Edna St. Vincent Millay, un alma indómita
***

***
Edna St. Vincent Millay, un alma indómita
Me acecha la belleza. ¿Quién caminará
entre el croar de las ranas y yo?
!Oh, Belleza salvaje, déjame pasar,
que soy una mujer tímida, que sólo va
de una casa a otra!
Edna St. Vincent Millay
«Liberada y talentosa, dramática y frívola, osada y fiestera, se alzó como la voz de su generación. […] En sus versos no temía ser exuberante, desafiante y también indiferente, como las caprichosas heroínas de Scott Fitzgerald.»
Andrea Aguilar, El País
“Con lo que yo no había contado era con la criatura para quien no hay nombre, la Eva estadounidense, que murió con cincuenta y ocho años.»
Nancy Milford
*

*
1
Edna St. Vincent Millay nació en Rockland, condado de Knox en Maine, un 22 de febrero del año 1892.
Hija de Cora Lounella Buzzell, una enfemera, y Henry Tollman Millay, un profesor de escuela. Su segundo nombre deriva del Hospital de St. Vincent de Nueva York, donde a su tío le salvaron la vida justo antes de su nacimiento. El matrimonio tuvo tres hijas, Edna, Norma y Kathleen, pero se separó en 1904 [1] y Edna se acostumbró a vivir en un entorno desenfadado con su madre y sus dos hermanas, de ahí, quizás, sus costumbres liberales que mantuvo a lo largo de su vida, aunque no sin falta de muchas dificultades económicas, especialmente en su infancia. Su madre trabajando como enfermera sacó adelante a las tres niñas. En el hogar de Edna siempre hubo un interés por la cultura. De hecho, en una carta de Edna dirigida a su madre, le dice: “No puedo recordar una sola vez en la vida cuando tú no estuvieras interesada en lo que yo estaba trabajando o siquiera haber sugerido que lo dejara a un lado para hacer otra cosa”. A la edad de cinco años, su madre la enseñó a leer estudiando poesías. Millay llamó “mi primer encuentro con la poesía” a una curiosa experiencia física: “Sé que me quedé estupefacta, que me sentí mareada y casi indispuesta… cuando, al abrir al azar el gigantesco ejemplar de Shakespeare que tenía mi madre, leí el pasaje de Romeo y Julieta sobre el “acuerdo temporal” y la Muerte que mantenía a Julieta tan hermosa como había sido en vida, para ser su “amante”. [2] Edna intentaba que todo saliera bien cuando su madre tenía que ausentarse por motivos laborales; era la mayor y debía cuidar de sus hermanas. Solía poner nombre a sus diarios y la primera vez que habló sobre su propia poesía lo hizo en el diario al que había llamado “Ole Mammy Husch-Chile”, pues lo consideraba una libreta-diario, en femenino, mimosa y narradora de cuentos en la que se podía confiar. Se puede entender que en este diario anotaba todo aquello que no podía contarle a su madre ausente. Y en él escribió cuando tenía aproximadamente diecisiete años: “He escrito tantos poemas y sigo escribiendo tantos, que empecé a temer que si no los escribía en un gran libro podría olvidar algunos… Amo tanto mis poesías que sería como perder el alma si un día me despertase y descubriese que lo único que podía recordar del que más amaba era el nombre. Oh, mammy, no debo permitir que eso ocurra, tú no debes permitírmelo, tú, mi vieja y querida mammy mimosa de cara negra y alma blanca…no he dejado de lado la poesía; ya llevo escritos quince poemas”. [3]
En 1912 fue finalista en el concurso nacional de poesía The lyric year, con su famoso poema “Renascence”, aunque fueron muchas las opiniones que dijeron que tenía que haber sido ella la galardonada por ese magnífico poema, que escribió cuando tan solo tenía veinte años. [4] Después de esto, Caroline B. Dow que la había visto recitar el poema en una actuación la llamó y Edna escribió en su diario: “Llamó la señorita Dow (Caroline B.), rectora de la Escuela de Capacitación de la rama femenina de la Asociación Cristiana de Jóvenes de Nueva York. Amigos ricos en Nueva York que podrían mandarme a Vassar. [5] Estudió en Vassar College [6], después de pasar un semestre en Barnard College, pues sus estudios actuales carecían del nivel suficiente para entrar en Vassar, donde se graduó en 1917.
El 4 de enero de 1921, Vincent cruzó las calles nevadas de Nueva York, justo a tiempo para no perder el barco que la llevaría a una nueva aventura. Pasó varios meses en Francia, Austria, Italia y Albania.
Además de poeta, Edna fue dramaturga y feminista estadounidense. Fue galardonada con el Premio Pulitzer de Poesía en el año 1923 [7]. Millay se convirtió en la primera mujer que ganaba este galardón en la categoría de Poesía [8]. Utilizaba el pseudónimo Nancy Boyd para su obra en prosa. Vivió con intensidad, sobre todo, los años veinte en los que renacía como diría el poeta sirio Mohamad al-Maghut “como lobo en una estación seca/crecía por todas partes” [9]. Así, dejaba escrito en uno de sus célebres cuartetos, Primer fruto: “Mi vela arde en ambos extremos”. En 1923, a la edad de 43 años, se casó con Eugen Boissevain Jan con el que tuvo una relación abierta. Autoproclamado feminista, siempre apoyó a su esposa en su carrera literaria y en sus luchas políticas. En el año 1925, Eugen compró Steepletop, un terreno cerca de Austerlitz, donde se mudaron. Edna pasó al menos los últimos 25 años de su vida allí, donde tuvieron un huerto y una pista de tenis.
