La tierra prometida – Una reflexión acerca del trabajo artístico de Cristóbal Toral – Sebastián Gámez Millán

La tierra prometida – Una reflexión acerca del trabajo artístico de Cristóbal Toral
***

***
La tierra prometida – Una reflexión acerca del trabajo artístico de Cristóbal Toral
El arte nos pone frente a nosotros mismos, nos refleja y nos cuestiona.
Extrañas criaturas los humanos, que acaso no podemos pensar de forma compleja sin figuraciones, sean verbales, visuales, auditivas… Así lo hacen los artistas, con imágenes y palabras tejemos y destejemos nuestras identidades. Cristóbal Toral (1940) no sólo es un excelente pintor sino un polifacético artista y testigo revelador de nuestra época. Quizá por circunstancias vitales, sensible a la condición viajera del ser humano, en las miles de maletas que pueblan sus pinturas, esculturas e instalaciones, Toral ha reflejado el drama –cuando no la tragedia– sin fin de los emigrantes, los éxodos que no cesan.
Con materiales desechados, en La tierra prometida (2014) recrea una imagen simbólica de la Valla de Melilla: allí advertimos huellas en la arena, zapatos, guantes, prendas ensangrentadas atrapadas en esa espinosa geometría. Es un símbolo de ese imperecedero conflicto entre la libertad y la seguridad, tema que ha estallado con las devastadores consecuencias de la pandemia mundial y del que se ocuparán las VIII Olimpiadas de Filosofía: ¿No restringen las medidas de seguridad nuestros márgenes de libertad? ¿Puede haber libertad sin seguridad? ¿Se puede encontrar un equilibrio razonable entre estos valores?
Además de testigo de nuestro tiempo el arte es un faro que ilumina el mundo a la vez que nos permite tomar distancia y perspectiva para intuir cómo nos juzgaremos en el futuro. ¿No hay falta de humanidad en el trato que reciben a menudo los nacidos en África? ¿Acaso hay mérito en nacer en un lugar o en otro? ¿Qué sucedería si se levantaran las fronteras? Este es otro conflicto imperecedero: el de lo real y lo ideal, el de lo pragmático y lo utópico.
La expresión elegida para nombrar esta instalación anticipa el título de las recientes memorias de Barack Obama, Una tierra prometida (2020), el primer Presidente de Estados Unidos negro y de origen afroamericano, alguien que, a diferencia de tantos que mueren entre aguas, tuvo la suerte de cumplir el sueño americano. Es la esperanza, que nos parpadea desde el horizonte imaginario y a la vez nos seduce fatalmente como los cantos de sirena a Ulises.
A pesar de sus no pocas deficiencias, la Unión Europea es uno de los más ambiciosos y civilizados proyectos políticos mundiales, pues nunca en la historia del viejo continente ha existido un período de paz y prosperidad tan dilatado como el vivido desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, con la excepción de los Balcanes. Sin embargo, la Unión Europea será juzgada por la ausencia de política de inmigración mientras el Mediterráneo se convierte en el cementerio marino más vasto del planeta.
“¿Dónde negociaremos sobre la vida y la muerte?”, se preguntaba Wislawa Szymborska en “Hijos de la época”: “mientras tanto, muere la gente, / mueren animales”. El arte nos pone frente a nosotros mismos, nos refleja y nos cuestiona. Obras como La tierra prometida nos lo recordarán para no perder de vista nuestra humanidad, que aparece y desaparece como los cuerpos sin vida de las personas en el mar.
***
Sebastián Gámez Millán
About Author
Related Articles

Acoplamiento: acerca del trabajo artístico de Perry Oliver & Fernando de la Rosa – Sebastián Gámez Millán
![Il dépend d’un point de regard invisible, étant donné la nature même du regard – Voyage au pays de l’autre côté [Autour de Marcel Duchamp] – III – Reflexiones sobre «Étant Donnés» – II – Francisco Molina González](https://cafemontaigne.com/wp-content/uploads/image-220-248x165_c.png)