Mi yo dormido – Silvia Olivero Anarte

Mi yo dormido – Silvia Olivero Anarte

Mi yo dormido

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Mi yo dormido

Cuando mis ojos alcanzan la luz aletargada, anuncio del regreso del astro Sol, mi cuerpo pretende desenvolverse en la rutina de la mañana, sin embargo, no me es posible, mi yo se halla dormido.
Un estado de éxtasis en el que Morfeo permite la trascendencia del pensamiento, entre la cosa en mi y la cosa en sí, una cuarta justa que, infame, regurgita bostezos al libre albedrío. Es música lo que habita en mi oído interno, la voluntad en sí misma, me susurra Schopenhauer.

Johann Sebastian Bach debate con Vivaldi si el Sol es el eterno ritornello mientras comparten una taza de té en el café Zimmerman, o mientras pasean en góndola… Mi yo dormido se confunde, crea falsos recuerdos, o quizá sólo sean imaginarias leyendas de gigantes cuyas claves de sol rinden homenaje a las claves de do y de fa.

Respiro un largo paseo entre el Ospedale della Pietà y la escuela de Santo Tomás, saboreo una ofrenda a la humanidad a través de la más elevada educación transcrita en caricias musicales que elevan el alma del mundo. Gloria a Dios, la Pasión según San Mateo… alabanzas al altísimo. Siempre la mirada hacia arriba, evitando cegarse con la luz del astro de fuego, navegando entre la música de las esferas, en busca de la solución del canon infinito.

Mi yo dormido recorre los caminos trazados por el horror vacui que terminan infinitamente en la superposición de reinicios y finales suspensivos, trocados en perfecta armonía, contrapunto invertible que huye de las más temibles profecías de Fux. El eterno continuo en monotemático discurso, acrobacias de la pluma del rosso amigo, recreadas al clave por la tinta de la erudición germana. La voluntad misma de los dioses al abrazo de Euterpe.

Sombreados pentagramas que contienen en el silencio del pliego la voluntad misma, cruce de caminos entre canales y senderos de barro, moldeando el pulso preñado a semicorchea, equivalente a la subdivisión del suspiro y a la danza a la breve, una cuadratura perfecta en sus equilibradas desigualdades.
Vibran las cuerdas de mi alma.

Mi yo dormido se pierde en las ranuras de la realidad que traspasan las fronteras del sueño. Sólo veo una solución al entuerto, reivindicaré mi derecho a tomar café mientras me invade el invierno.

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https://www.youtube.com/watch?v=HBH1SIMtKnc [Johann Sebastian Bach – Kantata 211: «Schweigt stille, plaudert nicht » / «Kaffekantate»] – [1734 – Lieschen: Anne Grimm (Soprano), Schlendrian: Klaus Mertens (Bajo), Narrador: Lothar Odinius (Tenor) – Director: Ton Koopman – The Amsterdam Baroque Orchestra & Choir]

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Silvia Olivero Anarte

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