Voz de mujer – La unificadora paradoja literaria: Elena Soriano Jara & Svetlana Aleksiévich – II – Katsiaryna Rudenia

Voz de mujer – La unificadora paradoja literaria: Elena Soriano Jara & Svetlana Aleksiévich – II
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Voz de mujer – La unificadora paradoja literaria: Elena Soriano Jara & Svetlana Aleksiévich – II
III – Svetlana Aleksiévich
Quiero describir la historia de esta guerra. La historia de la mujer.
Svetlana Aleksiévich
Svetlana Aleksiévich es una escritora bielorrusa, nacida en la Ucrania soviética en 1948. Estudió periodismo en Minsk y trabajó como periodista en diferentes revistas. Gran escritora, ha sido la primera mujer bielorrusa en ser galardonada con el Premio Nobel, en el año 2015, por sus obras polifónicas que constituyen un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo. En el presente estudio seguidamente, y en paralelo a la obra de Elena Soriano, presentamos otras las voces femeninas, que callaron su guerra durante muchos años, y sobre ello, estableceremos un análisis del rol de las mujeres soviéticas en la Segunda Guerra Mundial, basándonos en el primer libro de Svetlana Aleksiévich U voiny ne zhenskoe litso , que fue publicado en 1985 y traducido al español con el título La guerra no tiene rostro de mujer en 2015. El texto que data del año 1983, fue publicado la primera vez en versión reducida en las revistas Octiabr y Nioman a principios del año 1984.
III.1. – La censura
Para poder publicarse, sus primeras novelas sufrieron las tachaduras, no solo de la censura, sino también de la autocensura, ya que Svetlana Aleksiévich era una escritora con la mentalidad correspondiente a su tiempo y tampoco se atrevía a escribir ciertas realidades, porque le parecían muy duras, incluso para ella. Los censores la culparon de pacifismo, naturalismo y de destronar la imagen heroica de la mujer soviética. La autora recibió numerosas cartas de rechazo por parte de las editoriales, que decían:
Es una guerra demasiado espantosa. El horror sobra, sobra naturalismo. No se percibe el papel dominante y dirigente del Partido Comunista. En resumen no es una guerra correcta… (Aleksiévich, 2015: 25)
Después de leer un libro como este, nadie querrá ir a la guerra. Usted con su primitivo naturalismo está humillando a las mujeres. A la mujer heroína. La destrona. Hace de ella una mujer corriente. Una hembra. Y nosotras las tenemos por santas. (Aleksiévich, 2015: 31)
En la ideología soviética la relación hacia el pacifismo era muy negativa, contraria a la actitud occidental. Por ejemplo, en la URSS el pacifismo tradicionalmente se consideraba antipatriótico. Durante este período el pacifismo estaba fuera de la ley porque la defensa de la patria se consideraba un deber de ciudadano que se realizaba a través del servicio militar. Sin embargo, en reediciones posteriores ampliadas de U voini ne zhenskoe litso (1985), la novelista incluyó los fragmentos censurados. Las acusaciones de la censura a los libros de Aleksiévich eran muy serias en aquel entonces: la consecuencia fue que su primer libro se había publicado de forma clandestina dos años después de su datación, y así en el año 1985 la obra se publicó en una editorial clandestina bielorrusa ya con el título que conocemos: La guerra no tiene rostro de mujer.
III.2. – La guerra femenina
Esta novela trata un tema muy conocido para la literatura postsoviética: la guerra, pero la guerra femenina no la conocía nadie. Sin embargo, la obra de Svetlana Aleksiévich es innovadora en la forma que lo relata. Cada una de sus obras está representada a través de un estilo non ficción, y un género peculiar que define la misma autora: el género de voces. La escritora quiere hablar con la gente, ama la voz de la persona; ella no quiere tener relación con las fotografías, con los diarios, los documentos, prefiere trabajar con la palabra de una persona y por eso ella entrevista a cientos de mujeres que participaron en la Segunda Guerra Mundial. De las conversaciones con las ex combatientes Aleksiévich elimina todo lo que sobra y deja sólo el núcleo del testimonio. Los lectores tenemos escasa información de las mujeres militares, sólo sabemos cómo se llama la persona, su profesión durante la guerra y su rango militar (Naumchik, 2015: 631). Con ello, aún más, Svetlana Aleksiévich escribía el puro testimonio de la historia de las mujeres en esta guerra.
