Trilogía de Angel Wagenstein
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Angel Wagenstein
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Angel Wagenstein, (Plovdiv, Bulgaria, 1922), nacido en una familia sefardí búlgara, pasó su infancia exiliado en París. Regresó a su país siendo un adolescente, Durante la segunda guerra mundial, fue internado en un campo de trabajo, del que se evadió para integrarse en las filas de los partisanos. Arrestado y condenado a muerte en 1944, logró salvarse al entrar el Ejército Rojo en Bulgaria. Finalizada la guerra, cursó estudios cinematográficos en Moscú y empezó una larga y reconocida carrera como guionista y realizador. Su carrera literaria comenzó tardíamente con la publicación de la novela El Pentateuco de Isaac (1998), que fue el inicio de una ambiciosa trilogía dedicada al destino de los judíos en la Europa del siglo XX que completaría más tarde con Lejos de Toledo (2002) y Adiós, Shangái (2004). Actualmente vive en Sofia. La vida del autor no fue precisamente un camino de rosas y sin embargo, la afrontó con esa manera de ver la vida con una cierta ironía y mordacidad con que nos cuenta en sus obras terribles dramas y a la vez, compensa con algo jocoso. Según Wagenstein, si los judíos no se apoyaran en el humor, no serían capaces de sobrevivir.
En esta magnífica y delirante obra, El Pentateuco de Isaac, derrochando humor por los cuatro costados, el autor aborda el tema de la situación de los judíos centroeuropeos desde la I Gran Guerra, y nos lo cuenta recurriendo a un personaje imaginario, Isaac Blumenfeld, dirigiendo una carta a su cuñado, el rabino Samuel Bendavid, en la que le comenta el cumplimiento de sus cinco sueños, al modo del Pentateuco bíblico. Bendavid es el leit motiv de toda la obra, su alter ego con el que se desahoga y con el que sueña en las largas soledades de sus múltiples reclusiones. A partir de ahí Isaac nos narra su vida, en primera y segunda personas, dirigiéndose al lector como si hablase con su cuñado o con un amigo cualquiera en una de las tertulias de su sastrería.
En tono muy ingenioso, intercalando chistes y tomándose la vida como un hombre sencillo de pueblo, el hijo de un sastre que es; su pericia en darle la vuelta a los abrigos para poder seguir utilizándolos unos cuantos años más como nuevos, refleja parabólicamente cómo los habitantes del pequeño pueblito de Kolodetz (Galitzia) han ido pasando, sin moverse de sitio, del Imperio Austrohúngaro a Polonia, de Polonia a la URSS, de la URSS al Tercer Reich y finalmente a Austria, como si le dieran vueltas y más vueltas a sus chaquetas. Su mirada hacia el mundo que le rodea es limpia, inocente, aunque no exenta de preguntas, preguntas que no tienen respuesta, o cuya respuesta mejor es ignorarla.
To be or not to be: como el genial cineasta judío Lubitsch, hace una magistral obra humorística con un tema tan dramático, esa manera de mirar la vida y mirarse a sí mismos les ha hecho sobrevivir espiritualmente a muchos judíos y evitar la demencia.
