La máquina onírica – Escrituras automáticas – II
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No tengo poesía para la nada
“eres un mal necesario”
dijo la sincericida con su dedo en mi sien
tu realidad solo se va formando en la medida que la crees posible
pero soy de «no» fácil
pedí lluvia y acaba de caerme toda en mitad de un puente y sin paraguas
mis noches están llenas de ruidos que no entiendo
y toda esta desolación en borradores
me he perdido en un sueño de Virginia Woolf
no sé cómo volver
mezclo las ganas con la tristeza y vomito carreteras
me adentro en el mal ajeno y me cuento veinte
así obviamos este silencio
que no lleva a casa
todas mis habitaciones desconocidas tienen un techo común
yo lo sé
y lo saben las flores de las cunetas
por eso ando siempre calada hasta los huesos
¿quién protege la piel del refugio?
*
no hables cuando sientas en peligro las palabras
mi nombre se derramará en algún mar profundo
salgo del agua
y ahí, frente al espejo
todo el bien y el mal
con los pezones erguidos
como única respuesta
sigo descalza y sin resolver (…)
*
todo amor se reconoce por su rastro de víctimas
el mentiroso solo es alguien que no entiende que no se puede dejar de jugar a la verdad
puedo permitirme llamarte mentiroso
yo
que siempre ando escondida en el baño de la felicidad estándar
y observo como pierde los dientes mientras la araño para que parezca mía (…)
*
voy a empezar a escribir en tu contra
vuelvo a ti como a la chica alta de la bata japonesa que me abre la puerta
mientras me eclipsa y su imagen se graba como una mina escondida en mi cabeza que hoy explota difuminando su rostro entre esta niebla pantanosa
estoy llena de picaduras de algo invisible que me zumba
eso que zumba
debo de ser yo
atrapada en un vaso que simula una habitación este viernes noche
en una ciudad que trata de volver a dibujarse
mientras miro al vacío desde este quinto improvisado de realidades a medio construir
¿qué habrá en medio de tu nada que no sea igual que la nada de cualquiera?
(me fundo en negro)
no tengo
poesía para la nada
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Soledad Arcos