«Antología privada. Poemas 1992 – 2019», de Carlos Pérez Torres – Una reseña de Sebastián Gámez Millán

Antología privada. Poemas 1992 – 2019, de Carlos Pérez Torres
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Tras más de 12 años sin publicar un libro de poesía, el profesor de Lengua y Literatura, poeta y narrador Carlos Pérez Torres (Málaga, 1958) reúne en esta Antología privada algunos poemas inéditos y una selección de sus seis poemarios anteriores, desde Memoria de la luz (1992) hasta Razón de convivencia (2006), que obtuvo el Premio Ciudad de Vélez-Málaga.
Dividido en cuatro partes, y compuesto de sesenta y tres poemas, la estructura métrica dominante es el soneto, con cincuenta y una piezas. No es casual teniendo en cuenta que desde el Renacimiento (Garcilaso de la Vega), pasando por el Siglo de Oro (Góngora, Quevedo, Lope), y atravesando el siglo XX, no pocos de los más grandes poetas de nuestra lengua han cultivado esta forma clásica: Rubén Darío, Unamuno, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Miguel Hernández, Blas de Otero…
En contra de lo que se acostumbra a pensar desde las vanguardias, y, sobre todo, entre las nuevas generaciones, que las formas clásicas encorsetan y oprimen, quizá respetándolas se alcance mayor libertad. Sea como sea, esa extensión de dos cuartetos y dos tercetos sigue siendo idónea para condensar con intensidad y precisión una experiencia de la vida.
Carlos Pérez Torres concibe la poesía como una singular forma de percibir y experimentar cuanto nos rodea, una presencia que nos acompaña y sorprende, si bien raras veces se deja atrapar de manera exacta en una formulación verbal. Piensa que el origen de la poesía está íntimamente vinculado a la música, de tal modo que lo que distingue el verso de la prosa, al menos en la lírica hispánica después de Diario de un poeta recién casado, de Juan Ramón Jiménez, es la cadencia del primero. Música y ruptura con los lugares comunes de la lengua.
De la primera parte, Sombras, destacaría “Ciprés quebrado”, donde aprecio un juego de ecos con un célebre soneto de Gerardo Diego, “El ciprés de Silos”, tal vez debido a la memoria inconsciente que opera durante el acto de creación. Si el soneto de Gerardo Diego se abre con este espléndido verso “Enhiesto surtidor de sombra y sueño”, en Carlos Pérez el diálogo intertextual se transfigura en uno de los versos finales en “surtidor de disidencia”.
Latidos, la segunda parte, dedicada a la fuerza de Eros, es la más extensa de la antología. “Escena en un parque”, donde el diálogo intertextual es con Pablo Neruda, “Pan y cebolla”, y “Cotidiana reconquista”, son los poemas que más me alcanzan. En este último encontramos sabios consejos para mantener el amor, como la necesidad del perdón y la reciprocidad.
Versos, la tercera parte, son homenajes explícitos a poetas queridos, como Quevedo, Valle-Inclán, Antonio Machado, Federico García Lorca, Pablo Neruda o Miguel Hernández. Tampoco es casual esta sección en quien se ha dedicado durante décadas a enseñar el amor a la lengua y la literatura. Esta parte se abre con “Poesía” y se concluye con “Poética”, ejercicios metapoéticos en los que reflexiona acerca de en qué consiste la escritura: búsqueda, exploración, examen de uno mismo, con memorables versos: “el folio es la pizarra de la duda”; en el segundo asoma una ironía escéptica.
Recuerdos es la cuarta y última parte de esta antología. Aparece aquí una foto de su infancia (“Fotografía”) y lugares por los que ha transcurrido su existencia (“Brindis por Málaga”, “Atardecer desde Gibralfaro”, “Barrio de ida y vuelta”, “De mar y montaña”, dedicado “a todos los lugares de la geografía malagueña”). En “Todo es fragancia” percibo la exaltación vital de un Jorge Guillén, la celebración dichosa de cuanto existe, a la manera de Pedro Salinas.
Antología privada se ha publicado en una cuidada edición de Anáfora, una nueva editorial malagueña, con letra amplia, clara separación de espacios, e imágenes de una fotografía, un autorretrato de su padre, el pintor Enrique Pérez Almeda, jugando ante el ajedrez de la vida, y un retrato del mismo a su hermano, y tío del autor, el poeta Antonio Almeda. A ambos está dedicada la antología, que se abre con una acuarela de Enrique, Reja andaluza (2001), donde se advierte un juego de contrastes entre lo privado y lo público, la luz y la sombra, lo natural y lo cultural.
Con todo, si me tuviera que quedar con un solo poema sería con “Recuerdos del ayer”, una enumeración de palabras e imágenes de la vida hilvanadas con símbolos que reflejan la brevedad de la vida y que desembocan en un epifonema que son unas pregunta indagatorias acerca de dónde queda el pasado, dónde se encuentran los caminos que le hicieron llegar a ser el que es:
“El patio de los años infantiles
el fútbol, las carreras y aventuras,
las cuentas, los dictados, las lecturas,
las láminas de anfibios y reptiles.
Las torres, los caballos, los alfiles,
estudios finales y aperturas,
las risas, los sermones de los curas,
las gomas y las tizas proyectiles.
Los juegos, los deberes, ¿dónde quedan
al cabo de este curso acelerado
de sombra gris y luz arrepentida?
Recuerdos del ayer, ¿dónde se hospedan?
¿En qué perdidas grutas del pasado
crecieron las semillas de mi vida?
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Sebastián Gámez Millán
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Nota
Carlos Pérez Torres. Antología privada. Poemas 1992 – 2019. Editorial Anáfora, Málaga, 2019. ISBN: 978-84-9496-864-8.