Antología de poesía femenina contemporánea [Prólogo de Concha García – Premio Gil de Biedma y Dama de Baza] – Escrito de presentación – I – Virginia Fernández Collado [Coordinadora]
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Antología de poesía femenina contemporánea [Prólogo de Concha García – Premio Gil de Biedma y Dama de Baza] – Escrito de presentación – I
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Antología de poesía femenina contemporánea [2020] – Escrito de presentación – I
Introducción
La condición de la mujer está directamente relacionada con su entorno económico y social.
Aminata Traoré
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Lo que hace la belleza del arco iris es la diversidad de sus colores.
Amadu Hampate Ba
1
Con la música, la poesía es el más elevado lenguaje del alma humana. Durante muchos siglos se ha reconocido más la voz de los hombres tanto en lo uno como en el otro. Sin embargo, no han faltado mujeres para cantar el amor, el mundo y la muerte desde la música o la poesía, en todos los tiempos y bajo todos los cielos. Hay mundos y siglos en los que estas artes han sido fundamentalmente femeninas.
En El diván de poetas árabes contemporáneas, el poeta sirio Adonis, nos dice que la mujer en el mundo árabe ha estado acallada durante mucho tiempo. Sin embargo, gracias a las pioneras que empezaron a escribir poesía poniendo en marcha el movimiento poético femenino, e introduciendo cambios en la tradición poética a partir de los años cincuenta, Fadwa Tuqán, Názik Al-Malaika y otras muchas las siguieron, hoy día existe una voz femenina alzada al unísono en lugares donde era impensable que la mujer pudiera expresarse, y menos aún en poesía.
La poesía femenina árabe contemporánea tiene una fuerza comparable a las raíces de los árboles. Poetas como Sanya Saleh, Suad al Sabah y tantas otras siembran versos por doquier y crecen como lobos en las estaciones de primavera; así lo diría el poeta sirio Mohammad al Maghut, esposo de Sanya. Adonis se refiere a estas poetas en el prólogo del citado libro: “la mujer poeta se expresa a sí misma, expresa su libre feminidad, su cuerpo, su relación con el mundo y con las cosas, y, sobre todo, su relación con la lengua árabe femenina, la cual, en sí misma, necesita la libertad y liberarse de lo masculino que dirige la tierra en nombre del Cielo” En su poema Patria, Saniya Saleh , traducción de Jaafar Al Aluni, dice:
Mi patria es mi sueño,
cabeza y corazón
ardiente y palpitante.
Mi patria son los caminos aislados
la tumba y las salas de espera.
Mi patria es el exilio, y los recuerdos
son las posibilidades:
El bosque perdido y los pueblos quebrados.
Siglos antes, Wallâda bent (hija de) el califa al-Mustakfi cantaba entre 1000-1091 dando voz a la poesía andalusí compuesta por mujeres:
Juro por Dios que soy muy digna de alteza, y noble.
Ando con mi manera de caminar y presumo, con la cabeza alta:
permito a mi amante que toque mi mejilla
y acepto los besos de quien desee probar mi belleza.
La poesía femenina árabe ha durado siglos, aunque solo ahora, empieza a trascender del medio de los expertos. Al-Jansâ (590-644), poetisa preislámica, conocida también por componer elegías muy sentidas a sus dos hermanos, muertos en peleas tribales, escribe:
Ya mis ojos son sólo llanto y lágrimas por perder a Sajr.
En esta tierra nos separan sólo unas losas muy recientes.
No cesa así Jansâ de llorar mientras viva,
Con llanto que resuena en el horizonte, por trémula que sea.
Llanto es de una camella al perder de súbito su cría,
Llanto con dos melodías: voz tenue, honda y voz templada,
fuerte.
