«Buscando a Elena», de Andrés Montesanto – Una reseña de Aurora Gámez Enríquez

Buscando a Elena, de Andrés Montesanto [Reseña]
***

***
Buscando a Elena, de Andrés Montesanto
Buscando a Elena, es una novela de Andrés Montesanto. Llegó a mí, de su mano, y ocupó estos días primeros del mes de enero de 2022, gracias Andrés por este regalo. Merece ser comentada, ya que pude disfrutar de una lectura agradable e interesante. Es una historia de superación personal, de vida intensa, determinación y valentía ante los obstáculos. Por eso recuerdo, y viene a colación, las palabras de un grande: “Hay una fuerza / motriz más poderosa que el vapor, / la electricidad y la energía atómica: la voluntad”, Albert Einsteim. Nos encontramos con un relato sencillo, de un ser excepcional, que lo tiene todo en contra y se dedica al estudio y el trabajo con determinación. La fuerza de voluntad, es la fuerza motriz del personaje principal de esta novela, Antonio. ¿De dónde sale esa fuerza?, ¿es excepcional o común a todos los mortales?, ¿Por qué no todas las personas tienen ese carisma?
Confieso haber empezado a leer, Buscando a Elena, para mí llamada Delia. Esa persona que yo conocí en los años noventa, cuando me instalé en Málaga recién llegada de Barcelona. Mi Dentista, persona especial con la que conecté no solo por su maestría profesional, sus manos prodigiosas y su buen hacer como doctora, si no a través de la poesía y el Arte. Me sorprendió asistiendo a la presentación de mi primer libro de poesía, Del Azahar era el Valle [1], en mi pueblo. Me emocionó. Delia y su esposo quedaron en mi corazón. Desde entonces, otros encuentros. Recuerdo el proyecto Nómadas [2] en 2006-2007. Dejamos de vernos por los avatares de la vida. Hasta 2021, con motivo de la exposición de pintura de mi amiga Soledad Fernández. Delia me conoció por mi voz. Presentaba yo la obra Homenaje [3]. Al terminar se acercó a saludarme, al lado su esposo, Andrés Montesanto. Me comentó algo sobre una novela y quedó en hacerme llegar un ejemplar, quería mi opinión.
Leído el Manual de instrucciones, de la primera página del libro, necesario solo para no argentinos: “Los porteños hablan al vesres es decir, invirtiendo las sílabas de las palabras, como gotan en lugar de tango, jermu, mujer o timbo en lugar de zapato.“ , y otras consideraciones lingüísticas. El buen humor, en Andalucía la guasa, del autor predispone a la lectura. Me sumergí en Buscando a Elena, sus deliciosos capítulos cortos, van desgranando los sucesos en los que, el protagonista Antonio, para mí Andrés, a pesar del aviso del autor:” Cualquier semejanza con la realidad es sencillamente pura casualidad.” Con gran realismo, palabras coloquiales, expresiones argentinas, el autor enmarca lugares y años en los que sucede la historia de vida. El protagonista queda huérfano con trece años, la situación familiar en la que se desenvuelve el joven se describe con crudeza: “No hubo lágrimas en ese momento, quizás si pena. Pena por el fin de una vida atormentada y fracasada, y algo parecido al alivio por los que quedaban” (pp.14), el velatorio por el padre muerto, la situación familiar: “En los últimos meses, además de insultar y humillar a su mujer como era habitual, había discutido con sus dos hijos mayores de tal forma que los dos habían abandonado el hogar. Con su hermana tenía una relación muy tensa y con él, más de lo mismo.” (p. 14) [4] Queda patente el desamparo y la soledad del niño, nuestro protagonista. Es fácil empatizar con Antonio, sumergirse en las preocupaciones y entender el porqué y cómo afronta la realidad. Caracteriza a este personaje la fuerza de voluntad, la ambición de saber, de situarse en la vida.
El marco histórico en que transcurre la novela empieza a mediados del siglo pasado. Antonio y el luto de la época: “Por su corta edad, se salvó de la cinta negra de varios centímetros de ancho que se cosía en la manga izquierda, como las que usaron obligatoriamente todos los argentinos en el año 1952 por el fallecimiento de Eva Perón.” (pp.15). A finales de los años setenta, Antonio participa en una cacería: “Esta pandilla de delincuentes armados que en cualquier otro escenario serían juzgados y encarcelados, estaban dirigidos por un oficial de policía. Eso no era nada raro en aquellos tiempos y aquellas latitudes.” (pp.346). A pesar de que la narración está ambientada en Argentina, bien pudiera ser una escena de La escopeta nacional [5], de la misma época en España.
