«Utopía», de Tomás Moro – Fuensanta Niñirola

«Utopía», de Tomás Moro – Fuensanta Niñirola

Utopía, de Tomás Moro

 

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Muchas veces nos referimos a opiniones, ideas o sentimientos como utópicos, tratándolos de irrealizables; pero aún así los expresamos o los compartimos con otros como ilusiones o sueños que nos gustaría ver cumplidos, aunque conozcamos su dificultad o su absoluta imposibilidad.

Pues bien, he aquí que Tomás Moro (1478-1535), humanista, abogado y Canciller británico, expuso sus ideas y sus críticas sobre el gobierno y la organización del Estado, y las expuso al modo típicamente renacentista, es decir, como un diálogo en el que el autor presenta sus opiniones, o algunas de ellas, por boca de un personaje imaginario, Hytlodeo, que dialoga con el autor y otros personajes. Y aunque ya el mismo título deja claro que todo aquello de lo que se habla no existe en ninguna parte (ou-topos), en su final, también Moro asienta que lo que expone es un deseo más que una esperanza, ya que no tiene ninguna posibilidad de verlo cumplido. En general, la posición de Moro es escéptica tanto en materia política como en lo que afecta a la vida humana.

De todos es conocida la vida y sobre todo, la muerte de Tomás Moro, hombre de honor, por un enfrentamiento con el rey Enrique VIII, al pretender el monarca hacerle firmar un documento que le posibilitaba a casarse con Ana Bolena, rompiendo con la iglesia de Roma e instaurando la iglesia Anglicana, de la que el rey es cabeza visible desde entonces. Moro, persona íntegra en sus convicciones y en su comportamiento, tuvo gran amistad con el rey, pero aun así, le fue más fiel a su conciencia. Según R. Esquerra, el autor del prefacio, “la muerte de Moro es, sin duda alguna, la más elegante y serena que registra la historia de los mártires por la libertad de conciencia

La obra de Moro, que además escribió, entre otras muchas obras y opúsculos, la primera “Historia de Ricardo III” en inglés –no en latín, como era lo habitual-, entronca en la tradición humanista del Renacimiento, y recobra postulados platónicos, aunque marcando diferencias muy claras con respecto a Platón. Utopía parece ser que fue escrita en 1516, a raíz de un viaje de Moro a los Países Bajos, que le impresionaron muy favorablemente por su desarrollo y novedades técnicas, así como el trazado de sus ciudades y la circulación de ideas nuevas. La otra impresión o acicate para el desarrollo del libro fueron las noticias de los viajes y descubrimientos de Américo Vespucio, resumidas en la compilación de sus escritos conocida como “Mundus Novus”, publicada en París en latín por Giovanni Giocondo en 1504, después de haber circulado por Florencia en lengua vernácula. Vespucio escribe allí que “los habitantes viven según la Naturaleza y deben ser llamados epicúreos más bien que estoicos…no poseen nada particularmente, pues todas las cosas son comunes. Viven sin rey, sin soberanía alguna, y cada cual es amo de sí mismo”. Palabras que crearon un fuerte impacto en Moro. También sus lecturas de Platón, y de Agustín de Hipona le añadieron elementos a su discurso. Su amistad con Erasmo de Rotterdam, que lo visitó en Inglaterra en 1509 y que le dedicó su Elogio de la locura –precisamente el nombre de Moro le había llevado al título del libro, porque, en griego, “Moria” significa “locura”- y su conocimiento de la obra del holandés, otro peso pesado del humanismo, suma influencias. Pero si Erasmo, en su Elogio, venía a decir que la locura (moria) gobernaba la humanidad, Moro respondía en su Utopía que el Estado perfecto estaba en “Ninguna Parte” (outopia). Tanto uno como otro no aspiran a situarse en el plano de la realidad: Moro nos muestra un listado de situaciones altamente deseables para un país, irrefutables mientras se mantengan en el plano de la idealidad. Porque Moro sabe que la principal refutación de sus teorías reside en la propia naturaleza humana. Por ello, a la vez que pone en boca de Hytlodeo que la causa de todos los males radica en la propiedad privada, Moro le replica con su propio nombre que él nunca podría vivir en un régimen colectivista…