Mantuvo la relación familiar con sus hermanas a lo largo de los años, aunque el contacto con Kathleen se convirtió, al final, en una relación tortuosa. Esta pasó de la envidia al odio, cuando Kathleen llegó a decir que la obra de Edna era suya. La menor de las Millay falleció en el año 1943. Por su parte, Edna redactó, al mes siguiente de la muerte de Arthur Ficke en el año 1945, lo que llamó su última voluntad:
Steepletop, 30 de diciembre de 1945… Deseo legar todo lo que poseo al morir a mi marido, Eugen Boissevain. De ser legalmente posible (que es probable que no lo sea), me gustaría (en el caso de que el fallecimiento de mi marido ocurra al tiempo que el mío, o poco después) legar todas las propiedades de que disponga al morir a mi hermana, Norma Millay (Ellis).
Edna St. Vincent Millay
Quiero que todo lo que está en el comedor y lo que compramos o adquirimos para nuestros parientes holandeses sea enviado a Holanda. Y quiero que el collar que Elinor Wylie me regaló le sea entregado a Rosemary Benét.
E. St. V. M. [10]
Su marido, Eugen Boissevain, falleció en el año 1949 de un cáncer de pulmón. Los últimos años de Edna estuvieron marcados por la enfermedad y las adicciones.
*

*

*
Edna falleció accidentalmente en su casa de Steepletop (Austerlitz) un año, un mes y veinte días después de su marido, el 19 de octubre de 1950, por una caída en la escalera. El médico certificó que la caída le produjo un ataque al corazón con el fatal desenlace. La encontraron, tal y como había sido su vida, rodeada de libros, unas pruebas de imprenta de la Eneida [11], colillas y un vaso de vino blanco con su correspondiente botella. Su cabeza reposaba sobre unas revistas y cartas que se encontraban al pie de la escalera, junto a un cuaderno con el borrador de un poema escrito a lápiz, en el que Edna había rodeado los tres últimos versos:
Me controlaré, o me iré adentro.
No abandonaré la perfección por mi pena.
Bonito el día, quienquiera que haya muerto. [12]
En 2010, sesenta años después de su muerte, la casa fue abierta por primera vez al público. Los visitantes se siguen sorprendiendo al ver la casa y la finca que inspiró gran parte de su obra. En la entrada, el oscurecido busto de bronce de Safo da la bienvenida con sus ojos de marfil.
2
Edna St. Vincent Millay es una de las más deslumbrantes poetas norteamericanas y a la vez menos afamadas. Quizás su talento literario ha sido enterrado bajo la leyenda de la frenética vida libre y de escándalos que llevó. Bisexual, cantó al amor libre y a la liberación de la mujer. Quedó silenciada por voces masculinas de la talla de T.S. Eliot [13], Wallace Stevens, Ezra Pound o Robert Frost, grandes exponentes del modernismo norteamericano de la primera mitad del siglo XX, cuya poesía, a menudo, se asociaba con la masculinidad y se oponía a la poesía lírica y musical, vinculada a la feminidad y el sentimentalismo. Cada uno de ellos tenía diversas trayectorias poéticas y personales, pero todos llevaban dentro un tinte común, la masculinidad, aunque diría más, ser hombre y blanco. En contraposición a este movimiento existió otro modernismo más accesible y abierto, el conocido “modernismo popular”, denominación atribuida a los críticos David Perkins y Gilbert Allen [14], aunque otros críticos prefirieron llamarlo “modernismo sentimental”. Estos poetas, encuadrados en el modernismo sentimental, son de la misma generación que los del modernismo intelectual, pero con menos prestigio. En sus poemas hablaban desde las emociones. Se expresaban sin trabas en el lenguaje. Según Melissa Girard [15], el New Criticism, no solo limitó a la poesía moderna, sino que “oscureció el diverso y a menudo divergente abanico de métodos críticos que constituían el modernismo en la década de 1920”. Este rechazo al sentimentalismo por parte de la intelectualidad encerraba conflictos de clase y de género, y, por otra parte, sirvió para discriminar a las escritoras más atrevidas de la época, entre las que se encontraba Edna St. Vincent Millay. No obstante, el éxito mediático que tuvo Edna en los años veinte y treinta es innegable. Realizaba recitales multitudinarios. Interpretaba, más que leía. Se metía en el papel de unos y otros, tal fue la representación del amplio espectro humano que abarcaba su poesía. Escribía en primera persona, lo que a veces, creaba confusiones entre lo autobiográfico y lo observado en su medio. Cabe recordar que Edna, a su vez, fue una magnífica dramaturga. En su vida diaria, a Edna se le atribuyeron innumerables amantes de ambos sexos, entre ellos, Djuna Barnes [16], el poeta nicaragüense discípulo de Rubén Darío, Salomón de la Selva [17], Arthur Robinson Ficke [18] o George Dillon [19]. Cuando se cumplieron 100 años de su nacimiento empezó a renacer un interés creciente sobre su figura y su obra que, afortunadamente, no ha parado hasta la fecha.
3
*

*
Su trabajo incluye Renascence and other poems (1917), A Few Figs from Thistles (1920) y Second April (1921). Mientras vivía en Greenwich Village, se asoció con los Princetown Players, para quienes escribió The Princess Marries the Page (1918), Aria da Capo (1919) y Two Slatterns and a King (1921), todas obras satíricas de un acto. The Lamp and the Bell (1921) es un drama poético de cinco actos.
Otras de sus obras fueron The Harp-Weaver and Other Poems (1923, Pulitzer Price), The Buck in the Snow (1928), Poems Selected for Young People (1929), Fatal Interview (1931), Wine from These Grapes (1934), Conversation at Midnight (1937), Huntsman, What Quarry? (1939), Make Bright the Arrows (1940), The Murder of Lidice (1942).