En palabras de Wagenstein: “Ya se ha dicho: tantos judíos, tantas opiniones y divergencias…No sé, quizá desde los tiempos de la Torre de Babel hemos aceptado la variedad idiomática y de opiniones como algo congénito de la tribu y no buscamos deshacernos de nuestros contrincantes por medio de la violencia. Lo que ha dado pie al engaño de que los judíos estamos enternecedoramente unidos. Tan unidos como el banquero Rothschild y el revolucionario Marx, quien aspira a expropiar sus bienes. Por otro lado, los peores conflictos y discrepancias el judío los tiene consigo mismo. El suicidio es la única manera de quitarte de encima a este enemigo interno tan pesado, que todo el tiempo se mete contigo y te contradice…”
Otros a los que les ha faltado el humor, han recurrido al suicidio, como Zweig. Y son precisamente los propios judíos los más capacitados para reírse de sí mismos. Los gentiles pueden solidarizarse con ellos, pero no reírse de su situación, lo que se podría entender como un ataque, una humillación. Y así, del mismo modo que Billy Wilder, Ernst Lubitsch y otros han sabido presentar todas esas terribles situaciones vividas con un humor y una ironía mucho más agresiva que una lastimera queja dramatizada, Wagenstein nos cuenta el drama de Europa desde una humorística versión judía, que casi nos recuerda los cuentos de Gógol. El propio Wagenstein destaca la risa como una coraza protectora, una fuente de ánimo y de confianza. Y aunque el autor suele citar a Chaplin –que no consta que fuese judío- como ejemplo, creo que en Chaplin el humor tiene un deje lastimero, dulzón, muy distinto al humor centroeuropeo de un corrosivo Roth (Joseph), con ecos del pintor y dibujante Grosz, y de Otto Dix, del buen soldado Švejk, creado por el autor checo Jaroslav Hašek, en fin, toda una serie de personajes que nos muestran a través de la sátira y el humor la decadencia de una sociedad que desemboca en dos guerras demoledoras.
Su calvario personal, a través de dos guerras mundiales, campos de concentración alemanes y posteriormente soviéticos, el absurdo de su situación, es rememorado por un viejo Isaac finalmente afincado en Viena, que va conversando mentalmente con sus seres queridos, todos muertos, amados en sus sueños.
La siguiente obra, Lejos de Toledo, es una novela de corte absolutamente autobiográfico: el protagonista, Albert Cohen, viaja desde Israel a su pueblo natal para unas conferencias y se reencuentra con su pasado, no sólo los restos de la ciudad que recorrió en su adolescencia, poblada de personajes deliciosamente entrañables, sino que allí encuentra a su amada Araxi, convertida en una mujer madura, amargada y triste. Juntos recorren de nuevo su pasado común y llenan los huecos de información tras su separación forzada.
Con continuos saltos atrás y adelante, el autor nos va contando y al mismo tiempo comparando los viejos tiempos y los nuevos, mostrándonos en qué se ha convertido la ciudad que le vio nacer y los personajes que conoció, sobre todo, la fuerte personalidad de su abuelo Abraham El Borrachón, y la resistencia y vigilancia de su abuela Mazal, que mantiene las tradiciones sefardíes seculares en su vida cotidiana, en su lenguaje y en su cocina. El mundo de los adultos y el de los niños discurren paralelos, con algunos momentos de colisión, momentos recordados por ambos, Albert y Araxi con emociones encontradas.
No tan elaborada como El Pentateuco, Lejos de Toledo sin embargo es una lectura atractiva, con esa nota nostálgica que predomina sobre el humor, que también lo hay, pero soterrado y trasladado al mundo del recuerdo.
Adiós, Shanghái está precedida por un breve capítulo cuyo título cita la famosa Sinfonía de Los Adioses de Haydn; la sinfonía es ejecutada por una orquesta de depauperados músicos judíos procedentes de la Filarmónica de Dresde, en los restos de una fábrica bombardeada en Hongkou, Shanghái, ante un regimiento de infantes de la marina norteamericana, vencedores. Estamos en 1945.
[Franz Joseph Haydn – Sinfonie fis-Moll Hoboken-Verzeichnis I 45 [Abschiedssinfonie] – Satz II Adagio – The Aldeburgh Festival Orchestra [Suffolk, England – June 19th, 1956]- Sir Benjamin Britten]
Asimismo, la novela acaba con otra cita a la misma sinfonía, con el adagio finale. Poco a poco, los supervivientes se despiden de Shanghái y de todos los que han quedado enterrados allí, como velas apagadas, desde un buque con destino a Europa.