La novela se desarrolla en cinco capítulos, el primero “La carrera y los sorpassos”, con nueve historias que se suceden en tiempo de manera lineal y van construyendo la vida del personaje, y la del pueblo argentino: “A finales de junio del 66 se armó una revolución militar que derrocó al presidente constitucional Illia, nombrando presidente de facto al general Onganía.” (pp.50). En el segundo capítulo, “La aventura y la pérdida”, son ocho historias, sucesos en los que cuenta su experiencia durante un viaje por rutas y fronteras de Argentina: “Calilegua, productora de las mejores naranjas argentinas.”, se maravilla de su tierra, experimenta: “Pasando por La Rioja llegó Patquía, cruce con la ruta asfaltada que lleva a Córdoba, donde lo recogió un camionero gaucho” (pp.95). En el tercer capítulo, “El verano del 68”, dividido en nueve partes sigue su experiencia de viajes haciendo autoestop: “Entró en Esquel en una moto agarrado de la panza de un milico, miembro del regimiento militar ubicado en la entrada norte de la pequeña ciudad” (pp.139), avanza en la ruta, se asombra del paisaje, recuerda: “aislada de todo y en el oeste de la provincia de Chubut y la que más tarde sería escenario de momentos inolvidables de mi vida.” (pp.139).
En el capítulo quinto “A Carabanchel y vuelta”, viaja a España. Se suceden los viajes, los años, vive, experimenta,…, Antonio se forma como médico: “En el último año de la carrera, además de completar el primer curso audiovisual de francés para médicos en la Alliance Française, curso experimental” (pp.177). El asombroso viaje a Europa, con una esposa que no le entiende ni comulga con sus deseos: “En el barco, que distaba de lo que ahora se conoce como crucero, se viajaba a Europa como en un medio de transporte más.” (pp.185). Intrigada por los acontecimientos narrados, sigo leyendo: “Para estar dos días antes en Madrid, había elegido desembarcar en Algeciras en lugar de Barcelona.” (pp.188). Me interesa la descripción de los pueblos del interior de la península en aquellos años: “Al argentino se le quedó grabada la imagen de una plaza, con mujeres de negro y pañuelo en la cabeza, que iban a buscar agua a la fuente, y un par de burros cargados al lado.” (pp.209). Me imagino las gentes de aquella España de posguerra tardía, sumida en el silencio: “La tristeza relejada en los rostros de las mujeres y el silencio de ese rincón de España no lo alcanzaba a comprender.”, la avidez de Antonio en conocer paisajes y gentes les hizo avanzar, viajaron a dedo (autoestop) muy corriente entre los estudiantes de la época: “De ahí a Seu de Urgel y Andorra. La aventura se internacionalizaba.” (pp.209), Después vino el viaje a Roma, a París. Un largo viaje de ida y vuelta a Madrid para seguir estudiando. Terminados los estudios en Madrid, regresan a Argentina. Acaba la aventura Europea y también su matrimonio. La soledad, vuelta a empezar en trabajos difíciles, y de nuevo el Hospital. Una oportunidad como director de Hospital lo lleva lejos de Buenos Aires. Es allí donde se produce el encuentro esperado. En el capítulo quinto, El milagro de Esquel: “En el noroeste de la provincia del Chubut, Argentina, junto a los primeros cerros de la cordillera de los Andes” (pp.241). En este capítulo llega el Romance: “Elena llevó a su prima Bibi. Entraron emocionados como adolescentes y pidieron la bebida incluida en la entrada.” (pp.259) describe su emoción y la belleza del momento: “Bailaron sobre una baldosa, dejando espacio para otra pareja más. Ella llevaba el pelo recogido y Antonio adosó la boca a su oreja, así le podía decir esas palabras que llevaban años esperando salir.” (pp.259), por fin el amor: “Los silencios duraron más que las palabras, escasas y susurradas al oído. No eran necesarias.” (pp.259). En lo que es la segunda parte del libro, contado en diez subcapítulos, lo privado se hace público y la política enmaraña la vida: “Diariamente llegaban noticias del asesinato de un dirigente gremial, un asalto a un cuartel, el secuestro a un alto ejecutivo, muchos artistas e intelectuales tuvieron que exiliarse para salvar la vida.” (pp.238).