Sus sonetos recopilados aparecieron en 1941, en Collected Lyrics en 1943 y en Collected Poems en 1956. Sus cartas se publicaron póstumamente, así como Mine the Harvest (1954), una colección de 66 de sus poemas que había quedado inédita en su inesperada muerte.
4
*

*
Los versos que más controversia causaron y, por contra, que más famosa hicieron a Millay fueron dos poemas encontrados en su libro A Few Figs from Thistles (1920). Se trata de First Fig y Second Fig, pues dicen mucho de la forma de ser de Edna y de su lucha, especialmente sobre la liberación de la mujer, y su forma de vivir el momento. El título del libro remite a una cita de la Biblia, hecho muy común entre los modernistas. Muchas son las temáticas que toca Edna. En el poema “Spring” de su libro Second April (1921), contrapone la naturaleza al ser humano. Cabe destacar que este libro se publicó un año antes que La tierra baldía de T. S. Eliot, utilizaban ambos, imágenes similares, que también recuerdan a Hilda Doolittle o a Ezra Pound. Otra de las temáticas recurrentes de Edna es la pérdida del amado, como se puede apreciar en “Song of a Second April”. El poema “Dirge Without Music”, perteneciente a The Buck in the Snow (1928), resuena como una cancioncilla, como en “The Ballad of the Harp-Weaver”, perteneciente al poemario escrito durante su estancia en París y que ganó el Pulitzer en 1923. Según Nancy Milford, su biógrafa, “utiliza la historia de su propia infancia y la de su madre, cada una con su deficiencia alimentaria y su sacrificio maternal, a fin de preparar a su criatura para una vida mejor” [20]. Sus poemas, independientemente de la temática, tienen mucho que ver con el ritmo y la música. La temática de la naturaleza es muy común en Millay, inspirada seguramente por el entorno de la finca en Steepletop en la que vivió con su marido desde 1925, aunque Millay también tiene poemas que nos hablan de la ciudad y de la vida urbana, como en los poemas “Men Working”, o “City Trees”. La muerte es tratada por Edna, en poemas como “Childhood Is the Kingdom Where Nobody Dies”, “Memorial to D.C”, dedicado a una compañera de la universidad fallecida, “Prayer to Persephone”, y “Elegy”, entre otros. Algunos de sus poemas tienen una implicación social, como “Hangman´s Oak”, perteneciente a The Buck in the Snow (1928), y también aquellos en los que hace referencia a la falsa idea de que el tiempo lo cura todo que se puede apreciar en el poema “Times does not bring relief; you all have lied”, del libro Renascence and other poems (1917).
A medida, que Edna fue publicando libros, sus poemas se tornan más reflexivos, profundos y políticamente comprometidos, aunque Edna nunca dejó su mentalidad moderna y abierta, ni siquiera cuando trataba la muerte. Las temáticas más recurrentes en la obra de Edna son el amor y otras obsesiones, como la tristeza, la libertad, la juventud, la vejez, la muerte, y el mar, una de sus pasiones. Es importante destacar que la naturaleza cruza toda su obra poética. Millay fue una poeta que mezcló las temáticas modernas con el estilo clásico, en todos sus libros, al final incluía una serie de sonetos, con corte clásico, pero con temática actual sobre su vida y sus sentimientos.
*
Los poemas que a continuación siguen se basan fundamentalmente en el amor. Son frescos y captan toda la atmósfera de los años veinte.
La traducción que doy es una recopilación que he realizado a partir de Collected Poems [21], recopilación de la obra completa de Edna, realizada por su hermana Norma Millay, después de su muerte. No he considerado hacer traducción de los sonetos, a excepción de “Times does not bring relief; you all have lied” (Renascence and other poems (1917). La traducción del resto de poemas, salvo el soneto citado anteriormente es libre. He mantenido los versos en endecasílabos, pero no así la rima y posteriormente he dado una versión libre del mismo. Afortunadamente, para completar este trabajo, en castellano, existen dos libros de Edna St. Vincent Millay, la que hizo Andrés Catalán en Un palacio de arena [22], que a su vez recopiló desde Collected Poems, y Antología poética, traducción y selección de Ana Mata Buil, de la editorial Lumen, recientemente publicada, cuya traducción también está realizada desde Collected Poems, así como la biografía autorizada de Nancy Milford, Edna St. Vincent Millay.
*
RENASCENCE AND OTHER POEMS (1917)
Renascence [23]
All I could see from where I stood
Was three long mountains and a wood;
I turned and looked another way,
And saw three islands in a bay.
So with my eyes I traced the line
Of the horizon, thin and fine,
Straight around till I was come
Back to where I’d started from;
And all I saw from where I stood
Was three long mountains and a wood.
~
Over these things I could not see;
These were the things that bounded me;
And I could touch them with my hand,
Almost, I thought, from where I stand.
And all at once things seemed so small
My breath came short, and scarce at all.
~
But, sure, the sky is big, I said;
Miles and miles above my head;
So here upon my back I’ll lie
And look my fill into the sky.
And so I looked, and, after all,
The sky was not so very tall.
~
The sky, I said, must somewhere stop,
And—sure enough!—I see the top!
The sky, I thought, is not so grand;
I ‘most could touch it with my hand!
And reaching up my hand to try,
I screamed to feel it touch the sky.
