,
lanzo ovillos de lana a los calderos de lumbre
y al tender tus trabajos de arquero
sobre el punzón de las hectáreas,
en el continuo exhibirse del menguar y crecer de las lunas
que vuelen, la tierra
se despierta abrasada.

Los pinceles de Millais flotan los estanques, imaginan
y presagian un acá insolado
de uvas y ciruelos,
un solar que transporta la verdad,
similar a una balsa de medusas, e ignoran el istmo que abriga
el alarido en balde de los hundimientos.
Las adelfas comen sal por quemar las partidas,
empujan tirolinas en la repetida función
de los inútilmente confinados
en refugios de hojalata, a la vez que un remero de galera da brazadas
con cien palas de plástico.
Si pudieran habitarse las aguas transidas de tiempo,
si en los sótanos del lamentar pudieran elevarse
unas cimas…

Hay un acordeón de sangre en el proyectil del crucigrama,
un olor metálico de esquirlas,
cada vez que el disparo trocea mi garganta, y, algunos días,
brota un ruido de tibias consonantes, o me roban la voz,
o enmudezco.
Ahora habito la condición de la esperanza, el fin de una travesía
de más de cuarenta años
por monólogos de arena zurcidos con esparto,
ahora descanso en la escalera tricolor de la catarata fugitiva,
sobre un tronco mullido de vaivenes.
Ahora duermo en un estanque
sin pájaros.
Llevo en esta alma de siglos una brújula de principiante,
el bosque y la flecha de todas mis conversaciones.
Las jaulas de mi blusa os dejan entrever
el libro mudo, las líneas secretas,
los mundos que encierro en una baraja;
el armero de una munición de llantos que extrae mis lágrimas
con manos de partera,
y un velo añil para la cara
del que da su último paseo.
En el mes de abril, las cerezas me saben a estaño.

Aún tienes en las manos la sal pura y las túnicas naranjas
de la clave de sol,
el coro furtivo, los mantos de lino que hacen malabares con tormentas,
y un colgante de violines
para mi boca, para mi pecho,
y el silbo rojo del colibrí,
en tus dedos de mago y alquimista.

En las noches clandestinas como esta, cargo una redoma
repleta de un rapto de gotas de rocío, el león verde del sueño de Jacob
junto a la piedra tosca, y dos clarinetes sostienen
la escalera infinita para trillar un cielo.
En esta noche sin bruma, para atrapar la llama de las gotas transparentes,
acompáñame, y me enseñas a embalsar
las aristas anegadas y los suelos desbordados
en un frasco de cristal, en la orilla del cautiverio
de esta noche.
Muéstrame de nuevo, una y cien veces más, como las lunas que crecen
de menguante a plenilunio,
el taller de hornos y alambiques, el búho disecado, la rosa blanca,
el azufre, la sangre coagulada, la piedra de aire, el abismo
de una palabra,
en la nocturnidad secreta de esta orilla.

Los almendros se mudaron a territorios de largas jornadas
y horas sin sueño, de palabras de madera
trepando incesantes la sima profana, el inesperado fosal
de sus ramilletes de pétalos.

Sin embargo, hay un modo de plantar un horizonte de higueras
por la caída del tiempo, una abadía donde los brotes coman
diámetros al destino, una acequia que extinga los fondos del rapto
de aquel extravío.

Hace frío. Para abrigarme con tus viejos gabanes y sentir
la carne, la pena y las glorias de las antiguas batallas,
para atrapar el vuelo de las cornisas de piedra, de ayer,
de hoy, de mañana, de ahora,
vacío la voz
y rebosa un dolor gélido, de metrallas congelado,
la palanca de fuego que inclina los vientos
y escurre con ortigas
las travesías de tu ropa.
En este invierno, se colman de abejas el montón de minutos
que apilé en las esquinas,
y el silbido del aire….

Háblame de los días previos
a la proclamación del invierno. Enséñame
a recordar.
Convénceme de que en estas estepas
se transmutan los nombres,
y los pardos inviernos,
en época de rosas.

 

Marc Chagall – Bouquet près de la fenêtre [1959 – 1960]

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Carmen Cebrián Bueno

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