[Franz Joseph Haydn – Sinfonie fis-Moll Hoboken-Verzeichnis I 45 [Abschiedssinfonie] – Satz IV Presto – Adagio – The Aldeburgh Festival Orchestra [Suffolk, England – June 19th, 1956]- Sir Benjamin Britten]
De las dos partes en que está dividida, la primera presenta la situación europea a partir de la noche de los cuchillos largos, con el concierto de Haydn, en el cual, conforme los músicos de la Filarmónica de Dresde van apagando sus velas en la sinfonía Los Adioses y saliendo de escena, van siendo detenidos todos aquellos –y eran muchos- de raza judía. Es 1938. La segunda parte trata de lo que los emigrantes forzosos encuentran al llegar a la aún ciudad internacional de Shanghái, en plena guerra chino-japonesa, con la ciudad dividida en zonas por naciones, donde cada uno de los personajes trata de salir adelante en condiciones penosísimas y cómo todos van a tener algo que ver entre sí, van a formar parte de una fina malla sin saberlo. Una malla que acabará por romperse.
Los diversos personajes, cada cual con su trayectoria, su ambiente y su manera personal de afrontar la vida, van apareciendo en escena a la vez que los acontecimientos de Alemania se precipitan. Todos, de un modo u otro, acaban por escapar, y de un modo u otro, todos acaban en el único sitio al que los dejan entrar: Shanghái.
Muchas novelas han tratado la guerra en Europa o incluso en el Pacífico. Pero pocos han tratado y de modo tan fuertemente realista, lo que representó Shanghái en aquellos años; el inmenso drama de toda aquella gente sin esperanza; el drama de un primer violinista de la Filarmónica que sobrevivía trabajando como ayudante de un jardinero japonés para familias acomodadas, o recogiendo basura por las calles o cargando fardos en los muelles para poder comer.
Hay una trama en la que confluyen personajes que se han conocido en Dresde o en París, en la que hay encuentros amorosos, hay espionaje, hay miseria, tortura y dolor. Pero el tono de la obra discurre en dos niveles: el de los personajes, mezclando drama con cierta retranca, un humor diríamos muy centroeuropeo, en el que ellos se toman a sí mismos como objeto de humor. Y el otro nivel es casi un ensayo histórico, en el que la explicación histórica, contada directamente al lector, por un narrador muy sarcástico, discurre como un telón de fondo en el que van apareciendo el drama de cada personaje. Esta alternancia está algo descompensada, estas largas explicaciones de la situación política quizás podrían haberse resuelto dentro de la trama misma, pero el autor prefiere contárnoslo como en un aparte. En suma, creo que es una novela fallida, que hubiera podido resolverse mejor de otro modo.
Y tanto en uno como en otro nivel, lo que advertimos es un cierto problema con el lenguaje, que suponemos un fallo de traducción. Hay muchas frases mal resueltas o que nos dejan con un poco de confusión o con la sensación de que podría haberse expresado mejor. Al ser traducida del búlgaro, resulta difícil de identificar dónde está el fallo. Pero una revisión más detallada sería interesante para mejorar una novela que tiene un tema interesantísimo pero que no acaba de convencer la manera cómo lo desarrolla.
La última parte mantiene una fuerte tensión y dramatismo. Y nos deja un sabor de boca amargo, porque aunque sabemos que la guerra ha terminado, sabemos también que hay cosas que no pueden restituirse. Dresde arrasada hasta sus cimientos, Hiroshima y Nagasaki arrasados también. Y los supervivientes sin saber qué hacer con su vida y con su historia.
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Fuensanta Niñirola
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Notas
- Angel Wagenstein. El Pentateuco de Isaac. Título original: Петокнижие Исааково. Traducción de Liliana Tabákova. Editorial Libros del Asteroide, Barcelona, 2008. ISBN: 978-84-935914-6-5.
- Angel Wagenstein. Lejos de Toledo. Título original: Далеч от Толедо. Traducción de Venceslav Nicólov. Editorial Libros del Asteroide, Barcelona, 2010. ISBN: 978-84-92663-13-2.
- Angel Wagenstein. Adiós, Shanghái. Título original: Сбогом, Шанхай. Traducción de Venceslav Nikólov. Editorial Libros del Asteroide, Barcelona, 2009. ISBN: 978-84-92663-00-2.
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