~
I screamed, and—lo!—Infinity
Came down and settled over me;
Forced back my scream into my chest,
Bent back my arm upon my breast,
And, pressing of the Undefined
The definition on my mind,
Held up before my eyes a glass
Through which my shrinking sight did pass
Until it seemed I must behold
Immensity made manifold;
Whispered to me a word whose sound
Deafened the air for worlds around,
And brought unmuffled to my ears
The gossiping of friendly spheres,
The creaking of the tented sky,
The ticking of Eternity.
~
I saw and heard, and knew at last
The How and Why of all things, past,
And present, and forevermore.
The Universe, cleft to the core,
Lay open to my probing sense
That, sick’ning, I would fain pluck thence
But could not,—nay! But needs must suck
At the great wound, and could not pluck
My lips away till I had drawn
All venom out.—Ah, fearful pawn!
For my omniscience paid I toll
In infinite remorse of soul.
~
All sin was of my sinning, all
Atoning mine, and mine the gall
Of all regret. Mine was the weight
Of every brooded wrong, the hate
That stood behind each envious thrust,
Mine every greed, mine every lust.
~
And all the while for every grief,
Each suffering, I craved relief
With individual desire,—
Craved all in vain! And felt fierce fire
About a thousand people crawl;
Perished with each,—then mourned for all!
~
A man was starving in Capri;
He moved his eyes and looked at me;
I felt his gaze, I heard his moan,
And knew his hunger as my own.
I saw at sea a great fog bank
Between two ships that struck and sank;
A thousand screams the heavens smote;
And every scream tore through my throat.
~
No hurt I did not feel, no death
That was not mine; mine each last breath
That, crying, met an answering cry
From the compassion that was I.
All suffering mine, and mine its rod;
Mine, pity like the pity of God.
~
Ah, awful weight! Infinity
Pressed down upon the finite Me!
My anguished spirit, like a bird,
Beating against my lips I heard;
Yet lay the weight so close about
There was no room for it without.
And so beneath the weight lay I
And suffered death, but could not die.
~
Long had I lain thus, craving death,
When quietly the earth beneath
Gave way, and inch by inch, so great
At last had grown the crushing weight,
Into the earth I sank till I
Full six feet under ground did lie,
And sank no more,—there is no weight
Can follow here, however great.
From off my breast I felt it roll,
And as it went my tortured soul
Burst forth and fled in such a gust
That all about me swirled the dust.
~
Deep in the earth I rested now;
Cool is its hand upon the brow
And soft its breast beneath the head
Of one who is so gladly dead.
And all at once, and over all
The pitying rain began to fall;
I lay and heard each pattering hoof
Upon my lowly, thatched roof,
And seemed to love the sound far more
Than ever I had done before.
For rain it hath a friendly sound
To one who’s six feet underground;
And scarce the friendly voice or face:
A grave is such a quiet place.
~
The rain, I said, is kind to come
And speak to me in my new home.
I would I were alive again
To kiss the fingers of the rain,
To drink into my eyes the shine
Of every slanting silver line,
To catch the freshened, fragrant breeze
From drenched and dripping apple-trees.
For soon the shower will be done,
And then the broad face of the sun
Will laugh above the rain-soaked earth
Until the world with answering mirth
Shakes joyously, and each round drop
Rolls, twinkling, from its grass-blade top.
~
How can I bear it; buried here,
While overhead the sky grows clear
And blue again after the storm?
O, multi-colored, multiform,
Beloved beauty over me,
That I shall never, never see
Again! Spring-silver, autumn-gold,
That I shall never more behold!
Sleeping your myriad magics through,
Close-sepulchred away from you!
O God, I cried, give me new birth,
And put me back upon the earth!
Upset each cloud’s gigantic gourd
And let the heavy rain, down-poured
In one big torrent, set me free,
Washing my grave away from me!
~
I ceased; and through the breathless hush
That answered me, the far-off rush
Of herald wings came whispering
Like music down the vibrant string
Of my ascending prayer, and—crash!
Before the wild wind’s whistling lash
The startled storm-clouds reared on high
And plunged in terror down the sky,
And the big rain in one black wave
Fell from the sky and struck my grave.
~
I know not how such things can be;
I only know there came to me
A fragrance such as never clings
To aught save happy living things;
A sound as of some joyous elf
Singing sweet songs to please himself,
And, through and over everything,
A sense of glad awakening.
The grass, a-tiptoe at my ear,
Whispering to me I could hear;
I felt the rain’s cool finger-tips
Brushed tenderly across my lips,
Laid gently on my sealed sight,
And all at once the heavy night
Fell from my eyes and I could see,—
A drenched and dripping apple-tree,
A last long line of silver rain,
A sky grown clear and blue again.
And as I looked a quickening gust
Of wind blew up to me and thrust
Into my face a miracle
Of orchard-breath, and with the smell,—
I know not how such things can be!—
I breathed my soul back into me.
~
Ah! Up then from the ground sprang I
And hailed the earth with such a cry
As is not heard save from a man
Who has been dead, and lives again.
About the trees my arms I wound;
Like one gone mad I hugged the ground;
I raised my quivering arms on high;
I laughed and laughed into the sky,
Till at my throat a strangling sob
Caught fiercely, and a great heart-throb
Sent instant tears into my eyes;
O God, I cried, no dark disguise
Can e’er hereafter hide from me
Thy radiant identity!
~
Thou canst not move across the grass
But my quick eyes will see Thee pass,
Nor speak, however silently,
But my hushed voice will answer Thee.
I know the path that tells Thy way
Through the cool eve of every day;
God, I can push the grass apart
And lay my finger on Thy heart!
~
The world stands out on either side
No wider than the heart is wide;
Above the world is stretched the sky,—
No higher than the soul is high.
The heart can push the sea and land
Farther away on either hand;
The soul can split the sky in two,
And let the face of God shine through.