Aleksiévich transforma monólogos de las personas humildes en literatura. Los testigos de guerra se convierten en narradores y en transmisores de su historia. Sus relatos destacan por la abundancia de los sentimientos impactantes que conmueven a cualquier lector y los puntos de vista sobre la guerra se van cambiando según el narrador:
No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. No escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. Soy historiadora del alma. […] Construyo los templos de nuestros sentimientos… De nuestros deseos, de los desengaños. Sueños. […] Para mí, los sentimientos son la realidad. (Aleksiévich, 2015: 19)
Hay que subrayar que en esta perspectiva que la guerra femenina es más espantosa que la masculina. Los hombres están detrás de los hechos, de la historia, de la acción, de los enfrentamientos de ideas. A los hombres desde la infancia se les preparaba para la guerra, se les decía que deben proteger a su patria y a su familia y que tendrían que disparar algún día: “En la guerra no hay olores de mujeres, todos los olores son masculinos. La guerra huele a hombre.” Klavdia S-va, francotiradora. (Aleksiévich, 2015: 284)
Hay que mencionar que durante la contienda, en las batallas, los soldados protegían a las mujeres que estaban en el batallón o en el grupo, incluso se ponían delante de las balas para protegerlas. Y paradójicamente, después de la guerra no querían compartir la victoria, ni las hazañas. Les costaba mucho ceder la palabra a una ex-combatiente:
Los hombres…Permiten con desgana que las mujeres entren en su mundo, en su territorio. […] ¿No te basta con los hombres? ¿Para qué quieres todas esas historias de mujeres? Esas fantasías femeninas…”. Los hombres temían que las mujeres contaran otra guerra, una guerra distinta. (Aleksiévich, 2015: 21-22)
Alekiévich quería entrevistar a las mujeres, pero ellas nunca hablaban de la guerra; siempre la contaban sus maridos, sus padres, quienes no las dejaban relatar la guerra a su manera, por eso la callaban y querían olvidar sus pesadillas. Un día en la casa de una soldado, su marido no le dejaba contar su historia y siempre hablaba en vez de ella. Y al final, cuando cedió, le pedía que contara la historia que él le había enseñado, sin lágrimas ni detalles femeninos, como que quería estar guapa y que lloraba cuando le cortaban la trenza. Más tarde, ella susurró a la autora: “Toda la noche habíamos estudiado el tomo de La historia de la Gran Guerra Patria. Él tenía miedo de mí, y ahora teme que recuerde algo inconveniente.” Aleksiévich subraya que la misma situación se repite en muchas casas. Las mujeres ya están cansadas de estar calladas y quieren contar a todo el mundo sus historias y su pena, contar sobre sus vidas durante y después de la guerra:
Sí, ellas lloran. Gritan. Y cuando me voy se tienen que tomar pastillas para el corazón. Llaman a urgencias. Y, sin embargo, continúan pidiéndome: “Ven. Ven, por favor. Llevamos tanto tiempo calladas. Cuarenta años con la boca cerrada…. (Aleksiévich, 2015: 22)
Quiero hablar… ¡Hablar! ¡Desahogarme! Por fin alguien nos quiere oír a nosotras. Llevamos tantos años calladas, incuso en casa teníamos que tener las bocas cerradas. Décadas. Natalia Ivánovna Serguéevna, soldado, auxiliar de enfermería. (Aleksiévich, 2015: 58)
Cada protagonista del libro de Svetlana Aleksiévich tuvo que aprender algún oficio militar y ser igual o mejor que un hombre. Las muchachas pilotaban aviones de caza, volaban y derribaban a los ases de la aviación enemiga; sabían montar y desmontar un fusil con los ojos vendados; eran mejores francotiradoras que los hombres. Manejaban ametralladoras, eran comandantes de cañón antiaéreo y zapadoras. Hubo muchas enfermeras e instructoras sanitarias durante la guerra: una de ellas sacó de debajo del fuego a cuatrocientos ochenta y un heridos, sin pensar en su propia vida. Las mujeres eran muy valientes y no tenían miedo de morir en el combate, sin embargo muchas de ellas temían la oscuridad y los bosques; lloraban cuando les entregaban el uniforme militar masculino, porque era muy feo, pero fueron felices en los últimos años de la guerra cuando apareció la ropa interior femenina y siempre cantaban, sobre todo las canciones de antes de la guerra.
La mayoría, o casi todas las mujeres, fueron a la guerra por su propia iniciativa, lo deseaban. Defender y salvar la patria era un honor, así las educaron. Ninguna de las narradoras del libro tuvo dudas en ir o no a combatir.
La escritora nos presenta así el mundo interior de las mujeres que estuvieron en el frente. Empiezan sus relatos adaptándose a las normas y hablan acerca de los mandos superiores, la cantidad de los tanques en el ejército, dónde tuvieron las batallas, etc. Aunque hay que subrayar, como venimos tratando, que la mujer ve la guerra de una perspectiva diferente, no como el hombre:
Los relatos de las mujeres son diferentes y hablan de otras cosas. La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana. (Aleksiévich, 2015: 14)
III. 3. – La discriminación de las ex-combatientes
Durante la guerra muchas mujeres se tuvieron que olvidar de su condición femenina y convertirse en un soldado firme que cumple las órdenes y lucha por la victoria de su ejército. Asumieron el papel de hombres y lo cumplieron con todas sus fuerzas.
