Λόγος ᾗ φύσις. La articulación λόγος-φύσις en el pensamiento de Heráclito de Éfeso – II – María Eugenia Piñero

Λόγος ᾗ φύσις. La articulación λόγος-φύσις en el pensamiento de Heráclito de Éfeso – II – María Eugenia Piñero

Λόγος ᾗ φύσις. La articulación λόγος – φύσις en el pensamiento de Heráclito de Éfeso

 

 

 

 

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III

 

¿Es posible, con todo, decir que λóγος y φύσις son lo mismo?

Algunos intérpretes como Marcovich llevan el aire de familiaridad a la mismidad que los entiende en tanto que Uno, motivo por el cual queda justificada la homología entre la ley que rige todo y el todo en tanto multiplicidad unificada por esta ley. Esta relación inmanente entre λóγος y φύσις es manifestada por Marcovich en los siguientes términos: aunque el λóγος (al que aluden, también, los términos φύσις, άρμονίη y σόλλαψις) es accesible al conocimiento humano, sin embargo no se halla en la superficie misma de las cosas, sino que, por regla común, ‘suele esconderse’ dentro de cada cosa particular.

Otro sentido dado a la relación entre λóγος y φύσις es el que podemos rastrear en el fragmento 54; en él, Heráclito deja expresada la conciliación de sensación y λóγος que, en resumidas cuentas, rebate las ideas eleáticas de la imposibilidad de reconciliación entre la razón y los sentidos. Veamos cómo lo expone Marcovich[1]:

 

«La conexión invisible es más fuerte que la visible» (ἁρμονίη ἀφανὴς φανερῆς κρείττων; DK B Fr. 54).

 

En este fragmento hay una (¿descuidada?) intención de Marcovich de extrapolar el concepto de armonía, tal como se desprende del espíritu heraclíteo, al concepto de conexión. Esto no sería tan errado, si nos pusiéramos de acuerdo en el carácter interpretativo según el cual intérprete, a fin de dar claridad y unidad a un pensamiento “lee” de acuerdo con su propio horizonte de expectativa. En el caso de leer «conexión» allí donde Heráclito estaría hablando de «armonía», no modifica el sentido del fragmento, pues relacionado con la totalidad, cada cosa está unida, conectada según un orden por un λóγος que es universal, conforme al cual todas las cosas [son] una. Pues, lo verdaderamente destructivo para el cosmos (y para la vida) no es el movimiento, que permite la estructuración de lo real, sino el aislamiento derivado de la ausencia de movimiento, de la ausencia de relación.

Lo que no se ve es el funcionamiento de las cosas (lo que realmente está ocurriendo en la cosa), pero sí se ve a las cosas funcionar armoniosamente. Nosotros percibimos algo, pero eso que percibimos no es lo que efectivamente está sucediendo porque, como lo expresa el fragmento 56: ἐξηπάτηνται, (φησίν,) οἱ ἄνθρωποι πρὸς τὴν γνῶσιν τῶν φανερῶν παραπλησίως,  “Los hombres se dejan engañar en el conocimiento de las cosas aparentes”. Unido a este fragmento, se afirma el sentido de lo expuesto en DK B Fr. 123, φύσις κρύπτεσθαι φιλεῖ y en DF B Fr. 54, ἁρμονίη ἀφανὴς φανερῆς κρείττων, la armonía invisible es más poderosa que la visible.