But East and West will pinch the heart
That can not keep them pushed apart;
And he whose soul is flat—the sky
Will cave in on him by and by.
*
Renacimiento [24]
Todo lo que pude ver desde donde estaba
eran tres montañas altas y un bosque;
me volví y miré hacia el otro lado
y vi tres islas en una bahía.
Entonces con mis ojos tracé la línea
del horizonte, fina, muy fina,
todo recto hasta que vine
de regreso a donde comencé;
y todo lo que vi desde donde estaba
eran tres montañas altas y un bosque.
~
Sobre estas cosas no pude ver nada más;
ellas eran las que me lo impedían;
y pude tocarlas con mi mano
casi, pensé, desde donde estoy.
Y de repente las cosas parecían tan pequeñas
que mi respiración se entrecortó.
~
Pero, claro, el cielo es grande, dije;
millas y millas por encima de mi cabeza.
Así que aquí, de espaldas, me acostaré
y miraré hacia el cielo.
Y entonces miré, y, después de todo,
el cielo no era tan alto.
El cielo, dije, debe detenerse en algún lugar
y, ¡seguro! ¡Veo la cima!
El cielo, pensé, no es tan grandioso;
¡La mayoría podría tocarlo con la mano!
y extendiendo mi mano para intentarlo
grité al notar su tacto.
Grité, y ¡he aquí! El Infinito
se posó sobre mí;
Encerró el grito en mi pecho
dobló mi brazo sobre mi torso,
y, presionando en lo Indefinido
lo definió en mi mente
sostuvo ante mis ojos un vidrio
a través del cual pasó mi vista menguante
hasta que parecía que debía contemplar
La Inmensidad;
me susurró una palabra cuyo sonido
ensordeció el aire del mundo,
y trajo sin silenciar a mis oídos
el murmullo de esferas amigas,
el crujido del cielo,
el tic-tac de la Eternidad.
~
Vi y escuché, y supe al fin
el cómo y el por qué de todas las cosas pasadas,
presentes, y eternas.
El Universo, hendido hasta su esencia,
se abrió a mis sentidos y me dijo
que, enferma, caería
pero no pude, ¡no! mas que succionar
la gran herida, y no las pude arrancar
hasta que mis labios sacaron
todo el veneno fuera. ¡Ah, terrible peón!
Por mi omnisciencia pagué peaje
en infinito remordimiento del alma.
~
Todo pecado fue mi pecado, todo
castigo, el mío y mía, la hiel
de todo arrepentimiento. Mío era el peso
de todos los males que surgieron, el odio
que estaba detrás de cada envidioso,
mía cada codicia, mía cada lujuria.
~
Y todo el tiempo por cada dolor
por cada sufrimiento, anhelaba alivio
con un deseo propio,
¡Anhelaba todo en vano! Y sentí el fuego feroz
aproximadamente de mil personas que gatean;
¡Perecí con cada una, luego lloré por todas!
~
Un hombre se moría de hambre en Capri;
movió los ojos y me miró;
sentí su mirada, escuché su gemido
y conocí su hambre como mía.
Vi en el mar un gran banco de niebla
entre dos barcos que chocaron y se hundieron;
mil gritos golpearon los cielos;
y cada grito atravesó mi garganta.
~
Sentí todo el dolor, cada muerte
era mía, mío cada último aliento
Llorando encontré, grito por respuesta
de la compasión que era yo.
Todo sufrimiento era mío, y mía su vara;
mía, la piedad como la piedad de Dios.
~
¡Ah, horrible peso! Infinito
¡presionado sobre el finito Yo!
Mi espíritu angustiado, como un pájaro,
golpeando contra mis labios;
el peso estaba tan cerca
que no había lugar para nada sin él.
Y así bajo el peso yací
y sufrí la muerte, pero no pude morir.
~
Por mucho tiempo estuve así, ansiando la muerte,
cuando silenciosamente la tierra debajo de mí
dio un paso, se movió y centímetro a centímetro,
mi peso aplastante
en la tierra se hundió
completamente, seis pies bajo tierra yací,
y no me hundí más, no hay peso
que pueda seguir, por muy grande que sea.
Desde mi pecho sentí rodar algo
y mientras se iba mi alma torturada
estalló y huyó en tal ráfaga
que todo a mi alrededor arremolinó el polvo.
~
En lo profundo de la tierra descansé;
fresca es su mano sobre la frente
y suave su pecho debajo de la cabeza
de alguien que está tan alegremente muerto.
Y de repente,
la lluvia compasiva comenzó a caer;
me acosté y escuché el golpeteo de cada casco
sobre mi humilde techo de paja,
y parecía amar el sonido mucho más
de lo que lo había hecho antes.
Pues la lluvia tiene un sonido cantarín
para uno que está a dos metros bajo tierra;
y escasa la voz amistosa o el rostro:
Una tumba es un lugar tan tranquilo.
~
La lluvia, dije, es amable por venir
y hablarme en mi nuevo hogar.
Ojalá estuviera viva de nuevo
para besar los dedos de la lluvia
para beber en mis ojos el brillo
de cada gota plateada inclinada,
para atrapar la brisa fresca y fragante
de manzanos empapados de agua.
Porque pronto terminará de caer,
y luego la cara ancha del sol
se reirá sobre la tierra empapada por la lluvia
hasta que el mundo responda con alegría
se sacuda alegremente, y cada gota caiga
ruede, centelleante, desde la parte superior de la hoja de hierba.
