La construcción de la identidad femenina en «Entre visillos» de Carmen Martín Gaite – María del Carmen Conde Martín

La construcción de la identidad femenina en «Entre visillos» de Carmen Martín Gaite – María del Carmen Conde Martín

La construcción de la identidad femenina en Entre visillos de Carmen Martín Gaite

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La construcción de la identidad femenina en Entre visillos de Carmen Martín Gaite

En primer lugar, en estas páginas se pretende pincelar un pequeño análisis sociológico del primer capítulo de Entre visillos [1], novela con la que Carmen Martín Gaite ganó el Premio Nadal en 1957. Para comenzar, es conveniente aludir al contexto histórico y cultural en el que se escribió esta novela, ya que nos encontramos ante un panorama hostil para la literatura a finales de los años cincuenta, puesto que ya estaba plenamente establecida la dictadura franquista en un periodo de posguerra, por lo que primaban tanto la censura como la autocensura por parte de los escritores si estos pretendían publicar sus obras.

Como un movimiento propio de esta década esta novela se encuadra en lo que se conoce como el realismo social, el cual representa una literatura que tiene el objetivo de denunciar sutilmente los problemas que aquejaban a la sociedad en ese momento, a pesar de que no podían realizar una crítica directa por el régimen dictatorial implantado, sí que podían sembrar las semillas de sus ideales y principios revolucionarios y desafiantes con las convenciones establecidas.

En este fragmento observamos un narrador que, en primera instancia, es un narrador en primera persona homodiegético, con en el que, sin embargo, se produce una ruptura a un narrador en tercera persona heterodiegético omnisciente a partir de la página ocho: «Descalza se desperezó junto al balcón».

Con respecto a los lugares, se nos presentan varios de ellos. En primer lugar, con respecto a los lugares mencionados, como el Aeropuerto o el Casino, se destaca entre ellos el más importante de todos: los visillos por los que observa Natalia el exterior. Como vemos, en las primeras páginas ya se alude al título de la novela, cuando Natalia está en su habitación escribiendo clandestinamente, escondiendo el cuaderno cuando la criada va a despertarla y, al irse esta, abre un poco el visillo y mira lo que está sucediendo en la calle, por la cual está deambulando un circo que atrae el bullicio y la curiosidad de los habitantes. Esta escena puede simbolizar la manera en la que Natalia ve la realidad en tercera persona tomando una perspectiva distanciada, como si ella no estuviera inmersa en esa realidad o no fuera parte de ella. Esto podría interpretarse, a su vez, como si ella estuviera observando desde el espacio privado en el que solían moverse las mujeres, prioritariamente dentro hogar; al contrario que los hombres, los cuales se desenvolvían desde un principio en el espacio público.

Todos estos ambientes son urbanos propios de la ciudad, otro elemento, el cual, junto al tipo de narración espacial y temporal ya nos indica un par de características que revolucionarán la narrativa posteriormente, pues tanto el tiempo como los espacios se presentan de manera disgregada, así como la acción que, sin previo aviso, se traslada de lugar, provocando confusión en el lector de manera que este tenga que estar atento para comprender este cambio. En este sentido, podríamos suponer a Carmen Martín Gaite como una escritora adelantada a los cambios narrativos que surgirán un par de décadas después, siendo la precursora de determinados elementos como estos que posteriormente conformarán el paradigma del Postmodernismo.

Con respecto a los personajes, se diferencian claramente las personalidades entre Natalia y sus hermanas o su amiga Gertrudis o Gertru, como Natalia la llama cariñosamente. Su familia y sus amigas irían a representar la voz del pensamiento de la sociedad en la que se mueve el personaje principal, con una forma de pensar tradicional y mostrando la situación de la mujer en la época franquista. Esto nos lleva a que el personaje de Natalia representa a un tipo de mujer distinta, que no se identifica con las convenciones sociales con las que ha vivido durante toda su vida, por lo que se la caracteriza como una chica diferente e incomprendida. Este aspecto, se acentúa sobretodo en su falta de interés por su presentación en sociedad que, de hecho, la está retrasando. De igual modo, tampoco es capaz de conectar con los temas de conversación habituales de las personas de su entorno. Un ejemplo de esto lo podemos observar en el principio cuando su amiga Gertrudis está muy emocionada por su puesta de largo y por la relación ya formalizada con su novio, a lo que Natalia, si bien se alegra por su amiga, no comparte su entusiasmo ante la situación y prefiere limitarse a escuchar. Una conversación paralela a esta se aprecia tanto en esta charla, como en la que posteriormente mantiene con sus hermanas e Isabel sobre el tema de la puesta de largo, en la cual, se aprecia la presión a la que las jóvenes están sometidas para convertirse en adultas y buscar pretendientes para casarse, mencionándose, además, que cada vez estas muchachas son más jóvenes.

