Balón de oro
***

***
Yo soy como el chiste: potencialmente soy un goleador insuperable, un posible balón de oro. Pero realmente no soy nadie. Bueno sí. Yo soy yo.
Siempre he sido un magnífico futbolista. Soy un delantero centro al que no gustan las estrategias. Soy elegante como aquel Van Basten. Mimo el esférico con delicadeza. Doy incontables toques a la pelota. Domino el balón de forma magistral. Mi coordinación es envidiable, no digamos mi velocidad. Quienes lean estas palabras pensarán que soy un fantasma o un vanidoso pero las circunstancias me han hecho llegar donde estoy ahora: en ningún lugar, en tierra de nadie. En una tierra sin balón, ni porterías, ni césped. En un lugar donde no hay árbitros increpados, ni jóvenes cuerpos exangües por el cansancio o rodillas maltrechas por entradas a destiempo.
Sueño con el gran encuentro: imagino gritos, un público enfervorizado en el estadio, una multitud difícil de controlar, un graderío repleto de banderas y en el césped un colegiado vestido de negro, a la antigua usanza, ese color que impregna su propio espíritu, jueces de líneas como los de antes y no los árbitros auxiliares. Hay muchos goles, el cerrojazo al estilo italiano no existe, no hay jugadores despreciativos, en la cancha no hay rivales, son compañeros, la deportividad impera por encima de todo. La estrategia no es complicada, se resume en una única: atacar.
Soy un desencantado del balompié. Mi genio de futbolista se perderá sin remedio en esa ciencia imposible de estudiar, se encontrará sin fanfarrias, sin vítores, no podrá compararse con otras leyendas.
Mi problema fundamental es uno: odio el fútbol actual. No pienso jugar, ya que en el momento que lo haga todos se fijarán en mí. Querrán ficharme. No me rendiré ante la jerarquía inventada por directivos y presidentes que no tienen idea de este juego, ante tácticas imposibles (ya sean ultradefensivas o el falso tiquitaca), deliberaciones de entrenadores enchaquetados y endiosados que prohíben la imaginación. No caeré en sus redes.
***
Antonio Villalba Moreno
About Author
Related Articles

Paul Delvaux: un paseo por el deseo y la muerte – II – El sueño de Delvaux – Un poema de Jaime Siles