Utopía consta de dos partes: en el libro primero, nos presenta al portugués Hytlodeo, y trata sobre las deficiencias y abusos, tanto en Inglaterra como en otros países: codicias reales, intrigas internacionales, falsedades e hipocresías, así como el intento –sin éxito- de convencer al portugués que, dados sus conocimientos, debería asesorar a los gobernantes. Hay un párrafo a cargo de Hytlodeo en el que responde: “Por esto Platón, con una bellísima comparación, explica por qué los sabios se abstienen de los negocios públicos. Cuando observan la multitud que se extiende por las calles bajo un chaparrón y ven que no consiguen convencerla de que debe ponerse bajo techado, se dan cuenta de que es inútil salir y mojarse como los demás. Se quedan, pues, en casa, contentos de hallarse a cubierto, ya que no pueden curar la necedad ajena” (República, libro VI). Aquí Moro deja traslucir las presiones que sufrió en carne propia por parte del Cardenal Wolsey. Desarrollan un largo e interesantísimo diálogo sobre el origen de la delincuencia y su castigo, donde se pone de manifiesto una crítica radical a los sistemas económico y político medievales.

En el libro segundo es cuando se desarrolla la parte positiva de la teoría. Hytlodeo cuenta su estancia de cinco años en Utopía, isla de localización indefinida, donde sus costumbres y su sistema social y político son descritos minuciosamente. El eje de todo el edificio teórico es, como en Platón, el tema de la Justicia. La fortaleza de un Estado radica en la virtud, cuya base es la Educación. El bienestar de la colectividad está por encima de los individuos, fundamentado en un equilibrio moderado de la forma de gobierno. Moro diverge de Platón, lógicamente, en el comunismo sexual y la negación de la familia, (Moro es cristiano y no puede admitirlos), así como también en cuanto a los gobernantes, ya que Moro confía más en los hombres de experiencia que en los filósofos, cuya capacidad política es escasa o nula. También se manifiesta como un decidido defensor de la equiparación intelectual hombre-mujer.

Otros puntos de análisis interesantes, aunque en mi opinión demuestran algunos de los fallos del sistema, son, por ejemplo, el tema de la esclavitud, (se esclaviza, obligándoles a trabajos forzados, como en Roma, como castigo de la delincuencia, ya que la pena de muerte es rara y la cárcel no se contempla), el tema de la milicia o el ejército y las guerras, la colonización de nuevos territorios, las relaciones de comercio con otros países, el tema del dinero o más bien de su ausencia, el concepto de placer, la salud pública y los hospitales, y-lo que parece muy novedoso- el tema de la eutanasia, la cuestión religiosa, tratada aquí de un modo muy libre, y así podríamos seguir.

A pesar de ser un manifiesto exclusivamente de principios, cuyo valor es solamente intelectual, Moro, a diferencia de Platón, muestra una clarividencia en cuanto a las posibilidades de planificación social que confieren tanto la aplicación de la ciencia (no en balde se trata de un hombre renacentista) como al gobierno de los hombres de experiencia, competentes, y con los conocimientos prácticos necesarios.

El escepticismo de Moro por la filosofía especulativa tiene una compensación en su fe en la philosophia Christi, con lo que su Utopía se atreve con lo que no se atrevió Platón: con la comunidad de bienes. La raíz de todos los males, expresado por boca de Hytlodeo, está en la propiedad privada y las desigualdades sociales que conlleva. En realidad desarrolla la idea de un cristianismo primitivo, comunitario. El filósofo cristiano ha estado en el Nuevo Mundo vespuciano. No le ha llevado a la región de las ideas platónica ni a la invisible y celestial civitate Dei, sino a la corpórea y terrenal de los hombres, a Utopía, donde los hombres viven terrenal y utópicamente, en cristiano.

Cito, para acabar, las palabras finales del texto de Moro:

“Entre tanto y aunque no puedo dar mi asentimiento a todo lo que dijo Rafael (Hytlodeo), eruditísimo y gran conocedor de las cosas humanas, confesaré fácilmente que hay en la República de Utopía muchas cosas que desearía ver en nuestras ciudades. Cosas que más deseo que espero.”

 

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Fuensanta Niñirola

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Nota

  1. Tomás MoroUtopía. Editorial Backlist [Planeta de Libros], Barcelona, 2011. ISBN: 978-84-0810-106-2.