El gabán de Harpo Marx – Rebelión en la granja – Una sinfonía de sonidos dislocados de Rafael Guardiola Iranzo

El gabán de Harpo Marx – Rebelión en la granja – Una sinfonía de sonidos dislocados de Rafael Guardiola Iranzo
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El gabán de Harpo Marx – Rebelión en la granja
“El Señor Jones, propietario de la Granja Manor, cerró por la noche los gallineros, pero estaba demasiado borracho para recordar que había dejado abiertas las ventanillas. Con la luz de la linterna danzando de un lado a otro cruzó el patio, se quitó las botas ante la puerta trasera, sirvióse una última copa de cerveza del barril que estaba en la cocina, donde ya roncaba la señora Jones”. Los Jones no se podían imaginar que los animales de su granja pudieran protagonizar una sublevación en toda regla contra el género humano. Lo que resulta verosímil, no obstante, es que la rebelión fracase finalmente debido a la triste “humanidad” de algunos animales colaboracionistas, infectados por el tenaz virus de la envidia. Los animales de rebaño de Nieztsche son también proclives a la inoculación del servilismo, la culpabilidad y la renuncia a las pasiones más voraces, comiendo de la mano de la casta sacerdotal. Se podría decir que entre los animales había “agentes encubiertos” (ver figura 1).
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Karl Marx trazó el mapa de las diferentes formas de alienación y fue un destacado miembro de la Sociedad Berlinesa de Amigos de la Juerga. Me imagino que en algunas ocasiones estaría demasiado borracho para recordar si las ventanillas estaban cerradas o abiertas y cuáles eran los auténticos intereses de clase. Tal vez se podrían asemejar a una telaraña de cristales rotos en movimiento. Así es la memoria, según Jorge Luis Borges. ¿Qué haría Marx en este último caso? ¿Cambiaría el cristal de manera radical o intentaría repararlo? (ver figura 2). La sociedad posmoderna nos ha acostumbrado a valorar en exceso la novedad y a menospreciar los remiendos tan socorridos en las posguerras. El socialismo real también aconsejaba reparar, dando la espalda al consumo. Pero, ¿saben cómo se puede reparar el cerebro de un estalinista?
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Lo cierto es que “a tu jefe no le importas”, como bien pudo profetizar Marx. Eres una cosa más dentro de la cadena productiva. Y no nos sirve de consuelo pensar que en Chile hay centros de rescate canino, especialmente adaptados para satisfacer los bajos instintos de los habitantes de la Granja Manor. En cualquier caso, no me parece mala idea consagrarnos a la lectura heterodoxa de Baruch Spinoza. Leibniz tampoco es moco de pavo. (ver figura 3).
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Muchos, como Leibniz, piensan que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Por eso podemos ir “de paquete” en una motocicleta sin agarrarnos al piloto, con un casco holgado y una tapadera de acero inoxidable como volante (ver figura 4), sin recurrir a los sentidos a la hora de elaborar nuestra Weltanschauung. Pero en la granja de los Jones la mayoría de los animales desconfiaban, como los empiristas, de la creencia en las ideas innatas. Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu. ¿Sera verdad que sólo nos queda el amor? (ver figura 5). Salud, alegría y un poco de picardía.
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Rafael Guardiola Iranzo
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