Cuando el recuerdo mata – Acerca de «Las olas del tiempo perdido«, de Sandra Barneda – Una reseña de Pedro García Cueto

Cuando el recuerdo mata – Acerca de «<em>Las olas del tiempo perdido</em>«, de Sandra Barneda – Una reseña de Pedro García Cueto

Cuando el recuerdo mata – Acerca de Las olas del tiempo perdido, de Sandra Barneda [Reseña]

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Cuando el recuerdo mata – Acerca de Las olas del tiempo perdido, de Sandra Barneda

   Sandra Barneda ha escrito un nuevo libro, publicado por Planeta, que retoma esa idea de la pérdida, de la ausencia de Un océano para llegar a ti. Es una escritora y periodista que maneja muy bien los hilos de los sentimientos y se mueve con soltura entre personajes heridos, porque sabe encontrar esas fisuras, esas grietas del tiempo.

  Llega ahora Las olas del tiempo perdido, donde un grupo de amigos se reúnen muchos años después, para recuperar el tiempo perdido. Belén, que tiene una importancia esencial en la historia está sola y contrata a Hugo, un tipo que fingirá ser su novio, para que el reencuentro con el resto del grupo no denote fragilidad y soledad.

  En el pasado late la muerte de Adrián de la que Belén es responsable, un hermano que ahora pesa en el recuerdo. De alguna forma, la presencia del ausente cobra relevancia, como ocurría en la anterior novela, porque todo gira en torno al suceso y a sus consecuencias.

  Sandra Barneda logra, a través de la descripción de situaciones y personajes, un mosaico de voces, como muestra cuando habla de la infancia:

“Belén contemplaba desde la gran cristalera de su habitación el romper de las olas; ese reloj infinito de un tiempo perdido. Ya no era lo mismo. Nunca nada volvió a ser como cuando eran niños”.

  Miraba en la lejanía al hermano perdido, su sonrisa eterna, porque, como ocurre con poetas y novelistas, la infancia es el espacio de la felicidad y la vida adulta es solo una reescritura de un tiempo que ya no existe y en el que siempre estamos viviendo.

   Pero Belén también será el demiurgo de esta historia, la que conduce el dolor a sus entrañas, por ello, en el encuentro con Hugo su alma de psiquiatra aflora:

“Contemplar la intimidad del otro sin ser descubierta siempre le había producido un placer extrañamente perverso…”.

   Pero también el ausente es descrito con la pericia de la narradora, que idealiza al que se fue:

“Sus pies y sus brazos se convertían en aletas en cuanto tocaban el agua. Veloz, imparable, invencible”.

   Como en Un océano para llegar a ti la comunicación entre los vivos y los muertos está presente, porque Sandra Barneda sabe trazar el camino que conduce a esa comunicación que no vemos, pero sentimos continuamente.

   Lorena, Martín, Lucía, Cris, Sebas, son otros personajes, que rodean todo el tiempo a Belén, quien está presente en todo, ya que todos buscan verdades en un mundo de secretos y de silencios. Lucía y Belén se encuentran en un instante de la novela, donde se miden, hay un enfrentamiento que respira en cada diálogo, en cada encuentro.

  Sandra Barneda logra que sus personajes vivan, caminen en el vacío y que, pese a su antigua amistad, estén anclados en el pasado. El presente es anecdótico, porque en la novela el tiempo lo cubre todo.

  De nuevo, la capacidad de la narradora, en su buena prosa de revivir lo perdido, de recobrar al ausente, que nunca se va de la novela, sino que pertenece a ella, que está inmerso en cada diálogo, en cada pensamiento. Belén recuerda:

“La imagen de Adrián corriendo por la playa la perseguía desde la noche anterior. Con el torso desnudo y el bañador empapado”.

   Estamos ante una novela en la que uno de los momentos más importantes es la sinceridad de Belén con Hugo, que se convierte en el amanuense que atraviesa el código secreto de la vida de ella. La verdad asoma y el lector sabe que hay dolor, mucho dolor en la culpa, en el remordimiento, en los errores pasados.

   Creo firmemente que Sandra Barneda sabe construir personajes, los sabe llevar a un terreno emocional siempre en la cuerda floja, como buena observadora del mundo que la rodea. Una novelista que es periodista, pero que no hace del lenguaje un uso coloquial, sino que sabe crear imágenes que nos llegan y se introducen en nosotros, hasta respirar a nuestro lado.

  Cuando terminas la novela, sabes que esos personajes están vivos en muchos seres que siguen llevando la culpa, como Sísifo subió la piedra continuamente. No podemos desprendernos del pasado ni de la niñez que nos persigue, en sus luces y en sus sombras. De nuevo, Sandra Barneda teje una novela bien hilada que seduce y nos deja con cierta nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue.

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Pedro García Cueto

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Nota

Sandra Barneda. Las olas del tiempo perdido. Editorial Planeta, Barcelona, 2022. ISBN: 978-8408261919.

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