Al volver a casa tenían que olvidarse de sus medallas y sus hazañas, y volver a ser mujeres de nuevo, ponerse tacones y faldas:
Cuando mi marido me propuso matrimonio… Fue en Berlín, al lado del Reichstag… Me dijo: “La guerra se ha acabado. Estamos vivos. Cásate conmigo”. Sentí ganas de llorar. ¡De darle una bofetada! ¿Matrimonio? ¿En este momento? Entre el hollín negro y los ladrillos quemados… Primero, haz que me sienta como una mujer: regálame flores, cortéjame, dime palabras bonitas. ¡Lo necesito! ¡Lo estoy esperando tanto! (Aleksiévich, 2015: 17)
Habíamos vuelto y teníamos que empezar de nuevo. Aprender a calzarnos los zapatos: en tres años en el frente no nos habíamos quitado las botas. […] La ropa de civil era como si colgara por todas partes, una sensación incómoda. La falda me horrorizaba… Y el vestido… (Aleksiévich, 2015: 54) Klavdia Grigoriévna Krójina, sargento, francotiradora.
Las mujeres estaban muy orgullosas de haber defendido a la patria. En el campo de batalla las soldados lucharon con la misma valentía que los hombres, pero el mérito y la victoria los cedieron a los hombres. En la sociedad no hubo sitio para las ex–combatientes. Fueron ajenas para los demás:
“Nosotras, las muchachas del frente, pasamos muchas penas. También después de la guerra. Terminada una, nos tocó otra guerra. Igual de terrible. Los hombres nos dejaron con la espalda al descubierto. No nos protegieron.” Tamara Stepánovna Umniaguina, cabo mayor de Guardia, técnica sanitaria. (Aleksiévich, 2015: 363)
“Antes había miedo a la muerte, ahora temí a la vida… […] ¡Cómo nos recibió la patria! No puedo contarlo sin llorar… […]Los hombres no abrían la boca y las mujeres… nos gritaban: “¡Sabemos lo que estuvisteis haciendo allí!” […] Los insultos no faltaban, el ruso es rico…” Klavdia S-va, francotiradora. (Aleksiévich, 2015: 284)
Las combatientes no volvieron como heroínas que lucharon contra el enemigo y defendieron la patria, sufrieron el prejuicio moral y la discriminación porque muchos civiles las veían como “fulanas” que se acostaban con los maridos de las mujeres que se quedaron en la retaguardia. “¿Con quién te has casado? Es una fulana del frente… Tienes dos hermanas pequeñas. ¿Quién querrá ahora casarse con ellas?”, decían las madres a sus hijos (Aleksiévich, 2015: 362). Una de las protagonistas del libro relata que al volver de la guerra, su madre la echó de casa, porque ella defendió la patria junto con los hombres. ¡Qué vergüenza sentía la madre, pensando que su hija se acostaba con los hombres en el frente!
Las jovencitas llevaban al frente los vestidos y los zapatos bonitos para no olvidar lo guapas que eran antes de la guerra; gastaban su último dinero en comprar chocolatinas y compartirlas con las que también iban al frente, porque sabían que en las trincheras no hay chocolate. Un grupo de muchachas soldados entró en una casa abandonada en una aldea y tuvieron que pasar allí la noche; las mujeres encontraron vestidos y se les antojó ponérselos, pasaron mucho tiempo delante del espejo, hasta que durmieron con los vestidos puestos.