Hasta aquí, siguiendo a Heráclito, Marcovich estaría presentando el fragmento con un interés manifiesto en el conjunto de los fragmentos que lo preceden y suceden. En este caso, veamos el fragmento 123 con el cual Marcovich «pone en relación» el fr.54: «La verdadera constitución de cada cosa suele esconderse» (Φύσις κρύπτεσθαι φιλεί). Contextualicemos la traducción de Marcovich en función del siguiente interrogante: ¿a qué nos referimos con la aclaración “siguiendo a Heráclito”? Aquí reside el punto álgido que da sentido a la expresión socrática de que para comprender el texto de Heráclito es necesario un «buzo de Delos». Heráclito ha sido calificado como “oscuro” por sus contemporáneos, “no con respecto a su pensamiento […], sino con respecto a su estilo” Por lo que entrar en las profundidades de su pensamiento resulta coherente con la naturaleza de aquello que pretende hacer visible. Dado que la “esencia” (si se me permite el anacronismo lingüístico a fin de evitar se confunda con φύσις) de aquello que pretende conocer escapa a lo visible, perceptible, al permanecer escondida, nos alerta de que la forma para establecer la condición de posibilidad de volverla cognoscible es, ella misma, también oculta.

El contexto nos marca la posibilidad de una contraposición entre la φύσις de una cosa, es decir, lo que la cosa es realmente, y su apariencia. Esta interpretación conlleva a su vez la necesidad de pensar la φύσις de una cosa en tanto comporta propiedades activas. Es loable este modo de definir la φύσις pues en el pensamiento presocrático yace presente la distinción apariencia-realidad, en función de que la auténtica realidad de las cosas no es inmediatamente perceptible-como el caso de la apariencia (externa), sino que, al decir del propio Heráclito, se debe ir en su búsqueda, pues oculta se encuentra.

Es por ello por lo que, a mi juicio, el término que con más fidelidad caracteriza el estilo heraclíteo es el de juego; en este sentido, expresa Mondolfo: “Ajeno a las investigaciones exactas, Heráclito podía, no obstante, volverse heraldo de la nueva filosofía.”[2]

Este rodeo interpretativo es preciso para comprender que la extrapolación de palabras que hace Marcovich sobre el fragmento 54 no debiera resultar extraña, pues entendemos que Heráclito no dio un orden a sus escritos, justamente para “hacer pensar” a quienes lo siguieran en sus enseñanzas. Desde su perspectiva, Marcovich observa una relación entre dos fragmentos, y los une según ese criterio; a fin de dar claridad a la exposición, y unidad al pensamiento heraclíteo, liga el fragmento 54 con otro fragmento clave, el fragmento 123.

Es preciso detenerse en este fragmento, pues Marcovich resalta la verdadera “constitución de cada cosa” y aquí la lectura toma un vuelco interesante. La traducción del Fr. 12): «Según Heráclito, la naturaleza suele ocultarse», cobra en Marcovich un sentido que aleja a la vez que marca la confusión con respecto a la noción de φύσις. A nuestro juicio, al traducir φύσις κρύπτεσθαι φιλεί por la verdadera constitución de cada cosa suele esconderse, el autor entiende, arbitrariamente, la noción de φύσις en tanto que naturaleza de cada cosa; es decir, lo que significamos anacrónicamente con el concepto de “esencia”, mejor, de propiedad característica. “[…] Pero, aunque dijéramos «la constitución de cada cosa», eso equivaldría a «la constitución de todas las cosas», y siempre hallaríamos una instancia unitaria y universal, que es la que gusta de ocultarse”. Parece evidente que términos como λóγος o armonía invisible afectan a la totalidad de lo real y no sólo a la esencia concreta de cada cosa, de allí que “Aplicando este análisis alternante a la conglomeración de las «cosas tomadas en conjunto», podemos advertir que «de todas las cosas se forma una unidad» y también que de esta unidad puede separarse el aspecto superficial, discreto y plural de las cosas (πάντα)”

 

IV

 

Habiendo establecido cierto parentesco entre λóγος y φύσις, y vista la interpretación de Marcovich que entiende ambas nociones como una y la misma, es prudente aclarar cuestiones sobre la φύσις entendida como el soplo vital que el λóγος penetra para unir lo que lógica y ontológicamente está unido y rige a través del todo.

