Acerca de la «nueva Filosofía» y la cuestión de su autoría: el caso de Luisa Oliva Sabuco Cózar, conocida como Oliva Sabuco de Nantes Barrera – IV / Apéndice: Primer Congreso Internacional sobre Oliva Sabuco – Alcaraz 21-22 de abril de 2007. Conclusiones de José Biedma López

Acerca de la «nueva Filosofía» y la cuestión de su autoría: el caso de Luisa Oliva Sabuco Cózar, conocida como Oliva Sabuco de Nantes Barrera – IV / Apéndice: Primer Congreso Internacional sobre Oliva Sabuco – Alcaraz 21-22 de abril de 2007. Conclusiones de José Biedma López

Acerca de la Nueva Filosofía y la cuestión de su autoría: el caso de Luisa Oliva Sabuco Cózar, conocida como Oliva Sabuco de Nantes Barrera – IV 

Apéndice: Primer Congreso Internacional sobre Oliva Sabuco – Alcaraz 21-22 de abril de 2007. Conclusiones de José Biedma López

 

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Primer Congreso Internacional sobre Oliva Sabuco – Alcaraz 21-22 de abril de 2007

No sabemos quién escribió la Nueva filosofía de la naturaleza del hombre (1587). Quienes dogmatizan sobre lo contingente muestran poco espíritu filosófico, incluso pocos conocimientos filosóficos. Nuestros asertos sobre los hechos del mundo no tendrán jamás la condición de seguros, sino sólo la de meramente probables, porque los mismos hechos no ocurren por férrea necesidad racional, determinista. En el mundo, graciosamente, hay libertad, creatividad y azar.

Quienes se niegan a dialogar sobre cuestiones problemáticas no deberían tenerse por filósofos y quienes no saben escuchar con respeto las posiciones de los demás no deberían tener el derecho a exponer las propias. Si el feminismo quiere convertir en casus belli el tema de la autoría de la Nueva Filosofía sería mejor para su causa que no se aliara con quien pretende hacerse un hueco a codazos en la historia de la erudición sobre la obra. Pontificar sobre cuestiones probables o dudosas despreciando a quienes han investigado antes, o difamando a quienes, por haber fallecido, no pueden defenderse, no puede servir a ninguna causa noble.

Ricardo González, presidente del Forum Oliva Sabuco de Castilla-La Mancha, tiene el insulto y el desplante por buenos argumentos. Al parecer, piensa que han de ser necesariamente machistas o sexistas quienes no tragan las piedras de molino de sus inventos históricos. Seguramente hay que reconocerle el mérito de haberse dejado la vista durante unos años en los legajos alcazareños del XVI. Él mismo reconoce que hace pocos años no tenía ni idea de quién hubiera podido ser doña Oliva ni de la existencia de la Nueva Filosofía. Y he aquí que en unos meses ha encontrado pruebas de que doña Oliva fue rica, tuvo dos criadas de Orcera y cuatro hijas legítimas a las que ella y Acacio Buedo dotaron espléndidamente y, ¡lo que es más decisivo aún!, un texto de 1588 en que, con su propia firma y rúbrica -la de doña Oliva- la alcacereña reniega de la autoría de la Nueva Filosofía.

Inmediatamente, el flamante presidente del Forum albacetense presenta estos documentos (a los que llama “su santísima Trinidad”) como pruebas definitivas de que doña Oliva fue, precisamente, la autora de la obra, descalificando de paso a quienes no estén de acuerdo con tal conclusión, agregándoles a la lista de conspiradores machistas o tachándoles de ignorantes.

¿Por qué? ¿Cómo es posible que un documento en que Oliva afirma por activa y pasiva que no fue la autora se haga pasar por una prueba de que es la autora?  ¿No se percata, el presidente del forum olivista, de que ese texto de doña Oliva no sólo no rebate el testamento en que Miguel Sabuco proclamaba su propia autoría, sino que es perfectamente congruente con él? Acusa a los “conspiradores machistas” (¡nada de presunción de inocencia!) de hacer desaparecer las cartas de poder en que el bachiller Sabuco encargaba la edición de su obra en Portugal, bajo su nombre y no el de su hija.

