Misuzu Kaneko – Si digo ¿Vamos a jugar?
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Misuzu Kaneko – Si digo ¿Vamos a jugar?
La búsqueda
En 1966, veintiún años después de la caída de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, un poeta llamado Yazaki Setsuo, en sus años universitarios, se hallaba pasando las páginas de la Colección de poemas infantiles de Japón, cuando sin esperarlo, se encontró con el poema Tairyô (“Gran captura”). El poema le causó una gran impresión. Kaneko Misuzu empatizaba no con los hombres y la gran fiesta que llegaría después por la captura de arenques sino con el lamento de los que quedan después de la masacre de los suyos en el mundo marino. Yazaki buscó a esta poeta, convertida en casi una obsesión para él. Cuanto más buscaba, más escurridiza se hacía. Pasaron dieciséis años desde que había encontrado el poema y al no tener suerte en la búsqueda decidió ir a la ciudad de Shimonoseki desde donde (de una libreria familiar Kaneko Bun’eidō Shoten) Kaneko mandaba sus poemas. Casualmente allí encontró a algunos parientes que le indicaron el nombre de su hermano menor, Kamiyama Gasuke. Este residía en Tokio; le contó muchas anécdotas de su hermana y le entregó tres cuadernos manuscritos con toda la obra que Kaneko había dejado a su muerte. Eran en total 512 poemas. Yazaki Setsuo es desde 2003 el director del museo de Kaneko Misuzu en Nagato.
La poeta
Kaneko Misuzu (1903-1930) se llamaba Teru, pero utilizó el pseudónimo Misuzu para firmar sus poemas. Misuzu, en alusión a la literatura clásica japonesa, significa donde se cosecha el bambú. Nuestra poetacreció prácticamente entre libros, pues su madre era librera, e inusualmente para una niña de Japón, completó sus estudios hasta los dieciocho años. Comenzó a escribir poemas a los veinte años, mandándolos a revistas que rápidamente le dieron una magnífica acogida. Por mediación de su tío, en el año 1926 Misuzu contrajo matrimonio y en noviembre de ese mismo año nació su hija, Fusae. Su marido no era partidario de su vida intelectual y la obligó a apartarse de los libros. Misuzu, por su parte, hizo lo que su marido quiso, pero antes hizo dos copias de sus cuadernos, una se la entregó a su hermano Masasuke y la otra al poeta Saiyô Yaso. Finalmente, exhausta y cansada de su vida matrimonial, se divorció. Su marido no quiso cederle la custodia de su hija, hecho que la entristeció profundamente. El 10 de marzo de 1930, víspera del día establecido para recoger a su hija puso fin a su vida. Tenía 26 años.
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Poesía
Como se ha indicado, Kaneko Misuzu dejó a su temprana muerte tres cuadernos de poemas, fundamentalmente en la forma dôyô. Los poemas dôyô o canción infantil tuvieron gran relevancia hacia la segunda mitad del pasado siglo, no solamente entre la población infantil sino también en la adulta. La revista Akai tori (“El pájaro rojo”) empezó a publicar estas composiciones y fue aquí donde nuestra poeta subió como la espuma y fue calificada por el poeta Saijô Yaso como gigante entre los jóvenes. Después del nacimiento de esta revista, detrás de la cual había todo un movimiento intelectual velando porque a los niños les llegaran creaciones de muy alto nivel, vinieron otras como Kin no fune (“El barco de oro”) o Dowâ (“Cuentos infantiles”). Las composiciones de Misuzu están impregnadas de los más altos valores del Zen. carecen de ego o de cálculo intelectual, no hay artificio alguno en ellos.
Son composiciones muy sencillas que nos hacen ver el mundo no siempre desde el punto de vista antropocéntrico y sí muchas veces desde el punto de vista animal o, digamos, desde el punto de vista del más desfavorecido, la tierra, el insecto o, simplemente, los niños. Véase por ejemplo el poema Hoshi to tanpopo (“Estrellas y dientes de león”) u Osakana no haru (“La primavera del pez”).
La traducción que aquí presento la he realizado desde la versión inglesa que aparece en Something Nice, de la editorial JULA, editorial que tiene publicada la obra completa en japonés en tres volúmenes. He seguido el mismo orden que el libro Something Nice.
Cuando uno se adentra en la poesía de Kaneko Misuzu se encuentra en un universo infantil, inocente y fresco con las preocupaciones de una niña, pero que, sin esperarlo, se vuelven una sabia y profunda reflexión, y es esto, precisamente, lo que hace inmensa y universal su obra.
