El jugador frustrado
***

***
El jugador frustrado
Álvaro tenía un sueño: jugar en el Unicaja, pero apenas superaba el uno setenta. Así que al cumplir los diecisiete, justo antes de entrar en Económicas, dejó el baloncesto. Supo que su porvenir sería otro y evitó cancelar planes deportivos a largo plazo. Tuvo la sensación de que el mundo se había ralentizado a su alrededor y la realidad era diferente a lo que había imaginado.
Cuando terminó la carrera su entrenador de siempre le ofreció un puesto como agente comercial en su empresa. Allí consiguió convertirse en director de la zona más amplia de Málaga.
Un día, mientras se dirigía al trabajo oyó un silbido a lo lejos que le resultó familiar, era su compañero de la niñez que lo llamaba como entonces, el escolta que pudo debutar en la selección nacional júnior y que estuvo a punto de jugar en la ACB. Una inoportuna lesión lo impidió.
Se dieron un fuerte abrazo, buscaron una cafetería cercana y hablaron durante un buen rato. Se contaron sus vidas muy escuetamente, de hecho, fue el antiguo base quien soñaba con la gloria y se veía triunfando, aunque tuvo que ser en el campo laboral, no en el baloncestístico.
—¡No me digas que te has metido en el negocio de los seguros!
—Soy responsable de las coberturas complicadas.
—Qué mal suena eso.
Una brizna de memoria los alcanzó para recordar los logros de antaño. Álvaro aprovechó para captarlo como nuevo cliente mientras rememoraban la última temporada de juveniles, cuando triunfaron en el campeonato nacional.
Los cafés que pidieron se les enfriaron sin apenas probarlos aunque fueron muy productivos. No quisieron que la nostalgia dominara la conversación, así que acabaron hablando de la compañía de seguros donde tenía el éxito que el deporte le negó.
—Mejor no te explico en qué consiste mi trabajo.
—No te preocupes, no te lo iba a preguntar.
***
Antonio Villalba Moreno