La noción de φύσις, por tanto, mantiene una conexión esencial con la actividad y el movimiento, razón por la cual debe ser liberada de la traducción que la entiende por nuestro moderno concepto de Naturaleza. W. Jaeger expresa al respecto: “basta reflexionar que traducir la palabra φύσις por nuestra palabra «naturaleza» o φυσικός por «filósofo natural», no hace en absoluto justicia a la significación griega y es resueltamente erróneo”. Desde esta lectura, podríamos arriesgar que φύσις significa tanto el acto de φύειν, el proceso de surgir y desarrollarse, como la fuente originaria de las cosas a partir de la cual surgen y se desarrollan; en suma, este término puede designar tanto la generación como lo generado, conforme a la materia o sustrato del que procede, que no sólo actúa en el momento inicial sino que permanece latente a lo largo de toda la evolución de lo generado Y verdad es, según lo expresa Heráclito, que «[…] γινομένων γὰρ πάντων κατὰ τὸν λόγον […]» , “Todo se produce según el Logos” (DK B Fr. 1) (cursiva mía).

Debemos reconocer que “según” no refiere a que es «por» el o «a causa» del λóγος por lo que todo es producido; por el contrario, todo cuanto es (producido) tiene su razón de ser «de acuerdo a» o «conforme» lo dicta el λóγος. Pero lo que nos interesa remarcar, al fin de justificar el propósito de este artículo, es que, así como «todo se produce según el λóγος», el proceso dinámico de la realidad también responde a esta Ley, al ordenamiento de una multiplicidad que se detecta y produce en la φύσις, y se intelige en el λóγος: “τοῦ δὲ λόγου τοῦδ ἐόντος ἀεὶ ἀξύνετοι γίνονται ἄνθρωποι καὶ πρόσθεν ἢ ἀκοῦσαι καὶ ἀκούσαντες τὸ πρῶτον· γινομένων γὰρ πάντων κατὰ τὸν λόγον τόνδε ἀπείροισιν ἐοίκασι πειρώμενοι καὶ ἐπέων καὶ ἔργων τοιούτων ὁκοίων ἐγὼ διηγεῦμαι κατὰ φύσιν διαιρέων ἕκαστον καὶ φράζων ὅκως ἔχει· τοὺς δὲ ἄλλους ἀνθρώπους λανθάνει ὁκόσα ἐγερθέντες ποιοῦσιν ὅκωσπερ ὁκόσα εὕδοντες ἐπιλανθάνονται (DK B Fr. 1), “[…] Si bien , todo se produce según este logos, [los hombres] se asemejan a inexpertos cuando experimentan palabras y hechos tales como los que yo expongo, cuando distingo las cosas según la φύσις (λóγος) y las expongo según son”.

Según lo expuesto, para Heráclito la φύσις tendría su propio λóγος. Pero antes de aseverarlo, avancemos más. Es de común acuerdo entre los intérpretes que Heráclito se interesa por todas las cosas, y para explicar cada cosa como es debe explicar la φύσις. No obstante,  no se trata de que haya naturaleza de cada cosa, sino por el contrario, lo que intenta manifestar Heráclito es que cada cosa se explica según la φύσις, es decir, según el λóγος que está presente en ella. Si esto es así, entonces, el fragmento todo se explica a través de Todo, niega que la φύσις tenga un λóγος propio. En suma, la φύσις está oculta y su voz es el λóγος, por lo cual hay que escucharla por medio de Él:

“[…] Si bien , todo se produce según este logos, [los hombres] se asemejan a inexpertos cuando experimentan palabras y hechos tales como los que yo expongo, cuando distingo las cosas según la φύσις (λóγος) y las expongo según son”. [DK B Fr. 1]

Nuevamente se menciona una conexión en el sentido de pertenencia. El discurso que Heráclito expone es un λóγος que pertenece a una lógica universal y omniabarcante que es la de la propia realidad. En este sentido, comprendemos el aforismo, en el que Heráclito despliega su queja hacia los dormidos, distinguiéndolos de los despiertos que tienen la capacidad de leer las claves que da la φύσις, ya que los signos pueden captar y develar lo que, en principio, está semioculto, pero nunca oculto del todo:

ὁ ἄναξ οὗ τὸ μαντεῖόν ἐστι τὸ ἐν Δελφοῖς, οὔτε λέγει οὔτε κρύπτει ἀλλὰ σημαίνει.