Pertenecemos a nuestro tiempo histórico, no nos podemos sustraer de él, vemos la vida y desarrollamos nuestro ser en el entorno social y político que nos tocó vivir. Andrés Montesanto, enmarca perfectamente los sucesos en el contexto, llevándonos de lo privado a lo público con elegancia y sencillez. Nos muestra el mundo con asombro, sin asfixiarnos en lo cotidiano, incluso con admiración juvenil. En la última parte compuesta por dieciocho subcapítulos podemos leer: “Durante la segunda presidencia de Perón, por los años cincuenta, se había promulgado una Ley de Divorcio a instancias del Partido Socialista.” (pp.311), ante la cruda realidad, el joven médico, que intenta rehacer su vida recuerda: “Esta ley fue inmediatamente derogada por la llamada Revolución Libertadora que lo derrocó, por lo tanto ya no existía posibilidad de divorciarse, solo se podía negociar la separación de bienes.” (pp.311), rendido ante la evidencia exclama contrariado, con amargura: “Los mangos se podían repartir, pero el futuro y las ilusiones, no.” (pp.311). No se deja vencer, remonta y busca la solución: “El abogado era uno de los hijos del exgobernador exiliado. Ofrecía un casamiento por poder en Uruguay y, pagando un extra, una libreta argentina de casamiento.” (pp.311) Consigue que sus hijos nazcan en un hogar “como dios manda”. Pero la vida se lo puso difícil, y así lo cuenta en La Batalla: “Había perdido el trabajo, junto a su mujer, al ser defenestrados por el interventor militar de la provincia puesto por Videla”, no todo podía salir mal, el amor fluye y se consolida, la familia crece: “Segundito nació bien, pasaba desapercibido entre unos cuantos mapuchitos recién nacidos. /…/ Cuando arribaron felices a la casa, además de Milagritos y Lidia, encontraron a la suegra y una tía de Elena esperándolos con una torta y comida casera.”, podemos deleitarnos con el relato de una superación personal encomiable hasta llegar al último capítulo La Renuncia, en el que da carpetazo a trabajos anteriores que no le satisfacen, y empieza una nueva vida donde el centro es la familia: “Aceptaría la opinión de Elena, dueña de una visión mucho más objetiva que la suya. Las minas tienen los pies sobre la tierra, son más prácticas, piensan siempre en función del grupo, de la familia.”(pp.351).
*
Andrés Montesanto (Buenos Aires, 1948), es médico y escultor autodidacta. Es autor de varias obras públicas en Málaga (España): Los migrantes (Muelle Uno), Emilio Prados (Paseo Marítimo El Palo), El Aplauso (Colegio de Médicos) e Integración (Puerto de la Torre). Tiene además esculturas en Derio (Bilbao), Madrid, Genalguacil, Estepona, Grazalema, Alcalá del Valle, Benamahoma, Comares y Tolox. En 2017 fue nombrado Caballero de la Orden de la Estrella de Italia. Buscando a Elena, editada por Grupo Editorial 33 en Málaga (2021), Buscando a Elena es su primera novela, un proyecto postergado a lo largo de su vida y que el confinamiento provocado por el coronavirus activó.
***
Aurora Gámez Enríquez
__________________________
Nota
Andrés Montesanto. Buscando a Elena. Grupo Editorial 33, S.L., Málaga, 2021. ISBN: 978-84-121060-5-3 .
*
Notas
[1] Gámez Enríquez, Aurora (2003). Del Azahar era el Valle. Prólogo de Mª Ángeles Rodríguez Marmolejo. Primera edición en castellano al cuidado de José Manuel García Agüera en Ediciones Coincidente, Promoción Asociación de Mujeres AMATISTA. Coín (Málaga, 2003).
[2] Paradojas poco ortodoxas. Área de Juventud, Deportes y Formación de la Diputación de Málaga. Cedma, Centro de ediciones Diputación de Málaga. Aurora Gámez Enríquez. Monólogos desde mi balcón. -selección poética- pág. 91, 93,94. (Málaga (España) 2006).
[3] Soledad Fernández. Homenaje. Óleo sobre lienzo lino grueso tipo Goya 190 x 225 cm. (Villalba, Madrid, 2021). Referida a la obra Descendimiento de Rogier van der Weiden (h.1399-1464). Es un óleo sobre tabla pintado en torno a 1433, adquirido por Felipe II para su capilla del palacio de El Pardo obra maestra del autor que se encuentra en el Museo del Prado (Madrid).
[4] Andrés Montesanto. Buscando a Elena. Edición Grupo Editorial 33 (Málaga, 2021) (pp.14)
[5] La escopeta nacional es una película española de 1978 del director Luis García Berlanga. Muestra un ácido retrato de la clase empresarial y política del tardofranquismo.
About Author
Related Articles

Cuatro novelas de Javier Tazón Ruescas: una tetralogía acerca de un gran cartógrafo y marino español: Juan de la Cosa – Fuensanta Niñirola