~
¿Cómo puedo soportarlo? enterrada aquí,
mientras que arriba el cielo se aclara
¿y azul de nuevo después de la tormenta?
o, multicolor, multiforme,
amada belleza sobre mí,
que nunca, nunca veré
¡de nuevo! Primavera-plata, otoño-oro,
¡eso nunca más lo contemplaré!
durmiendo tu miríada de magias
¡Muy lejos de ti, sepultada!
Oh Dios, lloré, dame un nuevo nacimiento,
¡Y devuélveme a la tierra!
molesta a la gigantesca calabaza de cada nube
y deja que la fuerte lluvia se derrame
en un gran torrente, libérame
¡lavando mi tumba lejos de mí!
~
Callé; y a través del silencio sin aliento
que me respondió, el mensajero lejano
avisó de las alas que venían susurrando
como música en la temblorosa cuerda
de mi oración ascendente y … ¡Bien!
ante el latigazo silbante del viento
las nubes de tormenta sobresaltadas se alzaron en lo alto
y hundidas de terror en el cielo,
la gran lluvia en una ola negra
cayó del cielo y golpeó mi tumba.
~
No sé cómo pueden ser tales cosas;
Solo se que vino a mí
una fragancia como nunca advertí
de seres vivos felices;
un sonido como de un elfo alegre
cantando dulces canciones para complacerse a sí mismo,
y, una y otra vez, todo
una sensación de feliz despertar.
la hierba, de puntillas en mi oído,
susurrándome pude oír;
sentí las frías puntas de los dedos de la lluvia
tiernamente a través de mis labios,
puestas suavemente sobre mi vista sellada,
y de repente la noche pesada
cayó de mis ojos y pude ver,
un manzano empapado de agua,
una fina línea de lluvia plateada
el cielo se volvió claro y azul de nuevo.
Y mientras miraba una ráfaga
de viento que sopló y me empujó
en la cara, un milagro
de fragancia de huerto,
¡No sé cómo pueden ser tales cosas!
Inspiré mi alma de nuevo en mí.
~
¡Ah! Entonces desde el suelo salté
y saludé a la tierra con tal grito
que no se ha oído sino de un hombre
que ha estado muerto y vive de nuevo.
Con mis brazos rodeé a los árboles;
Como una enloquecida, me abracé al suelo;
levanté mis brazos temblorosos en alto;
reí y reí hacia el cielo,
hasta en mi garganta un sollozo ahogado
atrapado con fiereza y un gran latido del corazón
me llenó de lágrimas los ojos;
Oh Dios, lloré, sin disfraz
¿Podrás esconderme de mí en el más allá?
¡Tu radiante identidad!
~
No puedes moverte por la hierba
pero mis ojos veloces te verán pasar
ni hables, aunque silenciosamente,
pero mi voz baja te responderá.
Conozco el camino que lleva a tu camino
a través de la fresca víspera de todos los días;
Dios, puedo apartar la hierba
¡Y pondré mi dedo sobre tu corazón!
El mundo se alza a ambos lados
no es más ancho que ancho el corazón;
sobre el mundo se extiende el cielo,
no más alto que el alma es.
El corazón puede empujar el mar y la tierra
más lejos en cada mano;
El alma puede partir el cielo en dos
y dejar que el rostro de Dios brille.
Pero Oriente y Occidente pellizcarán el corazón
eso no puede mantenerlos separados;
y aquel cuya alma sea plana, el cielo
se derrumbará sobre él poco a poco.
~
Time does not bring relief, you all have lied [25]
Who told me time would ease me of my pain!
I miss him in the weeping of the rain;
I want him at the shrinking of the tide;
The old snows melt from every mountain-side,
And last year´s leaves are smoke in every lane;
But last year´s bitter loving must remain
Heaped on my heart, and my old thoughts abide.
There are a hundred places where I fear
To go, -so with relief some quiet place
Where never fell his foot or shone his face
I say, “there is no memory of him here!”
And so stand stricken, so remembering him.
~
El tiempo no da paz, habéis mentido [26]
¿Quién dijo que el tiempo me calmaría?
Oh, lo extraño en el llanto de la lluvia;
Lo amo en la retirada de la mar;
Las nieves viejas se derriten de
todas las laderas de las montañas
las hojas antiguas son humo por vías;
Pero el amor antiguo permanece
En mi corazón, mis viejas ideas.
~
Existen cien lugares donde temo
Ir, -con alivio a algún lugar tranquilo
donde no pisó su pie o brilló su rostro
~
Digo: «¡No hay aquí ningún recuerdo de él!»
Y así quedarme triste recordándolo.
*
Versión libre:
El tiempo no trae alivio, todos habéis mentido
¿Quién me dijo que el tiempo me aliviaría de mi dolor?
Lo extraño en el llanto de la lluvia;
Lo quiero en la contracción de la marea;
Las nieves antiguas se derriten de todas las laderas de las montañas,
Y las hojas del año pasado son humo en todos los caminos;
Pero el amargo amor del año pasado permanece
Amontonado en mi corazón, y mis viejos pensamientos permanecen.
Hay cien lugares donde temo
así que espero con alivio ir a algún lugar tranquilo
donde nunca tocó su pie o resplandeció su rostro
Y decir «¡No hay ningún recuerdo de él aquí!»
Y así permanecer afligida, recordándolo.
*
A FEW FIGS FROM THISTLES (1920)
First Fig [27]
My candle burns at both ends;
It will not last the night;
but ah, my foes, and oh, my friends-
It gives a lovely light!
~
Primer higo [28]
Mi vela arde en ambos extremos;
no durará toda la noche;
pero, ah, enemigos míos y, oh, amigos míos-
¡da una luz preciosa!
~
Second Fig [29]
Safe upon the solid rock the ugly houses stand:
Come and see my shining palace built upon the sand!