 

‟El rey [Señor] al cual pertenece el Oráculo que está en Delfos, no habla ni oculta nada: indica por signos.ˮ [DK B Fr. 93]

 

Nuevamente, aparece la importancia metodológica de la tarea interpretativa. El  λóγος equivale a inteligencia natural que está en nosotros porque nosotros pertenecemos a la φύσις. Esta exposición reafirma que aquéllos a los que Heráclito designa como despiertos pueden oír la estructura lógica de lo real porque forman parte de ese gran Logos; pero casi de modo simultáneo se distinguen de él, lo que justifica que muchos no puedan oírlo ni comprenderlo, y que aún escuchándolo, les resulte extraño:

 

‟Disienten de la Verdad, si bien están en continuo trato con ella. Y lo que el día les trae, les parece extraño.ˮ [DK B Fr. 72]

 

El discurso heraclíteo se inserta en lo exhortativo, no hay que separarse del Λόγος porque nosotros ocurrimos en el Λόγος, lo que es lo mismo que decir, ocurrimos en la φύσις, que se comporta conforme lo dicta el Λόγος. El carácter objetivo entonces, radica en que todo lo que está, lo está permanentemente en contacto (comunión) con Él, y se manifiesta dado que la realidad está estructurada lógicamente. Se trata de una presencia vital que unas veces está dormida y otras despierta, y que gusta de esconderse (Φύσις κρύπτεσθαι φιλεῖ). Se trata, en definitiva, de una unidad que no se puede entender sin la multiplicidad, que no está por encima ni por debajo de los contrarios sino en los contrarios mismos. Ciertamente, se necesita una intuición penetrante para encontrar dentro de la discordia visible una «armonía invisible» (ἁρμονίη ἀφανής); la φύσις, pues, mantiene su identidad visible gracias a una constante renovación invisible, posible por la solidaridad de todos sus elementos.

Como conclusión, la reflexión expuesta sobre el pensamiento de Heráclito ha conducido nuestro análisis hacia la pregunta por la unidad subyacente de la realidad. Proponemos dar sentido a esta palabra, Λόγος, como ordenador de todas las cosas. Lo que sugiere la palabra “subyace” es tema de debate para una nueva investigación, pues no queda claro, al menos en esta exposición, si  responde a lo que Heráclito quiso decir en los fragmentos que remiten a los opuestos o a una concepción metafísica del ser como algo en sí que sustenta todo lo demás.

Por ahora, lo que podemos inferir de lo que aquí se investiga es que la noción de φύσις entendida como continuo devenir, se presenta como origen de la pluralidad de todas las cosas El sentido que adquiere el devenir en la filosofía de Heráclito no debe romper la coherencia en la relación con las nociones que hemos venido trabajando. Tal como lo anunciábamos más arriba, el devenir debe ser comprendido  como el tránsito de una cosa a su contrario, siempre en su unidad inseparable y como facilitador del movimiento; por lo tanto el efesio no habla de devenir en otro sentido que el del cambio que necesariamente se da dentro de lo Uno. Al comienzo, como lo menciona Jaeger, Heráclito nos habla como profeta y no como filósofo, al mencionar al Λόγος como algo que los hombres no aciertan a comprender, aunque sea éste eterno; el carácter profético no reside precisamente en la palabra del hombre Heráclito, sino más bien- o precisamente por ello-  en la de alguien que expresa una verdad.