La obra de Aleksiévich está repleta de pequeños detalles que impresionan al lector, porque son atípicos: “Cuatro años. Es mucho tiempo…No recuerdo ni pájaros, ni colores”. Klavdia Grigorievna Krójina, sargento, francotiradora. (Aleksiévich, 2015:54)
Aunque las jóvenes tenían buena preparación militar, no estaban preparadas para la batalla y las misiones de combate, no estaban preparadas para matar a una persona, aunque fuera enemiga: “Nos había costado…Nos había costado asimilarlo. Odiar y matar no es propio de mujeres. No lo es…Tuvimos que convencernos…” María Ivánovna Morózova, cabo, francotiradora. (Aleksiévich, 2015: 48)
Svetlana Aleksiévich presenta una historia de situaciones muy traumáticas. Este libro rechaza la visión heroica de la guerra. En la obra no hay gloria ni hazañas, sino muerte, sangre, cadáveres, asesinos, violaciones, hambruna… Está claro que las mujeres lo sufrieron enormemente y los horrores de guerra dejaron las huellas más grandes en sus almas:
En su obra Aleksievich intenta, pues descubrir la naturaleza de ser humano, cuánta humanidad hay en cada uno. Ella trata de mostrar al mundo una visión de guerra muy distinta a la que conocemos, nos muestra el punto de vista femenino. En la guerra siempre reina lo espantoso, pero también hay caridad y amor. Las mujeres de dieciocho años que participaron en la contienda, habían tenido el valor y las fuerzas para empezar una vida nueva y llenarla de amor y paz. Aunque les dolía recordar, ellas lo hacían para las próximas generaciones, para que todos los que leyesen este libro supiesen sobre los sentimientos y sufrimientos de cada mujer soldado en aquella Segunda Guerra Mundial:
Fue en Stalingrado… El combate más terrible. Querida mía…Es imposible tener un corazón para el odio y otro para el amor. El ser humano tiene un solo corazón, y yo siempre pensaba en cómo salvar el mío. […] ¿Le parece que alguien que no ha estado allí puede entenderlo? ¿Y cómo lo cuentas? ¿Con qué expresión en la cara? […] Lloro. Pero es necesario, debe quedarse en el recuerdo. Es necesario trasmitirlo. Nuestro grito debe guardarse en algún lugar del mundo. Tamara Stepánovna Umniaguina, cabo mayor de Guardia, técnica sanitaria. (Aleksiévich, 2015: 364-365)
IV. Conclusión
Aleksiévich, como Soriano, centra sus libros en el tema de la mujer. Son autoras que abren los ojos de cada lector a la sociedad y sus inconveniencias, a los detalles de los que nadie sabe. El régimen de la postguerra española prohibió llevar a la imprenta una de las obras de la trilogía de Elena Soriano para que la gente y, sobre todo, las mujeres no se dieron cuenta de que había otra vida diferente, independiente del hombre. Como consecuencia, la trilogía no llegó a las manos del lector y, en general, sigue desconocida para el público español. A su vez, la sociedad soviética tampoco quería escuchar a una mujer, aunque ella reunía cosas que decir. La prohibición de publicar las obras de Svetlana Aleksiévich también provocó la escasa difusión de su narrativa en su patria, y como consecuencia, apenas fueron conocidos el nombre de la autora y sus libros en Bielorrusia, hasta la concesión del Premio Nobel.
Elena Soriano en su trilogía pone a la mujer y al hombre el en mismo lugar, para que el lector preste más atención a la desigualdad y al sexismo. Se presenta la soledad eterna de la mujer, que puede vivir en un sueño, esperando al amor que nunca llega, en La playa de los locos; la desigualdad en Espejismos; y la lucha entre los sexos, la venganza por la infelicidad producida a causa del egoísmo masculino, en Medea. Soriano describe una guerra de los sexos, donde la mujer da a entender que no puede ser utilizada durante muchos años sin vengarse del ofensor: es una lucha en la cual pierden los dos.
La trilogía Mujer y Hombre se considera la mejor obra de la autora y la más feminista de la época y, no obstante, Elena Soriano le llega muy tarde el reconocimiento del público, costándole haber encontrado un hueco en las editoriales, y, como consecuencia, su escaso reconocimiento, entre el público lector y socialmente su obra sigue siendo aún poco conocida, debido en las décadas últimas al cambio que sufrieron los temas y los problemas que atraían a los lectores, que también había cambiado con el transcurso del tiempo. En la actualidad miramos renovadamente a su obra desde el compromiso que siempre manifestó.
Las voces de mujeres ex-combatientes del libro de Aleksiévich, a su vez, nos presentan una guerra femenina que fue oculta durante muchos tiempos. Trata la dificultad que tuvieron las mujeres en las batallas y sus sentimientos escondidos profundamente. En la obra se manifiesta la injusticia que ellas sufrieron al volver a casa, la pérdida del estatus de heroínas de guerra. La guerra tiene olores masculinos, como nos relatan las protagonistas de la obra, aunque miles de mujeres jóvenes protegieron su patria, aquella guerra no obtuvo el rosto femenino.
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Katsiaryna Rudenia
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Bibliografía
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“Biografía”, en Svetlana Aleksiévich, disponible en: http://www.alexievich.info/biogr_RU.html
(fecha de consulta 28 de septiembre de 2016)
“En lugar de bibliografía”, en Svetlana Aleksiévich. V poiskas vechnogo cheloveka, disponible en: http://www.alexievich.info/index.html La página web ha sufrido modificaciones.
Nobelprize.org. Nobel Media AB 2014, «Svetlana Alexievich – Facts». Disponible en: http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/2015/alexievich-facts.html (fecha de la consulta 27 de septiembre de 2016).
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