En otro lugar, el S. XI vio nacer en Jinan, en la provincia de Shangsong, a una poeta de origen ilustre y con una educación intelectual y artística que haría de ella una de las mejores poetas de su época, Li Quingzaho. Hasta hoy en día, nos llegan sus versos como pétalos en primavera. En un poema traducido por Pilar González España, dice:
pequeño patio que guarda la primavera
en la ventana abierta se enmarca el día
en el salón pintado
el silencio es profundo
ilimitado
las volutas del incienso se desvanecen
un rayo de sol ilumina
los colgantes bajos de las cortinas
el prunus que planté con mis manos
¡está tan bello ahora!
Así mismo, en la era Heian (794-1185), en Japón, algunas clases de la nobleza, en lugar de escribir cartas, escribían poemas llamados wakas. Había toda una tipología de poemas que se englobaban en lo que eran los llamados wakas. Uno de ellos es el tanka, o poema corto formado por 31 sílabas en 5-7-5-7-7 pies. Es una composición poética parecida al haiku, pero más larga. Si dos amigos se echaban de menos, se escribían un tanka siempre con figuras de la naturaleza, como metáfora de la emoción o del sentimiento que estuvieran viviendo. No solo los amantes ejercían este arte, podían ser dos amigas, o dos amigos; también cuando un hombre pasaba la noche con una mujer al día siguiente desde su casa de soltero o desde su lugar de trabajo tenía que escribirle un tanka. Si ella contestaba era signo de que la relación podía continuar.
Los wakas debían estar escritos en kana, literalmente la escritura de las emociones. Las mujeres desterradas por su sexo y formación del estudio de los kanji (vehículo literario propio de un estatus académico exclusivo de los hombres) utilizaban el kana como santuario y medio literario para expresar sus emociones.
Así se puede distinguir entre poesía escrita por mujeres y poesía de género en Japón. Allí, Sei Shonagon, fue dama de la corte de la emperatriz Sadako (S.X). Su obra más conocida es El libro de la almohada, donde plasmaba, a modo de diario, listas de lo que le parecía interesante, hechos de la corte y poemas entre tantas otras temáticas. A este género ensayístico se le da el nombre de zuihitsu “correr del pincel”. Es junto a Murasaki Shikibu, autora de la primera gran novela escrita por una mujer, La historia de Genji, una de las escritoras que mejor describen la vida de la época.
Una vez Shonagon salió a visitar el templo de Bodai, y recibió este mensaje de un amigo:
“Por favor, vuelve pronto. El tiempo transcurre tristemente aquí, sin ti”
Ella contestó en un papel en forma de pétalo de loto:
Me pides que vuelva,
y no sé cómo abandonar estas
hojas de loto húmedas de rocío.
Otra gran pluma de la misma época, pero en este caso en poesía es la dama Izumi Shikibu. Escribe estos versos, que aparecen en su Izumi Shikibu Nikki (Diario de la dama Izumi):
kurokami no
Midare mo shirazu
uchiuseba
mazu kakiyarishi
hito zo koshiki
Aquí tumbada
con mi cabello negro
alborotado.
¡Cómo añoro la mano
de quien lo acariciaba!
Tan asociado estaba este tipo de escritura a las mujeres que un literato, Ki no Tsurayuki, fingió ser mujer en el año 935 para escribir en kana su Tosa nikki, en el que expresaba el dolor por la pérdida de su hija muerta. Este hecho me recuerda al libro de Ismael Diadié Haidara, Tebrae para mi madre, prologado por la novelista Aminata Sow Fall de Senegal. Las tebrae son composiciones poéticas de dos versos que cantan las mujeres en el Sahara y el Sahel en África. Las mujeres expresan todo su sentimiento, amor, tristeza, alegría, con una profundidad y una delicadeza extraordinaria. Ismael utiliza esta composición generalmente cantada por mujeres para cantar el dolor por la muerte de su madre. ¿Por qué adoptar el género femenino para llorar? Dos escritores de dos épocas y culturas diferentes han adoptado este género femenino para lamentar, amar y cantar el dolor de sus mujeres muertas, uno, su hija, el otro, su madre, me parece un hecho insólito y curioso.