Nos hallamos aquí ante un tema que bien debiéramos atender: la cuestión de la conducta en el pensamiento de Heráclito, tal como se deriva de lo expresado en el fragmento 50. No se trata de un pensamiento conceptual como el de Parménides, sino de la unidad entre palabra y acción, y de allí el Λόγος, entendido a la luz del pensamiento de Heráclito. A ello apunta Jaeger cuando escribe: “Ésta es una nueva forma de filosofar, una nueva conciencia filosófica. Sólo puede ser expresada
mediante palabras e imágenes sacadas de la experiencia interior. Aun el Λόγος sólo puede ser determinado mediante imágenes. Su tipo de universalidad, la acción que ejerce, la conciencia que despierta en aquel que ejercita, se expresa por Heráclito con la mayor claridad mediante su contraposición favorita entre la vigilia y el sueño. Indica un criterio esencial del Λόγος que lo distingue del estado de espíritu habitual en la multitud: el Λόγος es «común» (ξυνόν). Para los hombres «despiertos» existe un cosmos idéntico y unitario, mientras que los «dormidos» tienen su mundo particular, su propio mundo de sueños, que no es otra cosa que un sueño. No hemos de representarnos esta comunidad social del Λόγος de Heráclito como la simple expresión figurada de la universalidad lógica. La comunidad es el más alto bien que conoce la πόλις e incluye en sí la existencia particular de los individuos.”[3]

Si bien, han quedado autores excluidos de este análisis, así como también aspectos que arrojarían aún más claridad a los temas trabajados, se cree haber alcanzado un nivel de comprensión que podría ser la nota inaugural para continuar indagando sobre el pensamiento de quien se nos presenta del mismo modo como aquel que se caracteriza a sí mismo como un enigma. Se ha pretendido demostrar que si no palabras sinónimas, el λóγος y la φύσις son nociones que guardan íntima relación en el pensamiento de Heráclito; si bien por razones obvias no podamos confirmarlo exhaustivamente y con cartesiana certeza, sabemos que son nociones que llevan en ellas una misma intuición central. Esta intuición debe ser, en el caso de Heráclito, estimulada por un guía, un intérprete, que ponga luz a lo que de por sí puede ser iluminado; en este sentido propone el siguiente epigrama Diógenes Laercio:

No tengas prisa en desenrollar hasta el final el libro

de Heráclito de Éfeso, pues el camino es intransitable.

Hay tinieblas y oscuridad sin brillo. Pero si un iniciado

te guía, son más luminosas que el brillo del sol.[4]

 

 

María Eugenia Piñero

 

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Bibliografía utilizada

 

1. Gadamer, Hans-Georg. Arte y verdad de la palabra. Ediciones Paidós, Barcelona, 2012. ISBN:  978-84-4932-751-3

2. Heraclitus. Texto griego y versión castellana por M. Marcovich. Editio Minor. Talleres Gráficos Universitarios / Mérida-Venezuela, 1969.

3. Jaeger, Werner. Paideia: los ideales de la cultura griega. FCE, México D. F., 2006. ISBN: 978-96-816-0106-5

4. Diógenes Laercio. Vidas y opiniones de los filósofos ilustres. Alianza Editorial, Madrid, 2013. ISBN: 978-84-206-7697-5

5. Mondolfo, Rodolfo. Heráclito: Textos y problemas de su interpretación. Siglo XXI de España Editores, S.A., Madrid, 2004. ISBN: 978-96-823-0277-0

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Notas

[1] Heraclitus. Texto griego y versión castellana por M. Marcovich. Editio Minor. Talleres Gráficos Universitarios / Mérida-Venezuela, 1969, p. 28.

[2] Rodolfo Mondolfo. Heráclito: Textos y problemas de su interpretación. Siglo XXI de España Editores, S.A., Madrid, 2004, p. 54.

[3] Werner Jaeger. Paideia: los ideales de la cultura griega. FCE, México D. F., 2° ed., 18° reimp., 2006, pp. 177- 178.

[4] Diógenes Laercio. Vidas y opiniones de los filósofos ilustres. Alianza Editorial, Madrid, 2013, Capítulo IX. 
 

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