El océano está en Sol Mayor – [El habitante del Otoño – Cuarta antología de cuentos y relatos breves – XI] – Silvia Olivero Anarte
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El océano está en Sol Mayor – [El habitante del Otoño – Cuarta antología de cuentos y relatos breves – XI]
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El océano está en Sol Mayor
En un momento de introversión frente al océano, dejo caer mi cuerpo sobre la arena con los brazos abiertos, esperando recibir el canto de sirenas y el olor a sal del océano sobre la suave caricia de la arena rubia del Atlántico.
Respiro profundamente, abriendo generosamente mis sentidos.
Es inevitable afilar el oído bajo los ojos cerrados, y de repente lo percibo, incrédula por haber tardado tantos años en darme cuenta, como si de una aparición sonora fuese, dudo incluso de mis sensaciones, no puede ser…
Mi primera impresión ha sido el movimiento, escucho la música textural que emana el océano; el vaivén de las olas, en agitación asimétrica, se mece alternándose a la derecha, a la izquierda, frente a mí, sin un patrón fijo, creando una envolvente en movimiento. Mis oídos juegan a descubrir la composición de una polifonía a la sal en la interacción de las olas, y sonrío…
Imbuida en la seducción del contoneo atlántico mi corazón entra en consonancia con el gran azul. Conmovida, me hago consciente, segunda impresión, de que las olas tienen su propio ritmo y duración, mas todas de ellas comparten un mismo pulso, moderato, con anima ma non troppo. Este emocional descubrimiento provoca el pálpito de mis latidos al unísono con el pulso de las olas.
Henchida de amor por mi nueva escucha me abstraigo de mí misma, y de repente abro los ojos: No puede ser…
Observo la amplitud de la danza oceánica mirando a derecha y a izquierda, absolutamente incrédula, pienso que alucino en la ebriedad del momento, reviso de nuevo si estoy errada o estoy en lo cierto, no puede ser… no puede ser…
Me levanto, me alejo de la orilla y pregunto a un ocioso veraneante si puede tocar un Sol en su guitarra ¡No puede ser… No puede ser…!
Le pido que toque un Re ¡¡No puede ser… No puede ser…!!
Y se confirma mi tercera impresión: ¡¡¡El Océano en otoño está en Sol Mayor!!!
Regreso junto a la húmeda arena, pero es tal mi emoción que no puedo permanecer tumbada, necesito escuchar y observar, a fin de averiguar si estoy perdiendo la cabeza o si es cierto lo que estoy viviendo.
Efectivamente, el abismo hace danzar sus olas en un constante pulso y, al romperse, engendran una triada con la dispar altura de su curvatura; puedo escuchar cómo a derecha e izquierda entona un Sol, un Si, un Re, en diferentes combinaciones al capricho de la textura, alternándose, superponiéndose, ahora una tercera, ahora una quinta, ahora la triada, ahora sólo un Sol, como paradoja de un día nublado.
No puede ser… pero Es…
Vuelvo a dejar caer mi cuerpo y mis párpados sobre la arena, en un último intento de averiguar si he perdido o no la cabeza, si he caído bajo el embrujo de las sirenas o si he sido bendecida con el regalo de Poseidón.
No estoy ebria, o sí, o no importa, de lo que estoy segura es de que hoy, inicio de otoño, la orilla del Atlántico está en Sol Mayor.
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Silvia Olivero Anarte
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