«Los insectos perfectos», de Laura Fjäder – Una reseña de Virginia Fernández Collado

Los insectos perfectos, de Laura Fjäder [Reseña]
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Los insectos perfectos
Los insectos perfectos, de Laura Fjäder, es un poemario de 37 poemas dividido en dos partes: “Lugares anfibios” y “Hábitos crepusculares”, todo ello precedido por el poema “Cáscara” a modo de prólogo. Ya la dedicatoria es una declaración de intenciones: “Para ellas. Para las que luchan”. Este libro trata de entender el lugar que ocupamos las desheredadas, nosotras, como los esqueletos de los anfibios existimos, o vivimos dentro de nuestros caparazones. No ocupamos el lugar de otros, debemos, por amor propio, saber ocupar el nuestro.
Como todas las mujeres que han sido silenciadas pasan a través de mis ojos Insectos perfectos que han sido también olvidados de alguna manera. Encuentro un biombo que esconde un secreto, el secreto del musgo que se aloja al pie de la piedra, o al pie del árbol. Sigue la estela del gusanillo este pie ilusionado, se arrastra por la tierra, retoza. Es la alegría del sol que todo purifica. Comienza el libro con la cita de Monique Wittig, Orphée, la serpiente favorita de la mujer que camina por el jardín, por todos los jardines. Las mujeres que fueron malditas serán las primeras en la religión del amor, que ya nos hizo ver Ibn Arabi, místico sufí que antepone al hombre, la mujer, como el ser que porta la sabiduría, a la misma altura si no más que el hombre. Cuando ama, le dijo su amada en cierta ocasión en el santuario de la Kaaba, el yo es borrado, porque el amor todo lo arrasa, como el fuego. Y afirma Laura en el poema que da pie a estos insectos arrasados también por el fuego del amor:
“Ellos, visitantes encajan a la fuerza durante un tiempo/ limitado”
Ellos, visitantes, que vienen al templo. Ellos vienen, pero siempre y como debe ser, por un tiempo limitado. El viento todo lo arrasa, como el fuego abraza al fuego, como lluvia que es arrastrada por el río. La nieve todo lo cubre, pero en primavera volverán las flores a nacer de todas las formas y colores, porque todo es renacer, después de invernar nace la mariposa del gusano de seda, se posa en la flor y eso es tan bello como el propio nacimiento. Aunque todo es vanidad, como dijo el Eclesiastés, y querer atrapar al viento, pero el viento no puede atraparse, ni la libertad del ser.
Dice Mina Loy en una cita perfecta “Las cosas dóciles no tienen inmensidad”. Si el mar fuera dócil, no sería el mar. Si el viento fuera dócil, no sería el viento. Así la vida va, como las estaciones. Nosotras conocemos el secreto, Laura lo sabe, podemos adentrarnos en él. Orugas, caracolas, larva, dice la poeta:
“Caminar de nuevo para poner sola sus huevos”
Éstos son los Insectos perfectos. Y rotunda afirma:
“Así en tu mesa el olor a algas, a escama de pez antiguo”.
Me gusta el poema que habla de la belleza de los fósiles, ¿Quién cantará a la belleza de los fósiles cuando no estemos? ¿Quién los recordará? Peces, moluscos, pequeños bichitos quedarán impresos en la roca. Laura lo sabe, mide distancias y canta al amor ¿Quién los recordará? Dice Fjäder. A mí estas palabras me llegan como si fueran una canción de cuna:
“Que te acojan las colonias de esponjas”
Que así sea querida, para siempre y también el mar. Esto a mi me parece un jardín como diría Emily Dickinson, con vida y sangre, luz y sombra, así la vida y las estaciones van. Los insectos nos hablan de la vida, pero también recuerdan el paso del tiempo, la generación y la corrupción, la inevitable destrucción. Ya lo dijo Cesare Pavese:
“Vendrá la muerte, y tendrá tus ojos”
Así llegan los millones de hilillos de gotas, de algas, la noche, el mar, millones de ojos que miran ensimismados, abstraídos por el pasar de los tiempos y una pequeña cría de gaviota en una playa lejana. “Vendrá la muerte, y tendrá tus ojos”.
Los Insectos perfectos rebosan plantas, liquen, musgo y humedad, y en el centro mismo, como protagonista única, ella, nosotras.
A lo largo de los tiempos, la mujer ha sido silenciada no solamente en literatura, sino en muchos campos como el científico o el artístico. Con el tiempo los roles han ido modificándose, pero debemos advertir que no hace tanto tiempo. Miles de voces han ido resurgiendo poco a poco como la primavera. Movimientos feministas aparecen reivindicando su sitio, su voz. El libro de Laura Fjäder es parte de ese pequeño grano de arena que entre todas debemos poner, grano a grano para crear, conquistar el espacio, nuestro propio espacio.
Aquí dejo algunos poemas, sembrados como espigas de trigo:
Esponja córnea de espinas aladas, eso fue otra vida.
Esqueleto en sílice hilada, eso fue otra vida.
Tentáculo invaginado, eso fue otra vida.
Hojaraíz punteada, eso fue otra vida,
Animalflor.
De semillas ocultas germino.
*
Podría acoger al sueño si viniera.
Sí,
lo acogería dulcemente.
*
Que ninguna extremidad alcance la marca.
Que no levante cresta la ola.
Que la carne dispersa vuelva a su sitio
Que te acojan colonias de esponjas.
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Virginia Fernández Collado
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Nota
Laura Fjäder. Los insectos perfectos. Ediciones Torremozas, Madrid, 2020. ISBN: 978-8478398089.