El magnolio perdido y recobrado. A Luis Cernuda, in memoriam – Sebastián Gámez Millán

El magnolio perdido y recobrado. A Luis Cernuda, in memoriam – Sebastián Gámez Millán

El magnolio perdido y recobrado. A Luis Cernuda, in memoriam

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El magnolio perdido y recobrado. A Luis Cernuda, in memoriam

Antes de emprender el viaje te ilusionaba acompañarte de aquel libro que te deslumbró hace años por esas calles. De madrugada, horas antes de partir, volvías a él con la esperanza de poder descubrir signos de su vida por las calles en las que transcurrió su infancia, una infancia revivida y reavivada en aquellas hojas donde, quién sabe si milagro de la poesía, ya no había rastro de ese resentimiento ni esa odiosa ambivalencia a la que torna a veces el amor.

No aguardabas dar con los lugares en los que Albanio fue abriéndose a la infancia y, menos aún, con ese solitario magnolio que florecía sin testigos. Por ello, no sin dudas, decidiste dejar el libro en casa. Sin embargo, tras pasar por los jardines de Murillo, deambulando por el callejón del agua, de camino hacia los Reales Alcázares, de repente apareció aquel magnolio en el que “se cifraba la imagen de la vida”. O, para ser más exacto, lo que de él quedaba: un fragmento escogido de una página de ese libro que rememoraba el paso efímero de aquel magnolio.

A pesar de que, salvo por la inscripción desatendida, ya no quedaba apenas rastro del magnolio, te emocionó aquel inesperado encuentro. Es una muestra más de cómo lo invisible se vuelve visible gracias a la literatura. Pero unos segundos después, preguntándote qué habría sido de aquel magnolio, te invadió una tristeza, fruto quizá del caprichoso destino al que está sometido todo cuanto existe. Acaso para congraciarte con el espíritu del poeta, rememoraste un verso suyo: “Mejor la destrucción, el olvido”.

Sin embargo, al poco de recitarlo, y aun a sabiendas de que no es otro el destino final que a todos sin excepción nos aguarda, te rebelaste pensando que “la destrucción, el fuego” o, lo que es lo mismo, el olvido, aunque llegarán y terminarán venciendo, no es por lo que el poeta se ha abandonado tantas soledades. Después de todo, ¿no ha sido la memoria de hallar sin esperarlo signos de su “apartado vivir” lo que te ha llevado a emocionarte? Y por medio de qué sino del recuerdo es como, al menos por unos momentos, salvas del olvido al poeta, uniendo dos orillas, dos vidas que de otra manera no hubiera sido posible que se comunicaran.                

(14 de Noviembre de 2011)

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Sebastián Gámez Millán

Categories: Literatura

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