¿Para qué iban a hacer desaparecer Marco Hidalgo y “sus secuaces” (entre ellos estaría quien sin duda más sabe de estas cosas, que es Domingo Henares, desgraciadamente ausente del congreso internacional) unos documentos que corroborarían, precisamente, la autoría masculina de la obra? Es evidente que José Marco Hidalgo, que había escrito una elogiosísima biografía de doña Oliva en 1900, hubiera preferido -como nosotros-, estar seguro de la autoría femenina de la Nueva Filosofía, si no fuese porque descubrió el testamento y las cartas de poder en 1905, las que a mi juicio tampoco son suficientes para desposeer a doña Oliva del Copyrigt.

El descubrimiento de nuevos documentos sobre la vida de Oliva es meritorio, pero no prueban que ella escribiese la obra, todavía menos si Luisa Oliva misma afirma en uno de ellos que no la escribió. ¿Cómo se ataca por tanto a quienes sostienen esto mismo? Pues porque se da por sentado que el testamento del padre (de 1588) que Marco Hidalgo desempolvó en 1903 (registrador de la propiedad y archivero al que ahora se manda sin la menor contemplación al infierno de los machistas, tachándole de tramposo y no sé de cuántas cosas más) es una impostura del bachiller Sabuco. Don Miguel Sabuco Álvarez habría hecho con su testamento un quite torero a la hija, para evitarle un proceso inquisitorial. Lo cierto es que en ese testamento auténtico el bachiller amenaza con maldecirla si ella se arroga la autoría de la Nueva Filosofía, y dice haber puesto su nombre sólo por darle honra y no interés.

Ahora se da por sentado que doña Oliva miente también en el mismo año que miente su padre en el testamento. La operación es científicamente dudosa, pero políticamente rentable o políticamente correcta: permite aunar una reivindicación castellanista-manchega con otra feminista: convertimos a Oliva y a su padre en mentirosos a la vez, ¡pero salvamos con ello la autoría femenina de la obra, lo cual permite situar a doña Oliva en el panteón de las santas feministas, de paso que aumenta la nómina de la revisión feminista de la historia de la ciencia! Dos conjeturas aceptadas sin pruebas como verdades, dos creencias encantadoras, se convierten así en dogma de fe, dos por el precio de una.

Sin embargo, lo cierto es que no tenemos la menor prueba de que hubiera amenaza o persecución inquisitorial contra la autora o el autor de la Nueva Filosofía (NF). Pero eso no importa. Todo se organiza para justificar nuestros prejuicios. Y quien ose poner en duda que doña Luisa Oliva Sabuco de Nantes y Barrera fue capaz de construir con veinticuatro años (los de entonces, desde luego, no los de ahora) una de las obras más originales de la filosofía natural española del XVI (la otra es el Examen de ingenios de Juan Huarte de San Juan), en castellano y en un magnífico latín… quien crea que es más verosímil que la obra la compusiera su padre, incluso ayudado a ello por su hija, es un machista, un conspirador, un opresor de mujeres, un maltratador execrable… Tiemblo ante la posibilidad de un nuevo tribunal de la Inquisición, controlado por oportunos aduladores del feminismo más extremoso y resentido.

Por supuesto que conjeturar es legítimo en cualquier investigación científica, pero no es legítimo ni intelectualmente honrado hacer pasar nuestras conjeturas por leyes, mientras no contemos con pruebas suficientes. La NF fue muy ligeramente expurgada por la Inquisición, en el momento de sus primeras ediciones, y hubo que esperar más de setenta años para que ésta la incluyera en su Índice de Libros Prohibidos. El hecho de que Acacio Buedo y su esposa Oliva Sabuco fuesen muy ricos, no los hace más vulnerables, sino menos, a convertirse en víctimas de la Inquisición, sobre todo en tiempos de escasez y corruptelas económicas, compra de cargos, etc[1].

Naturalmente que no es imposible que Oliva escribiera la obra y su padre reivindicara la autoría para proteger a su hija, naturalmente que este humilde servidor y buscador de la verdad desearía que hubiera sido precisamente Oliva quien la escribiera, para convertirla así más fácilmente, como tan noblemente ha hecho nuestro colega Eduardo Ruiz Jarén con su precioso librito (Oliva Sabuco de Nantes. Filosofía, ciencia y mujer en el renacimiento del sur, Asodeco, Jaén, 2007), en un modelo femenino de intelectual, un modelo que evite que nuestras alumnas de instituto abandonen tempranamente sus estudios, tentadas por la tradición, el dinero, la diversión o el sexo.