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Poemas
1
Watashi to kotori to suzu to
Watashi ga ryoote wo hirogete mo,
osara wa chittomo tobenai ga,
toberu kotori wa watashi no yooni,
jibeta wo hayaku wa hashiremai.
Watashi ga karada wo yusutte mo,
kireina oto wa denai kedo,
ano Naru suzu wa watashi no yooni,
tukusan na uta wa shiranai yo.
Suzu to, kotori to, sorekana watashi,
minna chigatte, minna ii.
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Yo, un pájaro y una campana [1]
Aunque extienda mis brazos
nunca volaré en el cielo.
Los pájaros vuelan, pero no pueden correr
rápido por el suelo como yo.
Aunque me sacuda
no sale de mí ningún sonido bonito.
las campanas tintinean, pero no saben
tantas canciones como yo.
Una campana, un pájaro y yo
todos diferentes, todos buenos.
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2
Hoshi to tanpopo
Aoi osora no soko fukaku,
umi no koishi no sono yooni,
yoru ga kuru made shizunderu,
hiru no ohoshi wa me ni mienu.
Mienu keredomo arunda yo,
mienu monodermo arunda yo.
Chitte sugareta tanpopo no,
kawara no suki ni daamatte,
haru no kuru made kakureteru,
tsuyoi sono ne wa me ni mienu.
Mienu keredomo arunda yo,
mienu monodermo arunda yo.
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Estrellas y dientes de león [2]
En lo profundo del cielo azul
como guijarros en el fondo del océano
yacen sumergidas hasta que llega la oscuridad…
estrellas que no se ven a la luz del día.
No puedes verlas, pero están ahí.
Incluso las cosas que no se ven están ahí.
Los pétalos caen y los dientes de león se marchitan
escondidos en las grietas entre las tejas
esperan en silencio a que llegue la primavera…
Sus fuertes raíces no se ven.
No se pueden ver, pero están ahí.
Incluso las cosas que no se ven están ahí.
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3
Osakana no haru
Wakai mozuku no me ga moete,
Mizu mo Midori ni natte kita.
Sora no okuni mo haru darona,
Nozoki ni ittara mabushii yo.
Tobino ojisan, sono sora wo,
Kiratto hikatte tondeta yo.
Wakai me ga deta mo no kage de,
Bokura mo inogoto hajimeyo yo.
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La primavera del pez [3]
Han salido nuevos brotes de alga.
El agua se vuelve verde esmeralda.
En el cielo, también, debe ser primavera.
Ve a mirar y te deslumbrarás.
El Tío Pez Volador saltó por el cielo,
En una ráfaga de luz saltó.
¡Eh! Juguemos todos al escondite
A la sombra de las algas nacientes.
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4
Hana no tamashi
Chitta Ohana no tamashii wa,
Mihotokesama no hanazono ni,
Hitotsu nokorazu umareru no.
Datte, ohana wa yasashiku te,
Otentosama ga yobu tokini,
Patto hiraite, hohoende,
Choucho ni amai mitsu wo yari,
Hito nya nioi wo mina kurete,
Kaze ga oide to yobu toki ni,
Yahari sunao nit suite yuki,
Nakigara saemo, mamagoto no
Gohan ni natte kureru kara.
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El alma de las flores [4]
El alma de las flores marchitas
renace, cada una de ellas,
en el jardín de Buda.
Después de todo, las flores son buenas:
cuando el sol las llama.
¡Vamos! Se abren y sonríen,
dan a las mariposas el dulce néctar
y todo su aroma a los demás.
Cuando el viento dice: «¡Eh, vamos!»
van sin decir nada.
Incluso dan sus cuerpos
para nuestras comidas cuando jugamos a las casitas.
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5
Tairyô
Asayake koyake da
tairyō da
ōba-iwashi no
tairyō da.
Hama wa matsuri no
yōda kedo
umi no naka dewa
nanman no
iwashi no tomurai
suru darō.
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Gran captura [5]
Cielo rojo, amanecer.
¡Gran captura!
Gran captura de
arenque!
En la playa
es un carnaval, pero abajo en el mar
se lamentarán
por miles y miles de
arenques.
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Virginia Fernández Collado
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Notas
[1] Otra versión de este poema aparece en El alma de las flores, Kaneko Misuzu, ed. Satori, 2019, Gijón. p. 23.
[2] Ibid., p. 21.
[3] Ibid., p. 33
[4] Ibid., p. 109.
[5] Ibid., p. 79.
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Bibliografía
Misuzu, Kaneko, Something Nice, JULA.
Misuzu, Kanelo, El alma de las flores, Satori, Gijón, 2019.
Rubio, Carlos, Mil años de literatura femenina en Japón, Satori, Gijón, 2021.