Por la noche sobre las dunas o alrededor del té, las mujeres africanas se encuentran y cantan tebrae. Una compone una tebria (singular de Tebrae) y la otra contesta. En general cogen un primer verso de un poema clásico y componen un segundo, haciendo de los dos versos un poema completo. La mujer compone una tebria cuando ama, formula niveles variados de sentimientos amorosos en los que puede hablar del físico del amado, de su carácter, sus maneras, el lamento de su ausencia o el sufrimiento de un amor no compartido, como dice Aline Tauzin.
Una mujer dice:
men meten sqamu
tâlet eeleye l-eyâmu
El intenso amor por él
hace tan largos mis días
Su amiga contesta empezando con los mismos versos:
men meten sqamu
nesmae men tûnes kalâmu
Por la fuerza de mi amor por él
oigo sus palabras desde Túnez.
Aquí otro ejemplo de tebria, pero esta vez escrita por un hombre, Ismael Diadié en Tebrae para mi madre, tebria traducida por Virginia Fernández Collado:
No habrá nadie en la casa para llamarme Lele
El pájaro ha dejado su nido vacío.
En África a través de cuentos por la noche, en el trabajo y las circunstancias de la vida como el nacimiento y bautizo de un niño, el matrimonio, son las mujeres las componen cantos; muchas cantan el amor, el mundo o la muerte.
En un canto bambara de amor, traducido por el poeta y presidente, Léopold Senghor, leo con ojos de sorpresa “El pájaro del amor”. Canta la poeta:
Pero déjame, oh Dyambèrè
Tú que llevas la bufanda de flecos largos,
Déjame cantar los pájaros
Los pájaros que escuchaban a la princesa yéndose
Y recibieron sus últimas confidencias.
Y vosotras, niñas jóvenes
Cantad, cantad susurrando
Iah Iah, el bello pájaro.
Y tú, señor del fusil formidable
Déjame contemplar el pájaro que amo
El pájaro que mi amado y yo amamos
Déjame, señor del vestido resplandeciente,
Señor de los vestidos más brillantes
que la claridad del día,
Déjame amar el pájaro del amor.
(Traducción Ismael Diadié Haidara)
En un canto existencialista sobre el mundo, la tombuctiana Hayra Arby, canta:
Adduniya na ci goro do
Alaakara na ci koy do
Beene si mey kali kali
Ganda moo si taa fer
Este mundo no es un lugar para estar
El más allá no es un lugar donde ir
No hay escalera para el cielo
La tierra tampoco se abre.
(Traducción, Ismael Diadié Haidara)
La poesía feminina en Tombuctú es también hedonista declaradamente. Aisa Alamiriyé en un poema hedonista canta acompañada de su violín:
Ñin ni minini
minini ñin go hallal
Alfa dio nga harga
Tabey haw diyo nga harga
Goza
Gozar es lícito
Los sabios lo han dicho
Los que llevan turbante lo han dicho.
(Traducción, Ismael Diadié Haidara)
El hedonismo cantado desde la voz femenina es difícil de encontrar en Occidente sin caer en la degradación o el escándalo, como lo vemos, tal no es el caso en África donde la poeta Aisa Alamiriyé sigue siendo poeta y cantante de culto desde los años cincuenta del siglo pasado. Hombres y mujeres tienen la misma consideración en el Mande. En el siglo XIII, fecha en la que está datada la carta Kurukan fugá o “carta magna del territorio Mande” reconocida por la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad, ya se hablaba de igualdad entre hombres y mujeres y se pedía respeto hacia las mujeres en sus artículos 14 y 16 que aquí transcribo:
Art. 14.- No ofendáis nunca a las mujeres, nuestras madres
Art. 16.- Las mujeres, además de sus ocupaciones cotidianas, deben participar en todas las tareas de gobierno.
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Virginia Fernández Collado [Coordinadora]
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