Asimismo, también es interesante analizar las relaciones amorosas que se presentan, debido a que se muestra una descompensación de poder entre el hombre y la mujer, pues los hombres son quienes poseen una mayor libertad y, por tanto, quieren ejercerla sobre sus respectivas novias al ser considerado como el comportamiento normal de la época.

Por un lado, la primera de ellas es la de Gertrudis con su novio, en la que ella decide abandonar el colegio, sin embargo, no es una decisión tomada por ella, sino más bien por la influencia de su novio, al contarle ella sobre el embarazo de una de sus compañeras, él mostró su desagrado, siendo este motivo suficiente para que ella también decidiera dejar la escuela. Natalia se siente confundida acerca de porqué su amiga se lo ha contado a Ángel, ya que acordaron no mencionar ese incidente a sus familias; así como también está en desacuerdo con las acciones de su amiga. A pesar de que Gertrudis está muy ilusionada con su noviazgo y el rumbo que está tomando, es claro quién tiene las riendas de esta, siendo, además, un comportamiento que Gertrudis apoya. Otro aspecto resaltable de esta escena es la comparativa que hace Natalia en cuanto a la forma en la que pasaba el tiempo con su amiga el verano anterior en comparación a este; pues mientraselaño anteriorsededicabana jugar coleccionandoinsectos,una actividadmucho más juvenil; este año parece que el único tema de conversación es la consolidada relación con su pareja y su puesta de largo, con lo que Natalia se encuentra disconforme.

El otro noviazgo que se representa es el de Julia y su novio, que es guionista de cine, el cual le pide demandas imposibles de cumplir para ella por su papel como mujer en la sociedad, ya que no puede viajar sola hasta Madrid para verlo al ser considerado inmoral por su padre que, al parecer, es el único que puede llevarla. Se nos muestra una relación basada en exigencias por parte del hombre, y que una de las razones por las que no está resultando bien es por su pobre comunicación al ser relación a distancia por carta, lo que impide que puedan resolver adecuadamente los problemas que tienen. Además, otro punto observable es la falta de compromiso de su novio con la boda, ya que quiere saltarse los protocolos o procedimientos convencionales como la fiesta y los invitados, prefiriendo hacerlo rápido sin mucha ceremonia.

En definitiva, se nos enseña una realidad en la que los hombres poseen en gran medida más poder en la relación que las mujeres, así como que estas deben ser sumisas y obedientes, tal y como pregonaba la sociedad en el franquismo, donde la libertad de la mujer era muy limitada, razón por la cual Natalia no se siente a gusto en la sociedad en la que vive, porque parece que sus únicas opciones son presentarse en sociedad y comportarse de acuerdo con las normas impuestas por la institución social del momento.

Por último, es destacable que el lenguaje utilizado es uno coloquial, propio del habla de las jóvenes y en el que se empiezan a mostrar los primeros signos de la entrada de anglicismos, como ful o dop. Otra muestra de coloquialismo está en el acortamiento de palabras, como bici en vez de bicicleta. Asimismo, se intenta representar la forma informal con la que hablaban las jóvenes a través de un vocabulario sencillo y fluido junto con la inserción de palabras extranjeras entre ellos.

En conclusión, considero que lo que Carmen Martín Gaite pretende es concienciar al lector del limitado papel de las mujeres a finales de los años cincuenta, a través de Natalia, una joven inconformista que no se quiere limitar a las expectativas sobre las que vive, provocando que no se sienta en sintonía con esa sociedad. Tal y como menciona el título, las mujeres estaban relegadas al espacio interior de la casa, en el que era, simbólicamente, entre los visillos la única forma de ver la realidad exterior que, aun así, sigue siendo una vista muy limitada de la realidad; tal vez por esto también destaca el final del capítulo, ya que se alude a que Natalia quiere irse de paseo con la bicicleta lejos, quizás refiriéndose en otro nivel más profundo a que quiere desligarse, aunque sea por un corto periodo de tiempo, de las imposiciones sociales a la que es sometida.

Al final, podemos concluir que se trata de la inextinguible pugna entre la prevalencia de los principios y valores determinados de una colectividad (la sociedad) contra la individualidad (representada en el personaje de Natalia); siendo esta una contraposición patente, no solo a lo largo de toda la historia de la literatura, sino de la misma Historia. Natalia posee una mentalidad adelantada a su época, provocando estas disidencias y discrepancias con una sociedad que no está preparada para aceptar la igualdad intelectual y la independencia de la mujer de una manera igualitaria con la del sexo opuesto. Dicho esto, no parece justo juzgar la sociedad de finales de los años 50 con la misma mirada y conocimiento que ahora poseemos medio siglo después, resultando así en que esta diferencia de pensamiento «generacional» que sucede no posea culpable alguno, pues tanto Natalia como su entorno simplemente actuaron según su manera de ser teniendo en cuenta su contexto histórico, cultural y social, ya fuera para aceptarlo o rechazarlo, originándose así la imposibilidad de conciliación entre estos dos extremos ideológicos opuestos.

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María del Carmen Conde Martín

Categories: Crítica Literaria

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