~
Segundo higo [30]
A salvo sobre la roca sólida se encuentran las feúchas casas:
¡Ven a ver mi resplandeciente palacio construido sobre la arena!
*
*
*
*
*
*
*
***
Virginia Fernández Collado
_____________________________
Notas
[1] En una carta que escribió Edna a Tess Root Adams en 1923, después de una operación de apendicitis y de recibir un ramo de flores silvestres de ésta, Edna escribió: “…Toda mi infancia está en esas bayas, y en la reina de los prados, o acaso tú la llamas hierbaluisa, y en los escaramujos. Y en los arándanos…Recuerdo un mar de ellos que nos brindaba un atajo a la estación de tren cuando yo tenía siete años. Fue por allí por donde mi padre se fue cuando mi madre le dijo que se marchara y que no regresara. (O le dijo que podía regresar si le iba mejor…, pero ¿a quién le va mejor?) Nancy Mildford, Edna St. Vincent Millay, ed. Circe, 2003, p. 309 y en ESVM a Esther Root, Ls, p. 176.
[2] Óp.cit. Ed. Circe, p. 45.
[3] Ídem, p. 62.
[4] “El Año Lírico” tiene, sin embargo, un poema tan único..que me parece la nota más fresca, más notable del libro. Se trata del poema “Renascence” de Edna Vincent Millay…Los defectos de la señorita Millay son sanos defectos de la juventud de los que el tiempo se hará cargo, pero el hecho de que una poetisa tan joven tenga una visión tan personal de la humanidad, de la naturaleza y de Dios, que haga gala de semejante sentido de júbilo, de recreación mística, y nos lo presente todo con el frescor de una mirada prístina, es, sin duda, digno de reconocimiento, y se siente el deseo de que los jueces hubieran secundado la postura del señor Earle cuando escogió este poema para que le concedieran algún galardón”. Op. Cit, 2003, p. 103 y Jessie Rittenhouse, reseña, The New York Times, 12 de diciembre, 1912, reimpreso en The New York Times (Nueva York: Arno Press, 1969).
[5] Op. Cit. 2003, p. 95.
[6] Universidad privada situada en el Estado de Nueva York fundada por Matthew Vassar en 1861 solo para mujeres. Es considerada una de las instituciones de educación superior más prestigiosas de Estados Unidos.
[7] El 30 de abril de 1923, Edna recibió una carta de la Universidad de Columbia en la que se le comunicaba: “ que en la reunión de la Junta Asesora de la Escuela de Periodismo, celebrada el 26 de abril, fue usted nominada para el Premio Pulitzer de Poesía, 1.000 dólares, por el mejor libro de poesía publicado durante el año, basado en “The Ballad of the Harp-Weaver”, “A Few Figs From Thistles” y ocho sonetos publicados en “American Poetry, 1922, a Miscellany”. Ver: Nancy Milford, Edna St. Vincent Millay, ed. Circe, Barcelona, 2003. p. 303.
[8] Cuando le preguntaron qué se sentía al ser una poetisa, la respuesta de Millay fue: “Una poeta no se diferencia de un poeta. La mujer debería escribir a partir del mismo tipo de vida, del mismo tipo de experiencia, y ser medida con el mismo rasero. Si es incapaz de hacerlo, debería dejar de escribir. Un poeta es un poeta, tanto si es hombre como si es mujer”. Ver la entrevista realizada por Elisabeht Breuer, “Edna St. Vincent Millay. An Intimate glimpse of a famous poet”, Pictorial review. Ytb en óp. Cit, p. 19, Ana Mata.
[9] Fragmento del poema “Invierno” del poeta sirio Mohamad al Maghut.
[10] Óp. cit. ed. Circe, p. 572-573.
[11] La Eneida es una epopeya latina escrita por Virgilio en el S. I a.C. por encargo del emperador Augusto.
[12] Edna St. Vincent Millay, Nancy Milford, ed. Circe, p. 597.
[13] Eliot, mientras trabajaba de redactor en la revista Egoist bajo la dirección de Pound afirmó: “Me esfuerzo por mantener la escritura en manos Masculinas, porque desconfío de lo Femenino en literatura” Citado en Sandra Gilbert y Susan Gubar, No Man´s Land. The Place of the Woman Writer in the Twentieth Century, p.67. y en óp. Cit. Ana Mata, p. 11. A su vez, Edna St. Vincent Millay escribió sobre T.S. Eliot: “En esta colección de poemas, de los que creo que habrá unos veinte que llevarán números romanos, como “La tierra baldía” de Eliot, no hay nada burdo u obsceno, como se encuentra a veces en las obras de Auden y de Pound, y nada tan tonto como las bromas infantiles de Eliot cuando trata de ser gracioso. Eliot no tiene sentido del humor, por lo cual no es todavía un caballero británico de verdad: lee algunos de los versos en Punch. Creo que no hay en estos poemas míos en contra de Eliot nada que pueda considerarse abusivo: sólo sencillamente homicida” Acompañó la carta de algunos de esos poemas, y Canfield le respondió: “Los versos me parecieron una sátira brillante. Destacan de manera devastadora las falsas actitudes y las pretensiones de Eliot y de todo un grupo de escritores que lo imitan” en ed. Circe, p. 581 y ESVM a Cass Canfield, Ls, p. 353, y páginas perdidas, UV. Contestación de Canfield a Edna, 8 de julio, 1948. Col. St.
[14] Millay, Edna St. Vicent, Antología poética, trad. Ana Mata, 2020, Barcelona, p. 10
[15] Óp. Cit. Mata, p. 10 y Girard, Melissa, Lines of Feeling: Modernist Women´s Poetry and the Limits of Sentimentality, p. iii.