Sólo un imbécil puede poner hoy en duda la capacidad de las mujeres para las empresas intelectuales, científicas y filosóficas (Fray Luis de León no fue un imbécil, sino un brillantísimo converso, aunque un hombre de su tiempo). Sin embargo, siendo amigo de Oliva, como soy, ¡tanto que me empeñé en que llevara su nombre el premio de ensayo que la Asociación Andaluza de Filosofía convocó, cuando nadie o muy pocos sabían de su existencia!, soy aún más amigo de la verdad. In dubio, abstine, como hubiera podido repetir quien –como Sabuco, Miguel u Oliva- tanto admiraban a Cicerón y a Séneca. Me parece muy bien que la obra siga publicándose bajo el mismo nombre, el de Oliva, nombre con que se publicó en las primeras ediciones del XVI, manteniéndose el privilegio (copyright) concedido por Felipe II, privilegio que nunca ha sido revocado. Pero en un Congreso académico debe someterse a análisis y a confrontación dialéctica lo que es meramente verosímil, probable o dudoso.

Filosóficamente, estas cuestiones deberían ser secundarias, aunque hay que reconocer que añaden misterio a un texto extraordinario y además se inscriben en la lucha política, que, en nuestra atribulada época y opulentas y decadentes metrópolis occidentales, más parece hacerse ya con las gónadas que con las ideas. La NF es un texto que, sobre todo, en su prólogo y primer coloquio, parece haberse escrito con un timbre de voz femenino. Un texto que, tanto si fue escrito por un varón como por una mujer (¡o por ambos!), exigió un notable ejercicio de travestismo: un varón que se hace pasar por mujer que se hace pasar por el pastor Antonio. O una mujer que se hace pasar por pastor y presenta una obra médica sin ser médico (¿tal vez sí, curandera?) y que se atreve a arremeter contra los médicos de la época (contra el divino Vallés) y contra la tradición galénica…

Recomiendo a quienes quieran acercarse al texto directamente –lo mejor- que usen la edición facsímil de 1588 que puede hallarse en la Red, disponible gracias a la Junta de Andalucía. La de Atilano Martínez Tomé tuvo el mérito de hacernos conocer a muchos la importancia de la obra, pero es bastante deficiente y está llena de erratas[2].

Alcaraz pertenecía en el siglo XVI, al menos judicialmente, al partido de la gran Úbeda, de la que hoy está por carretera a hora cuarto. He podido estudiar lo mucho que fueron perseguidos los cripto-judíos en el alto valle del Guadalquivir y la sospecha y marginación que pesó sobre los conversos por estas tierras a finales del XVI. El Congreso de Alcaraz ha afianzado mi creencia sobre la procedencia hebrea de la familia Sabuco. Se pueden aportar algunos indicios al respecto de lo que sólo es, claro, una conjetura verosímil[3]:

 

  • Los nombres de plantas fueron característicos de muchos judíos antes de que empezasen las persecuciones, pues evitaban así los nombres de santos cristianos.
  • El hecho de que a la oliva y el sabuco de la autora de NF se añadan ahora, en momentos de persecución o execración, los nombres de las madrinas cristianas (de Nantes y Barrera).
  • La metáfora del hombre como “árbol del revés” es común en la Cábala y el esoterismo hebraico[4].
  • La importancia de la luna (madre nutricia del mundo) en las disquisiciones cosmológicas de la NF. Las culturas semíticas dan preferencia a los ciclos lunares.
  • La consideración venenosa del flujo menstrual en la parte latina de la obra.
  • Las escasas alusiones a la salvación cristiana y las nulas alusiones a los santos cristianos y a la virgen María.
  • El hecho de que sean más frecuentes las referencias al Antiguo Testamento que al Nuevo.

El Congreso Internacional sobre Oliva Sabuco ha sido fructífero, aunque han faltado quienes defienden razonablemente la autoría masculina de la obra, y entre ellos quienes han dedicado con reconocida solvencia largas horas de estudio a este tema (v. gr.: Domingo Henares). En cualquier caso, hemos aprendido mucho, hasta de quienes no estaban dispuestos a aprender de los demás. No es el caso del laborioso y sorprendente Eduardo Ruiz Jarén, que ha hecho pedagogía del libro de Oliva, y cuyos inmensos conocimientos no dejan de sorprenderme. Me encantó conocer a la joven Mónica Balltondre Pla, a quien no gusta la visión unilateral que proyecta cierto feminismo sobre la obra (ambos preferimos ver la sombra de la Monna Lisa y del andrógino de Leonardo en el prisma ambiguo y misterioso de esta joya del renacimiento español). Beatriz Cruz Sotomayor (discípula de Luce López-Baralt[5]) viajó desde Puerto Rico y nos mostró cómo la misoginia de Huarte se evapora en la NF. Andrés García Cerdán hizo una literaria, emotiva y eufónica recreación de la voz de Oliva.

