Poemas de la España vacía – Heliodoro Fuente Moral

Poemas de la España vacía – Heliodoro Fuente Moral

Poemas de la España vacía

 

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Soportal de la tarde

 

A tantos pueblos castellanos de porticadas plazas,

por las que hoy pasea estremecedoramente

tanto abandono histórico.

 

 

Soportal de la tarde,

solitario gabán de abandonadas plazas,

donde antaño corría

el sedentario murmullo de la calma

de la heredad sentida,

o el sonoro chirrido

de los pesados pasos de las botas de clavos.

 

Hoy, cada vez más solo

bajo el raso e indolente cielo castellano,

¿no te inquieta el olvido

de las raudas carreras de los niños,

de las palabras graves que en el corro de viejos

maduraban la tarde?

 

Bajo tu sombra escribo estas líneas a nadie,

mientras sobre tus losas

pasean sin figura muertas sombras de estío,

sin murmullo, sin calma,

con el dolor de verte

presa de soledades y silencio que en ritual de muerte

van ocupando el sitio de las voces antiguas,

de los pasos antiguos,

de las antiguas risas ya perdidas.

 

Soportal, que en la tarde

te mueres en olvido de tantos que se fueron,

me pregunto, a tu sombra,

qué habrá de ser de ti,

cuando a invierno le llore su corazón de escarcha.

 

*

 

¿Dónde huyeron tus niños?

 

El árbol tiene aún memoria de sus cuerpos;

y el camino reclama su galope y su aliento;

¿dónde huyeron tus niños?

 

¡Ay, solitario pueblo!

 

Sobre las frías calles que el invierno te embarra,

sobre tus viejas casas,

como un enorme buitre, sobrevuela

carroñero el silencio.

 

Al pie de las hornachas,

el terco soliloquio de tus viejos

devana la tarde en bisbiseo,

en tanto la voz seca de los idos

se hace raíz y hierba en el frío descanso

del cementerio yerto.

 

Ay, solitario pueblo,

¿dónde huyeron tus niños?

 

¡Pobre pueblo de tierra!

Y la esperanza es negra.

Y el árbol cada día en más lejana memoria

soñará el perdido abrazo en la aventura del nido;

y el camino, la historia

de las primeras picias a escondidas.

 

Y, en tanto, huidos niños

vagarán por las ciudades desterrados,

reconstruyendo infancias que el tiempo desdibuja

con agitado afán.

 

¡Ay, solitario pueblo,

dónde huyeron tus niños!

 

***

Heliodoro Fuente Moral