[16] Djuna Barnes (Nueva York, 1892-1982) fue una escritora estadounidense. Pasó una larga temporada en París donde llevó una vida bohemia en plena eclosión de las vanguardias literarias y artísticas de la época. Fue una mujer, deseosa de probar cualquier experiencia nueva y transgresora de la moral burguesa. Sus obras hablan del inconsciente, el onirismo, el lesbianismo y la fascinación. El dato de su relación con Edna que se relata en la página de “Penguin libros”, https://www.penguinlibros.com/es/9827-edna-st-vincent-millay. no aparece en su biografía autorizada.
[17] [1]Salomón de Jesús Selva (León, Nicaragua, 20 de marzo de 1893- París, Francia, 5 de febrero de 1959) fue un poeta y político nicaragüense. En 1918 publicó en Nueva York su libro de poesía Tropical Town and Other Poems. Durante estos años frecuentó los círculos literarios de poetas jóvenes neoyorkinos entre los que se encontraban Stephen Vincent Benét y Edna St. Vincent Millay, con quien tuvo un romance. Este dato no aparece en la biografía autorizada de Edna, sino en la biografía de Salomón de la Selva en Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Salomón_de_la_Selva
[18] Arthur Davison Ficke (10 de noviembre de 1883 – 30 de noviembre de 1945) fue un poeta estadounidense, dramaturgo, y experto del arte japonés. Fue considerado uno de los sonetistas más expertos de EEUU. También fue conocido por su relación con Edna St. Vincent Millay.
[19] George Hill Dillon (12 de noviembre de 1906-9 de mayo de 1968) fue un poeta y editor estadounidense. Aunque ha sido incluido en varias antologías contemporáneas, gran parte del trabajo de Dillon está sin publicarse. Es más conocido por haber sido uno de los muchos amantes de Edna St. V Vincent Millay, a quien conoció en 1928 en La Universidad de Chicago, donde dio una lectura. Dillon fue la inspiración para Millay de su épica secuencia de 52 sonetos Fatal Interview (Entrevista Fatal). En 1936 Millay y Dillon colaboraron en la traducción de Les Fleurs du Mal de Charles Baudelaire.
[20] Óp. Cit. 2003. p. 262-263
[21] Millay, Edna St. Vincent, Colleted Poems, copyritht 1923, 1931, 1939 and renewed 191, © 1959, 1967 by Edna St. Vincent Millay and Norma Millay, Ellis. Pubblished by arrangement with The Permissions Company Inc.
[22] Millay, Edna St. Vincent, Un palacio de arena, antología bilingüe, traducción Andrés Catalán, ed. Harpo libros, 2017, Madrid.
[23] Millay, Edna St. Vincent, Collected Poems, First Harper Perennial Modern Classics Edition Published, 2011. New York, p. 3-13.
[24] Otra versión de este poema está en óp. cit. 2020, p. 59-71 y en óp. Cit, 2003, p. 109-115
[25] Óp. Cit. First Harper Perennial Modern Classics Edition Published, 2011. New York, p. 562.
[26] Hay otra versión de este poema en Kay R. Jaminson, Una mente inquieta. Testimonio sobre locura y afectos, ed. Tusquets, 2006, p. 153.
[27] Óp. cit. 2011, p. 127.
[28] Se puede ver otra versión de este poema en óp. Cit. 2017, p.22, y en óp. Cit. 2020, p. 93:
[29] Óp. Cit. 2011, p. 127.
[30] Se puede ver otra versión de este poema en óp. Cit. 2017, p. 23, y en óp. Cit. 2020, p. 95.
*
Bibliografía
Aguilar, Andrea (25 de abril de 2020). «El regreso de la indómita Edna St. Vincent Millay, la poeta de los locos años 20»
Girard, Melissa, Lines of Feeling: Modernist Women´s Poetry and the Limits of Sentimentality.
Milford, Nancy, Edna St. Vincent Millay, Ed. Circe, 2003, Barcelona.
Millay, Edna St. Vincent, Antología poética, traducción de Ana Mata Buil, ed. Lumen, 2020, Barcelona.
Millay, Edna St. Vincent, Un palacio de arena, antología bilingüe, traducción Andrés Catalán, ed. Harpo libros, 2017, Madrid.
Millay, Edna St. Vincent, Colleted Poems, copyritht 1923, 1931, 1939 and renewed 191, © 1959, 1967 by Edna St. Vincent Millay and Norma Millay, Ellis. Pubblished by arrangement with The Permissions Company Inc.
Millay, Edna St. Vincent, Collected Poems, First Harper Perennial Modern Classics Edition Published, 2011. New York.
Kay R. Jamison, Una mente inquieta. Testimonio sobre afectos y locura. Ed. Tusquets, Argentina, 2006.
About Author
Related Articles
![Summer / 弗吉尼亚·费尔南德斯·科拉多的诗 [Translated from Spanish into English by the author / Chinese translations by YIN Xiaoyuan] – A poem by Virginia Fernández Collado](https://cafemontaigne.com/wp-content/uploads/S-27-248x165_c.jpg)
Summer / 弗吉尼亚·费尔南德斯·科拉多的诗 [Translated from Spanish into English by the author / Chinese translations by YIN Xiaoyuan] – A poem by Virginia Fernández Collado
![No lo digas, no lo digas… – Un poema de Virginia Fernández Collado [Traducción al árabe a cargo de Abdelkader Chaui]](https://cafemontaigne.com/wp-content/uploads/PRP-1-248x165_c.jpg)
No lo digas, no lo digas… – Un poema de Virginia Fernández Collado [Traducción al árabe a cargo de Abdelkader Chaui]