Nuestra amiga Rosalía Romero, desde un feminismo razonable, “entrañable”, en el mejor y metafísico sentido zambraniano, insiste en el marco histórico, trentino, en que fue escrita y recepcionada la obra, que enmarca dentro de las polémicas renacentistas del elogio y vituperio de las mujeres y en la que ve una latente y continua referencia a la suerte de las féminas, marginadas de la medicina y el poder. En esta situación de control de las conciencias a través de la confesión pública, elevada por Trento a la categoría de gran ideal cristiano, poco renacimiento les cupo a ellas ya en tiempos de Felipe II, atadas como estaban al yugo doméstico (La perfecta casada y demás).

Rosalía tiene toda la razón cuando enmarca el tono de la obra en una corriente estoica-epicúrea que anticipa la secularización de la ética. Muy hermosamente asoció el estoicismo de la NF a lo que dice María Zambrano sobre el senequismo español como moral de ocasos, que no de decadencias. Y halla el paradigma de la autonomía Sabúcea en la virtud de la templanza. Trazó muy bien las diferencias entre Oliva y Pedro Simón Abril (primer traductor al castellano de la Ética para Nicómaco de Aristóteles y posible preceptor de la alcacereña[6]), y entre Oliva y Juan Huarte. Mientras éste quería otorgar poder político a los médicos; Oliva más bien quiere arrebatárselo. Rosalía cree que el testamento de Miguel fue una impostura para salvar a su hija de una posible acusación por brujería. Su creencia no es inverosímil, mucho menos en una sociedad despoblada de varones por las levas y la aventura de América, y en que las mujeres ejercían muchas veces como comadronas, enfermeras y curanderas. Oliva tuvo dos criadas de Orcera, pueblo de la sierra del Segura jiennense en que hay una importante tradición de sanadoras populares (o “brujas”). Pero Rosalía se mostró muy prudente en esto, pues sabe distinguir entre conjetura y saber probado.

Damaris Otero-Torres, profesora de la Rutgers University (USA) acercó la obra de doña Oliva a la tradición picaresca, en su exposición, que nos gustaría leer más despacio, se podían oír sones caribeños: la danza del cremento y del decremento, el canto vital de un pícaro hembra o machihembrado.

La profesora María C. Vintró, co-traductora de la NF al inglés, no puedo acudir a esta cita en Alcaraz. María Luisa García Serrano, nuestra encantadora anfitriona, leyó unas hermosas palabras de la profesora de la Cleveland State University, sobre la expresión “esperanza de bien” en la obra de la Oliva Sabuco.

Por fin, la alcaldesa de Alcaraz con una discretas y entusiastas palabras cerró el congreso. De todo lo cual doy fe.

 

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José Biedma López

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Notas

[1] Cfr. Aurelio Pretel Marín. Alcaraz en el siglo de Andrés de Vandelvira, el bachiller Sabuco y el preceptor Abril. Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”, Albacete, 1999.

[2] Cuando escribí esto no había mejores ediciones disponibles, pero en 2009 Samuel García Rubio y Domingo Henares publicaron una versión completa de NF bajo el nombre de Miguel Sabuco Álvarez, con excelente traducción de sus partes latinas: Dicta brevia… y Vera Philosophia

[3] El reciente libro de Aurelio Pretel Marín, Los judeos-conversos de Alcaraz entre los siglos XV y XVII…, Albacete 2017, confirma esta hipótesis.

[4] Eduardo Ruiz Jarén me ha indicado gentilmente que la metáfora del árbol del revés y la piamadre aparece en el “El Zohar” o “Libro del resplandor” de Castilla.

[5] Catedrática de Puerto Rico y poetisa, una de las mejores conocedoras de la mística española. Agradezco a Beatriz los libros de su maestra que tuvo la generosidad de enviarme desde el otro lado del charco.

[6] El grandísimo retórico y pedagogo del renacimiento español, Pedro Simón Abril, fue preceptor en Alcaraz durante cuatro años y defensor del uso científico de nuestro idioma. Sin embargo, al contrario que doña Oliva, defiende a Galeno.